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Greenpeace le saca sus trapitos sucios a SHEIN

Es la marca predilecta del mundo para comprar ropa barata, pero Greenpeace señala que la responsabilidad social de SHEIN es prácticamente nula. Puesto que la empresa ha tapado muchas de las actividades poco éticas que realiza, generando una impresión positiva entre la potencial clientela con anuncios llamativos y una lluvia de «ofertas».

Sin embargo, el crecimiento tan acelerado de SHEIN es gracias a una estrategia muy bien planteada para mantener a los posibles compradores el mayor tiempo posible dentro de su sitio web y su aplicación móvil. Y, como lo reporta Greenpeace, toda la estructura de la compañía está basada en poca transparencia, desde los precios, las fotografías o el uso de influencers para atraer a personas más jóvenes. Y, esto no es lo peor…

Precios muy bajos, pero ¿a qué costo?

SHEIN es una marca de moda que vende prendas y artículos variados a través de su plataforma digital y en tiendas pop-up que duran unos pocos días. Esta marca se considera «ultra fast fashion» porque ha acortado el tiempo de producción de prendas promedio de 3 meses a 3 días.

Para comprender la gravedad de los problemas que genera SHEIN hay que entender primero qué es la fast fashion: este concepto «se refiere a los grandes volúmenes de ropa producidos por la industria de la moda, en función de las tendencias y una necesidad inventada de innovación, lo que contribuye a poner en el mercado millones de prendas y fomentar en los consumidores una sustitución acelerada de su inventario personal».

«La empresa no está realmente interesada en ofrecer productos útiles a las personas con bajos ingresos».

Greenpeace.

Además, la responsabilidad social de SHEIN es prácticamente inexistente, ya que aprovecha las lagunas fiscales de la guerra comercial entre China y EE. UU. para evitar el pago de impuestos por exportaciones. Asimismo, su larga red de sedes en lugares como Hong Kong, Reino Unido y Singapur le han permitido evadir las legislaciones que protegen los derechos humanos y el ambiente.

Nula responsabilidad social de SHEIN contamina el mundo

La industria textil a la que pertenece SHEIN es responsable del 10% de las emisiones mundiales de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y del 20% de la contaminación del agua del mundo, sobre todo en países en vías de desarrollo. Muestra de ello es que, desde hace más de 10 años, como señala Greenpeace, Europa produce sus prendas en Asia, por lo que los tóxicos que se usan para el tratamiento de las telas se quedan en los ríos.

Y, debido a la masiva producción de la fast fashion, las piezas que contienen químicos nocivos y que llegan al final del ciclo de la moda sin ser vendidas se tiran, contaminando los vertederos y los camiones que transportan los residuos. Además, estas sustancias peligrosas prevalecen, incluso en zonas remotas, porque se liberan al ambiente.

«Los ríos de Asia, llevan el color de la moda en Europa».

Greenpeace.

La contaminación se debe en parte a la dependencia de las fibras sintéticas derivadas del petróleo, como poliéster, nylon, acrílico, cuero de poliuretano y elastano. Por lo que cada año llega al océano medio millón de toneladas de fibras microplásticas de la producción de SHEIN, equivalentes al 35% de los microplásticos primarios. Es decir, aquellos que se vierten directamente en el ambiente.

A pesar de que se impulsa la responsabilidad social de SHEIN y se afirma que sus artículos se producen con materiales reciclados, un análisis demostró que de 55 mil prendas, solo 237 estaban fabricadas con poliéster reciclado. Además, SHEIN hace greenwashing para obtener prestigio, por ejemplo, en junio de 2022, donó 15 millones de dólares a una ONG que lucha por las y los trabajadores de residuos textiles en Ghana. Mismos residuos que generó parcialmente SHEIN.

Maquilas, la esclavitud moderna

La investigación de Greenpeace afirma que las trabajadoras en las maquilas de SHEIN tienen jornadas laborales de 11 horas al día, 29 días al mes, sin descansos. Sus salarios son bajos y pueden recibir penalizaciones por errores. Además, las instalaciones tienen las salidas de emergencia bloqueadas o enrejadas. Y, aunque lamentablemente es una imagen común en Asia, en Europa también hay maquilas con horarios inhumanos, como el de Lieja en Bélgica.

Por otro lado, la responsabilidad social de SHEIN deja mucho que desear por la poca atención que le da al bienestar de sus trabajadoras. Puesto que incumple tanto con su propio código de ética, como con las leyes chinas e incluso con la Ley de Esclavitud Moderna de Reino Unido. La cual exige buenas prácticas como prerrequisito para comercializar productos.

