Proveer agua potable donde se necesita es una tarea cada vez más difícil en todo el mundo. En las últimas décadas, los países han invertido en infraestructura para mitigar la escasez de agua. Sin embargo, la respuesta ha omitido, en gran medida, el problema del deterioro de los recursos hídricos. Para abordar eficazmente la creciente crisis del agua, las medidas deberán articular su uso con la protección ambiental.
En mucho lugares, incluso donde el agua es abundante, la destrucción ambiental ha encarecido mucho usarla. En otros lugares, que tienen buen suministro, se utiliza inadecuadamente. Las prioridades están tan inveridas que mientras las ciudades necesitan agua desesperadamente, los agricultores riegan cultivos en el desierto. Aún más inaceptable es usar agua potable para mantener jardines y campos de golf, mientras los habitantes pobres de las ciudades pagan precios elevados por agua envasada.
Aproximadamente 700 millones de personas de más de 40 países sufren escasez de agua. La invasión humana de los ambientes acuáticos también es un problema creciente. Las Naciones Unidas vaticinan que para 2030 el 75 por ciento de la población mundial vivirá en zonas costeras, poniendo en riesgo los humedales que ayudan a limpiar el ambiente acuático y exponiendo a cientos de millones de personas a peligros relacionados con el agua debido al cambio climático.