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Documental denuncia codicia corporativa, disponible en Netflix

Al igual que la película Love Actually (2003), el nuevo documental de Netflix, Downfall: The Case Against Boeing comienza en el aeropuerto. Muchas reuniones, vacaciones y viajes de negocios están a punto de comenzar o concluir. Y lo que todos los implicados tienen en común es la fe compartida en que llegarán a su destino.

De acuerdo con Fast Company, resulta inteligente comenzar esta historia situando a los espectadores en el contexto de esta confianza sagrada, porque muestra lo mucho que está en juego cuando se rompe.

Este documental denuncia codicia corporativa

Downfall: The Case Against Boeing se estrenó en Netflix el 18 de febrero de 2022 y narra el accidente de dos aviones Boeing 737 Max entre finales de 2018 y principios de 2019, en el que murieron 346 personas.

El material comienza como una absorbente investigación forense sobre lo que salió mal con los aviones, sin embargo, finalmente se aleja para revelar que puede existir otro culpable ya que el documental denuncia codicia corporativa como un posible factor en esta tragedia.

Documental denuncia codicia corporativa; disponible en Netflix

Antes de entrar en detalles, es necesario tener una idea de la importancia de Boeing en la industria de la aviación, para ello el director Rory Kennedy explica que la invención del 747 por parte de Boeing a finales de la década de 1960 creó el transporte aéreo internacional tal y como lo conocemos hoy.

¡Era un Boeing!

Es uno de esos grandes logros estadounidenses que sirven de fuente de orgullo patriótico. Además, la empresa ha conseguido mantener su relevancia mucho más allá de sus días de pionera. Actualmente, nos informa la producción de Netflix, unos 10,000 aviones Boeing están en servicio en más de 150 países.

De hecho, la reputación del fabricante era tan buena que, tras el primer accidente, algunos expertos no podían entender que la culpa fuera del diseño del avión. «Es decir, ¡era un Boeing!», dice Jon Ostrower, redactor jefe de The Air Current.

El 29 de octubre de 2018, el vuelo 610 de Lion Air, un avión Boeing 737 Max, despegó en Yakarta, Indonesia, y se estrelló en el Mar de Java minutos después, provocando la muerte de todos los que estaban a bordo.

Las causas técnicas del accidente son complicadas, pero tienen que ver con un sensor defectuoso y un controvertido sistema llamado MCAS (Maneuvering Characteristics Augmentation System), que respondía automáticamente. Cuando el periodista del Wall Street Journal, Andy Pasztor, indagó en la sorprendente historia, lo que más le sorprendió fue la respuesta de Boeing.

En lugar de dar una explicación técnica de lo que falló y por qué, la compañía presionó discretamente entre bastidores para argumentar de forma xenófoba que el accidente nunca habría ocurrido con un piloto estadounidense.

Solo 19 semanas después, el vuelo 302 de Ethiopian Airlines —otro Boeing 737 Max— salió de Addis Abeba y se impactó cerca de la ciudad de Bishoftu, sin sobrevivientes. Inmediatamente después de este segundo accidente, la Administración Federal de Aviación (FAA por sus siglas en inglés) esperó a tener más datos antes de decidir si inmovilizaba todos los Boeing 737 Max.

En tanto, China no necesitó más y decidió unilateralmente dejar en tierra su suministro de aviones un día después del accidente, provocando una reacción en cadena de otros países que hicieron lo mismo. Una vez que se encontró la caja negra del avión, que revelaba datos similares a los del accidente de Lion Air cinco meses antes, el presidente Trump dejó sin despegar a estos aviones en Estados Unidos.

Deshabilitar toda una flotilla de aeronaves implica un gran esfuerzo pues los pilotos tienen que llevar cada unidad a un almacén. Según el documental, para entender la magnitud del problema y el miedo que acechaba a los Boeing 737 Max en ese momento, revela que varios pilotos se negaron rotundamente a realizar esta tarea.

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En cuanto a Boeing, la compañía siguió intentando echarle la culpa de los accidentes a los pilotos y evitar la responsabilidad, incluso cuando el suelo bajo ellos se desmoronaba. Es en este punto de la narrativa de Downfall: The Case Against Boeing que el director Kennedy retrocede en el tiempo para explicar algunos aspectos cruciales de la historia reciente de Boeing.

Lo que muestra el documental

A través de entrevistas con antiguos empleados de Boeing, expertos en aviación, periodistas, miembros del Congreso de Estados Unidos, las familias de las víctimas y, por supuesto, del aviador Chesley «Sully» Sullenberger, surge una imagen clara. Al parecer, la fusión de Boeing y McDonnell Douglas en 1997 fue el momento en que las cosas empezaron a ir mal.

De repente, una corporación conocida por su excelencia en ingeniería e innovación parecía girar exclusivamente en torno al aumento del valor para los accionistas. Por esa época, Boeing también empezó a recibir cada vez más competencia de Airbus en Europa, hasta que esta última finalmente la superó en ventas en 2003.

En aquel momento, afirma un antiguo colaborador, Boeing dejó básicamente de escuchar a sus ingenieros. Todo lo hicieron de la forma más rápida, barata y fácil, al igual que las medidas de control de calidad, y al parecer se despidió a los denunciantes.

Los ejecutivos no parecían querer escuchar ninguna mala noticia interna que pudiera afectar a la posición de la empresa en Wall Street.

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Downfall explica detalladamente el camino desde esta mentalidad corporativa hasta la caída final, y deja a los espectadores reflexionando sobre la codicia institucionalizada que lo hizo posible. Este no es en absoluto un problema exclusivo de Boeing. Casi todas las organizaciones modernas operan bajo la exigencia irracional de una trayectoria financiera siempre ascendente.

Si un CEO no puede superar los beneficios del año anterior, puede ser despedido, lo que no presagia nada bueno para lo que pueda hacer el siguiente en el aspecto de alcanzar los puntos de referencia financieros arbitrarios.

Por último, si el afán de lucro sigue por encima de las personas, no solo se verá afectada la confianza colectiva en la seguridad aérea, sino que nadie se sentirá seguro en ningún sitio.

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