Dos certidumbres parecen ocupar las mentes y los sentimientos de quienes se ocupan de problemas vinculados con el calentamiento del planeta.
La primera proviene de la comunidad científica y burocracias nacionales e internacionales, quienes se suman al cuasi consenso científico de que el calentamiento del planeta no sólo es real, sino que además es provocado por la acción humana, que se hace más intensa, irreflexiva y dañina a partir de los inicios de la Revolución Industrial por su dependencia de combustibles fósiles.
La otra certidumbre que campea en parte de la comunidad científica y grupos defensores de la causa ambiental es que los políticos, quienes lideran estrategias para frenar el calentamiento, son más eficientes en ofrecer promesas, frases ambientalmente amigables y crear burocracias ecológicas que en emprender medidas concretas y efectivas.
El termostato del planeta es la mejor prueba de que la mayor parte de los acuerdos ambientales alcanzados, incluido el Protocolo de Kyoto, no han pasado de ser un conjunto de buenas intenciones con escasas repercusiones en la corrección de la inflamada temperatura planetaria.
Click sobre la imagen para ampliar
