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¿Podría el vino enlatado ayudar a salvar el planeta?

En un mundo donde la sostenibilidad se ha vuelto el centro de los negocios, el vino enlatado podría ayudar a salvar el planeta, según The Guardian. La razón es que aunque la vinificación es un sector de bajas emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), la huella de carbono de un vino tiene mucho más que ver con la forma en que se envasa.

Por ello, durante los últimos años se ha producido una revolución silenciosa en la industria: el vino enlatado. Este y otros envases alternativos, como los barriles o contenedores de cartón, parecen estar ganando terreno entre los consumidores responsables que conocen del impacto de sus prácticas y desmitifican las preocupaciones sobre la alteración del sabor.

Gracias a esto, actualmente, el vino enlatado parece una nueva tendencia sostenible que está respondiendo frente al cambio climático. ¡Te contamos más sobre ello!

Embalaje sostenible para el vino

Si bien, por mucho tiempo, la botella de vidrio demostró ser el mejor envase debido a su humildad, gracia y perpetuidad —lo que la hacía ideal para el envejecimiento— es responsable del mayor porcentaje de emisiones de GEI de la industria vinera, y por ende contribuyente del calentamiento climático que ocurre a paso veloz.

Un informe de 2014 de Wine Institute, una asociación industrial de bodegas de California, encontró que las botellas de vidrio representaban el 29% de la huella de carbono del vino, y eso sin incluir el transporte, durante el cual, el gran peso de las embarcaciones aumenta las emisiones.

Por si fuera poco, la creación de botellas de vidrio en hornos al rojo vivo consume mucha energía. Y pese a que se suele pensar que el vidrio es reciclable, que técnicamente lo es, en los EE. UU., solo se recicla el 31% de este material, en comparación con el 50% de las latas de aluminio. Para los bebedores de vino que se preocupan por el planeta, es esencial considerar envases como este último.

La transición de lata a vidrio, una necesidad

“El aluminio se recicla, el vidrio no», señala Philip Marthinsen, que tiene experiencia en la dirección de una agencia creativa centrada en la sostenibilidad y cofundó la marca de vino enlatado Djuce, con sede en Estocolmo, en 2022. La especialidad de su compañía son cosechas de viticultores de prestigio como Meinklang, Austria y la leyenda francesa, Dominique Piron.

Para explicar su postura, Djuce cita un estudio de SystemBolaget, en el que se muestra que cambiar a tres latas de aluminio de 250 ml (que juntas contienen tanto vino como una botella) se reduce el 79% de las emisiones de carbono producidas por los envases tradicionales. Además, el aluminio es infinitamente reciclable; casi el 75% del aluminio producido alguna vez todavía se usa hoy en día.

Marthinsen y sus colegas ven el vino enlatado como una forma de cambiar la cultura del consumo y, a medida que la industria busca atraer a las generaciones millennial y zoomers, esta nueva presentación podría ser un anzuelo. Después de todo, los jóvenes beben muchas otras cosas en latas: refrescos, cócteles mixtos, cerveza y otros.

Las latas no solo son fáciles de transportar, la pequeñez de su abertura significa que es menos probable que se derrame durante un baile, lo cual es revolucionario para aquellos que están acostumbrados a tener una copa de Merlot en la mano. Aunado a esto, el nuevo consumidor está cada vez más consciente de cuánto bebe y no siempre quiere comprar una botella.

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Beneficios ambientales superan estigmas de consumir vino en lata

El escritor y sommelier del restaurante Pinch, Miguel de León, reconoce que las botellas de vino son imbatibles para envejecer el vino, este proceso de crianza y maduración influye en los matices finales del vino, en sus propiedades organolépticas, y en el carácter que tomará. Sin embargo, la mayoría están destinados a consumirse dentro de los primeros cinco años de haber sido producidos, por lo que el experto no ve el porqué las latas no pueden ser la mejor opción.

Pero otros siguen siendo escépticos frente a las bondades y logros de esta adaptación. Las latas están bien “si solo te interesa el vino por motivos de sostenibilidad, pero presumiblemente estás bebiendo vino porque te gusta cómo sabe”, dice Lettie Teague, columnista de vinos del Wall Street Journal. Por eso Teague no está convencida de la calidad de los vinos enlatados. “La gran pregunta es, ¿qué tan bueno es ese vino?”.

Esta preocupación también la presentó Marthinsen cuando estableció Djuce. “Estuvimos de acuerdo, era un vino realmente malo. En realidad, no tuvo nada que ver con la lata, fue solo un mal vino que se puso en la lata”. 

Él y sus socios decidieron acercarse solo a enólogos de primer nivel. Marthinsen esperaba cierta resistencia, pero descubrió que muchos estaban entusiasmados con el argumento de la sostenibilidad para el vino enlatado. “Son agricultores. Ven en en tiempo real el efecto del cambio climático”, destaca.

Para Marthinsen los barriles reutilizables y los bag-in-box tienen una pequeña ventaja sobre las latas en términos de sostenibilidad, pero el vino en lata y su fácil reciclaje tiene la posibilidad de ser el contenedor que se imponga. Los vinos en botellas de vidrio parecen no ir a ninguna parte, pero optar por otra opción podría tener importantes implicaciones para el futuro de la humanidad.

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