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Crueldad, prevención del delito y sustentabilidad

Forma y fondo CXIV
Por: Pedro Silva Gámez

Todavía circula en el ciber espacio el video en que un perro callejero es atacado por dos perros de la raza Bull Terrier, que azuzados por sus dueños lo dejan moribundo, y termina el cruel espectáculo cuando matan al indefenso animal a palos y azotándolo contra el suelo. No es ritual de sectas, ni guión de película, ni puntada de borrachos; los amos son jóvenes adolescentes, estudiantes de educación media, con promedios aceptables y aparente vida familiar normal.

La hazaña de demostrar quien es el rey de la creación y decidir sobre vidas, ocurrió el pasado veinte de abril en Tepic, Nayarit, aquí en nuestro convulso México. Las visitas a la página web, se convirtieron en noticia para bien y para mal. La sociedad nayarita y Organizaciones de la Sociedad Civil iniciaron protestas; el Gobierno estatal improvisó un organismo protector de animales y comprometió la creación de un albergue canino. Por el otro lado, también dentro del marco violento, surgieron las amenazas contra su integridad personal, familiar y a sus bienes.

Diecinueve días antes entró en vigor la Ley Federal de Sanidad Animal cuyo fin es: procurar el bienestar animal, proporcionando comodidad, tranquilidad, protección y seguridad a los animales durante su crianza, mantenimiento, explotación, transporte y sacrificio.

Esta exaltación de la violencia, vulnera la integridad de los animales, viola las disposiciones jurídicas y produce un daño social al no inculcar y promover el respeto a la vida de seres que son parte de nuestro mundo. En el caso de los menores y adolescentes, contraviene lo dispuesto por la Ley de Protección de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes que busca asegurarles un desarrollo pleno e integral, con la implicación de formarse física, mental, emocional, social y moralmente en condiciones de igualdad, con una vida libre de violencia.

Mahatma Gandhi insistía en que un país y una civilización se pueden juzgar por la forma como tratan a sus animales. En la actualidad la conciencia ecológica y el respeto a los animales marcan una forma evolucionada de gobernar un País, un Estado o un Municipio por el respeto a la biodiversidad y al marco jurídico que la protege.

Como parte de la crisis actual, se vuelve común que el individuo privilegie el lado oscuro inherente al ser humano, en vez de manejar su agresividad haciendo una clara distinción entre el bien y el mal: lo positivo y lo negativo.
La crueldad hacia los animales, algunos delitos ambientales y la violencia humana tienen relación directa. El niño que golpea o tortura a un animal o que destruye su entorno, a veces bajo la mirada complaciente del adulto, cuando crezca puede ver como algo normal herir y hasta matar a un ser humano.

El que patea a un perro asocia y sustituye la frustración de golpear a su esposa, hijos o enemigos. El infante violento posiblemente ya es testigo de actos similares y maltrato en su familia.

La crueldad contra los animales y los actos destructivos intencionales contra el medio ambiente entrañan problemas psicológicos que, como desordenes de conducta, son características de una potencial y futura criminalidad.

Los estudiosos consideran un origen multifactorial en el fenómeno de falta de valores y decadencia social. Van de la crisis en la estructura familiar, a la violencia intrafamiliar en aumento, el creciente terror en las escuelas bajo la figura del “booling” escolar, la disminución de valores cívicos y de convivencia al interior de la familia, baja autoestima, desempleo, subempleo, deterioro de la economía familiar, agudización de la pobreza extrema, insatisfacción de las necesidades básicas de amplias capas de la población, falta de oportunidades y acceso a educación, servicios de salud y habitación digna, reproducción de esquemas de violencia y delincuencia en medios de comunicación, protección asistencial y tutelar aislada a niños y jóvenes, deficientes programas de readaptación social en menores y adultos infractores y la escasa participación de la sociedad civil y organizaciones en los programas de prevención de la delincuencia.

Es necesaria una propuesta congruente que comprometa a todos los actores sociales, un diseño de política educativa fuera de experimentos electoreros y sindicales, para formar al individuo integral y en forma colateral prevenir el delito por su aplicación en el ámbito familiar, contribuyendo a la cultura laboral, comunitaria, de salud, deportiva y recreativa.

Es la visión profunda del concepto de desarrollo sustentable en el que la educación, la problemática social, la economía y el quehacer político van de la mano con la ecología, de acuerdo a la visión de la Agenda XXI de las Naciones Unidas.

La forma: una decidida reingeniería en el esquema nacional y en las políticas sociales que incluya a todos los sectores de la población.
El fondo: el deseo de más de cien millones de mexicanos de tener un país mejor, porque: TODOS SOMOS NATURALEZA.

Fuente: Acacia Fundación Ambiental A. C.

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