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Los elefantes ¿víctimas de los souvenirs?

Medio Ambiente

El tráfico ilegal de marfil no solo ha dañado severamente la población de estos animales, también sirve para financiar otros crímenes

El elefante africano, uno de los animales más majestuosos del mundo, está en peligro. A principios de la década de 1990, cinco millones de elefantes vagaban por el continente africano. Luego, el tráfico de marfil los llevó al borde de la extinción, ya que murieron el 90% de estos animales sus colmillos.

El mundo reaccionó en 1989 e impuso una prohibición al tráfico internacional del marfil, que fue aprobada en la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de la ONU. La población de elefantes se estabilizó. Sin embargo, a causa de la creciente demanda de adornos y artículos tallados de marfil en Asia, particularmente en China, la caza ilegal de elefantes retomó fuerza.

La mayor masacre en un año desde que fue instaurada la prohibición de 1989 ocurrió en 2012: murieron hasta 35,000 elefantes. Esto representa casi 100 diarios. Cada año decenas de miles son asesinados; si no actuamos, llegará el día en el que este magnífico animal solo sea conocido a través de los libros de historia.

Los cálculos indican que si continúa la matanza de elefantes al ritmo actual, podrían extinguirse en una década. No solo mueren elefantes. Los guardabosques que tratan de protegerlos de los cazadores furtivos también.

El tráfico ilícito de marfil —conocido también como «oro blanco»— es un negocio multimillonario; al ser ilegal, es muy atractivo para personas involucradas en otros asuntos criminales. Es marfil sangriento: se sabe que al Shabaab, el brazo de al Qaeda en África y el responsable de la constante inestabilidad en Somalia, financia sus operaciones a través de la caza furtiva de elefantes. Han calculado que al Shabaab recauda unos 600,000 dólares (unos 7,800,000 pesos) al mes a través del tráfico ilegal. El Ejército de Resistencia del Señor, otro infame grupo terrorista conocido por obligar a los niños a incorporarse a sus filas, también participa en la caza ilegal y el tráfico de marfil de elefantes.

Detener este problema no solo es una cuestión de conservación, sino de seguridad nacional y de estabilidad internacional.

El año pasado, Naciones Unidas publicó un reporte en el que advertía que la caza ilegal de elefantes está en su peor nivel en una década, mientras que las confiscaciones de marfil están en su nivel más alto desde 1989. A mediados del año pasado, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, emitió un decreto en el que reconoció que la caza ilegal de especies protegidas y el tráfico ilícito de marfil se ha convertido en una crisis internacional y que Estados Unidos debe intervenir en su combate.

La salvación de los elefantes y otras especies amenazadas es una causa que trasciende las fronteras partidistas e internacionales. Todos debemos participar.

Todo empieza con nuestra vida personal.

El tráfico de marfil prospera porque hay demanda de bienes de lujo que son fabricados con este material. Como consumidores, nunca debemos comprar productos de marfil y deberíamos exhortar a los demás para que revisen que sus compras no provengan de fuentes ilegales. Debemos seguir atentos al problema de la caza ilegal y de la amenaza que representa para los elefantes africanos y otras especies.

El gobierno estadounidense también puede tomar algunas medidas. Como codirector del Comité de Conservación Internacional del Senado estadounidense, he colaborado con mis colegas de ambos partidos para informar a los miembros del Congreso sobre estos problemas persistentes y aprobar leyes que autoricen programas de conservación probados y que dirijan recursos a las labores internacionales para desmantelar la maquinaria de la caza ilegal.

La Ley de Reformas para la Conservación es parte de este esfuerzo. De ser aprobada, podríamos delinear y aumentar la eficacia de nuestras labores internacionales de conservación. También he trabajado para que reautoricen la estampilla Saving Vanishing Species, con la que recaudan fondos para la protección de los animales amenazados y su hábitat sin costo para los contribuyentes estadounidenses.

Con los años hemos visto que los actos de unas cuantas personas miopes, maliciosas y ambiciosas han destruido casi por completo a una especie. Si actuamos ahora, podremos asegurarnos de que el elefante africano no se vuelva un triste elemento más en la lista de animales que nunca podremos recuperar.

Fuente: CNN

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