Desde hace unos años se suceden de forma ininterrumpida las declaraciones más o menos rimbombantes sobre la Responsabilidad Social de la Empresa y sobre la importancia que en el marco de esa nueva filosofía empresarial y en la nueva lógica organizacional cobran los stakeholders, los grupos de interés. Incluso la RSC o RSE parece tener sus propios campeones, sus abanderados, sus compañías de vanguardia y referentes del buen hacer y de las buenas prácticas.
Pero, lamentablemente, los grupos de interés son en la mayoría de los casos una pura entelequia, unos colectivos nominales, irreales, genéricos, que sustentan discursos y acciones informativas justificativas y pretendidamente legitimadoras y tranquilizadoras, pero sin efecto real para la finalidad de mantener el diálogo de la empresa con quienes integran esos grupos.
