Solía creerse que los países más ricos eran los que poseían más recursos naturales de los cuales disponer, sin embargo, la riqueza está vinculada a otros factores como el desarrollo, la producción de servicios y una economía centrada en el apoyo a las empresas, ya que estas son las que proporcionan empleos que se convierten en bienes para los ciudadanos.
El producto interno bruto (PIB) es la forma más certera de medir cuán privilegiada es una nación ya que este refleja la actividad económica, en otras palabras, «calcula cuál fue la producción en bienes y servicios que se hizo en un periodo de tiempo específico».
En este sentido, los países más ricos son aquellos que cuentan con un PIB más alto y estable, es decir, que tienen un crecimiento positivo, por ende, cuentan con un esquema económico sólido que marca el rumbo del sistema productivo, así como de la balanza geopolítica internacional.
