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Los principios éticos dejan de ser opcionales en el mundo de los negocios

Un documento del profesor del IESE Domènec Melé demuestra a través de ejemplos como la falta de ética corporativa provoca pérdidas monetarias y de reputación

Sin su presencia en los negocios, la economía de mercado se destruye y la corrupción anula la libertad y la competencia. Cada vez más empresas perciben esta realidad, pero la ética sigue siendo un planteamiento más bien teórico en el mundo de los negocios, más interesados en recorrer otras sendas de la Responsabilidad Social Corporativa como la preservación medioambiental o incluso la satisfacción laboral de sus empleados.

Y sin embargo, casos de sonados delitos de “cuello blanco” en grandes corporaciones como Arthur Andersen, Siemens o Dennis Levine incitan de forma tajante a incorporar rigurosos códigos éticos en la estrategia corporativa, como ya han hecho grandes compañías de la talla de IBM o Johnson & Johnson.

Sin embargo, todavía hay quien sigue considerando a la ética en el mundo de los negocios como algo voluntario, opcional, en lugar de cómo la única forma de sobrevivir al nuevo panorama económico que se consolidará tras la crisis económica.

Esta situación se debe en parte a que la ética no se enseña en las universidades como una parte fundamental de los negocios. El documento “Business Ethics in Action: Seeking Human Excellence in Organizations” del profesor del IESE Domènec Melé, viene a llenar este vacío tratando de demostrar, a través de ejemplos de conocidos escándalos empresariales, que la ética no es una condición opcional, sino imprescindible para un buen negocio.

La nueva conciencia ética vigente en el mundo de los negocios parte de la tesis de que la falta de ética provoca pérdidas-monetarias, de reputación…-a las empresas y a los mercados en general. Una actuación poco honesta puede provocar graves daños en los resultados financieros de una empresa o bien, en último término, que una compañía llegue a derrumbarse como un castillo de naipes.

Cuánta más corrupción exista en una economía empresarial, menos inversiones se producirán, con el consiguiente déficit de crecimiento. En el panorama económico actual, invertir en ética es quizás uno de los negocios más rentables para la empresa, mejorando su imagen corporativa, agilizando sus movimientos en el mercado y fortaleciendo la lealtad de sus clientes, empleados y los stakeholders en general.

En palabras de la filósofa Adela Cortina, que ha disertado ampliamente sobre el tema de la ética en los negocios, la caracteriza como un saber práctico que consiste en tomar decisiones prudentes y justas. Concebir a la ética de los negocios como parte de una teoría de las decisiones no es poca cosa. Las decisiones tomadas por el ceo de una compañía tienen influencia sobre el medio ambiente, la distribución del ingreso, el desarrollo tecnológico y las condiciones sociales y políticas.

El documento del profesor del IESE Domènec Melé aborda el problema de la ética en los negocios desde una perspectiva centrada en el individuo, partiendo de la premisa de que una empresa es el resultado de la suma de sus partes, aquellos que la integran. Melé distingue así el código ético universal y racional de la moralidad espontánea de una persona.

El autor aboga por la estrategia de respectar la diversidad cultural y arremete contra el relativismo cultural y realiza un retrato de las organizaciones que justifican esta postura elaborando una serie de pautas éticas válidas en todo el mundo.

También incluye una descripción de los vínculos de varias religiones de ámbito mundial con la ética empresarial, con el ánimo de mostrar la atemporalidad y universalidad de determinados principios. En la obra también se aborda el papel del individuo en el seno de la organización.

En particular, el autor reflexiona sobre cómo la ética se sitúa en el centro de la acción de los seres humanos y pone el acento en la importancia de la responsabilidad individual y de tomar decisiones que respondan a unos criterios morales sólidos.

Como ejemplo, cita la decisión de Cynthia F. Cooper de “tirar de la manta” del escándalo de WorldCom. Además el autor describe otras actuaciones éticas muy discutidas, como el uso de información privilegiada o los fraudes.

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Otro aspecto en el que se hace hincapié es en el uso y abuso de poder. Melé hace referencia y a la ética de la organización como institución en sí. Las organizaciones deben respetar a los individuos permitiéndoles ejercer sus derechos como trabajadores.

Además, fuera de la organización la empresa ha de tener en cuenta los derechos de los consumidores, ámbito de la ética del marketing. El caso de la retirada masiva de juguetes de Mattel, por ejemplo, demuestra que cuando las empresas ocultan información vital a los consumidores, éstos les pasan factura.

En cuanto al concepto de ciudadanía corporativa Melé asegura que, como la empresa es parte de una comunidad, ha de actuar con responsabilidad en la relación con los demás miembros. Esa responsabilidad no se limita a las consideraciones económicas, sino que comprende también un esfuerzo por alcanzar la sostenibilidad.

Ha tenido que recorrerse un largo camino para que la ética haya conseguido consolidarse como algo imprescindible en el mundo de los negocios. La responsabilidad social es ahora algo bien aceptado en el mundo de los negocios, pero en sus primeros tiempos la idea de que las empresas estuvieran moralmente obligadas a un mayor compromiso social fue duramente cuestionada por influyentes autores, como Milton Friedman, adalid de las teorías proclives al “the business of business is business”.

Hoy en día, por el contrario, la responsabilidad social se concibe como inevitable compromiso de la empresa con los que tienen interés en sus acciones, los stakeholders.

Un buen ejemplo de la influencia del modelo de compromiso con los stakeholdeers es el formado por The Caux Round Table, un grupo mundial de empresarios que promueve varios principios éticos llamados Principles for Business, el primero de los cuales establece la responsabilidad de la empresa con stakeholders. Así pues, las empresas adoptan un compromiso para mejorar la calidad de vida de sus clientes, empleados y accionistas, amén de los proveedores y competidores.

La tendencia mundial actual es establecer un compromiso mínimo con los principios que defienden los organismos internacionales de mayor solvencia moral. La expresión escrita de este compromiso son los llamados código globales, entre los que destaca el Pacto Mundial de Naciones Unidas que se consolida como la fuente que unifica los principios éticos a asumir por todas las compañías a nivel global.

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