Sin embargo, SHEIN no es la única empresa que mantiene condiciones de esclavitud laboral y falta de seguridad. En 2013, se derrumbó el edificio Rana Plaza en Bangladesh, donde fallecieron 1,134 personas y 2,437 resultaron heridas. Todas ellas se dedicaban a manufacturar prendas para Benetton, Inditex, Corte Inglés y otras marcas.

SHEIN pone en riesgo a la gente

Uno de los puntos más alarmantes del reporte de Greenpeace es la presencia de sustancias tóxicas en los productos de SHEIN. Se analizaron 42 artículos de la página web de la empresa en Austria, Alemania, Italia, España y Suiza, y 5 artículos de una tienda pop-up en Munich, Alemania. Los exámenes se realizaron en un laboratorio independiente, y se encontró que el 15% contenía sustancias químicas peligrosas que superan los límites reglamentarios de la Unión Europea.

De los 47 productos analizados 45 productos contenían al menos una sustancia química peligrosa. Por ejemplo, 5 pares de zapatos contenían niveles muy altos de ftalatos, «sustancias químicas que se usan para ablandar plásticos rígidos». Las cuales pueden ocasionar daños en el sistema reproductor, el hígado y los riñones si se ingieren, inhalan o tienen contacto prolongado con la piel.

Asimismo, unas botas contenían altos niveles de níquel, el cual es un elemento que puede irritar las vías respiratorias y ocasionar alergia en la piel. Además, un tutú contenía gran cantidad formaldehído, que puede generar irritación en ojos, nariz, garganta y piel, respiración son silbidos, náuseas y cáncer.

También, el 32% contenía niveles altos, casi en los límites «legales», de sustancias como:

  • DMF o N,N-Dimetilformamida. Usada como disolvente. Puede ocasionar irritación en los ojos y el tracto respiratorio, afectación del hígado y cáncer.
  • Toxilatos de alquilfenol. Usados como detergentes. Ecotoxológico, principalmente para seres acuáticos. Disruptor endócrino (mimetiza hormonas y alteran su funcionamiento)
  • Metales pesados. Presentes en colorantes y piezas metálicas. Se acumulan en el cuerpo e interfieren en los procesos de las células o los órganos debido a que no pueden ser desechados por el cuerpo.
  • Perfluorados. Usados como detergentes,  y disolventes. Son disruptores endócrinos, es decir, son causa de cáncer. Posibles afectaciones a la tiroides.
  • Aminas aromáticas. Presentes en colorantes y tintes. Algunas de ellas son cancerígenas
  • Hidrocarburos policíclicos aromáticos. Son impurezas en distintos procesos industriales. Ocasionan cáncer.

Greenpeace responde a la falta de responsabilidad social de SHEIN

Es necesario cambiar la industria textil y a los consumidores. Por ello, como propone Greenpeace, es imprescindible seguir una jerarquía para manejar los residuos textiles: 1) Evitar y reducir para ralentizar el flujo de materiales y fabricar productos sostenibles; 2) Reutilizar para cerrar el círculo de uso reparando las prendas y aumentando su durabilidad; 3) Reciclar para la fabricación de nuevos productos; 4) Recuperar para evitar el gasto excesivo de energía y evitar la incineración; 5) Tratar los residuos peligrosos; 6) Evitar desechar en vertederos de incineración y exportar basura.

Además, Greenpeace hace un llamado para que desde los gobiernos se regule la industria textil. Por lo que sugiere lo siguiente:

  • Productos duraderos y reciclables.
  • Requisitos vinculantes en temas de durabilidad, reciclabilidad, reparación y reutilización.
  • Sistemas de responsabilidad ampliada del productor.
  • Criterios para el manejo de residuos.
  • Transparencia corporativa obligatoria.
  • Pasaporte digital para los productos textiles.
  • Desintoxicación de la cadena de suministro textil.
  • Eliminación progresiva de fibras sintéticas.

Aunque es cierto que los clientes no son completamente responsables del daño que puede generar una empresa, es necesario consumir de forma responsable e informarse sobre las prácticas de nuestras marcas favoritas. Asimismo, la responsabilidad social de SHEIN debe mejorar, porque su modelo de negocio podría dejar de ser atractivo conforme las personas adquieren conciencia ambiental y social.

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