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El sueño de un México lindo e inclusivo

Existen estrategias para genera cadenas de valor desde los sectores pobres, dice Laura Calleros; te damos algunas ideas donde varios actores de la sociedad pueden colaborar para crear bienestar.

Según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, que levanta sistemáticamente el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), así como el informe publicado en julio del 2009 por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) en 2008, 50.6 millones de mexicanos eran pobres, es decir, no contaban con un ingreso suficiente para satisfacer sus necesidades básicas de salud, de educación, de alimentación, de vivienda, de vestido y de transporte público.

De esta población, 19.5 millones eran pobres alimentarios, es decir, no contaban con un ingreso suficiente para adquirir una canasta básica de alimentos.

Situación alarmante si se considera que durante 2009 la situación de la pobreza se vio agravada por la crisis económica mundial, y que en este 2010, a pesar de que las perspectivas económicas son positivas y varios analistas han mencionado que la recuperación está en marcha, se espera que sea una recuperación lenta dependiente de la recuperación económica de nuestro vecino del norte, lo que no genera un ánimo positivo en la población.

Asimismo, para nuestros hermanos latinoamericanos la situación pinta diferente, ya que a pesar de presentarse una desaceleración en la reducción de la pobreza, cuya causa principal podría ser la severa crisis económica mundial, las cifras disponibles al año 2008 reflejan una evolución positiva de la pobreza con respecto de 2007. El único país que registró un empeoramiento de la situación de pobreza fue México, cuyo incremento de 3.1 puntos porcentuales entre 2006 y 2008 refleja los primeros efectos de la crisis económica.

Ante esta situación la pobreza continúa siendo un problema crónico para el mundo, a pesar de la cantidad de tiempo y recursos destinados a su erradicación desde el final de la Segunda Guerra Mundial. En México es aún más grave la situación, lo que obliga a los distintos sectores: gobierno, empresarios, organizaciones civiles y población en general, a buscar formas creativas que permitan mejorar la economía y la calidad de vida, en donde el rol del sector privado en la lucha contra la pobreza es ya un problema que requiere atención prioritaria. James Austin menciona que «para buscar soluciones, la atención del mundo se ha dirigido hacia la empresa privada, como una respuesta efectiva a la pobreza global».

Varios han sido los esfuerzos que en este sentido se han realizado, desde la aparición del concepto de responsabilidad social corporativa, hasta la teoría de hacer negocios con la base de la pirámide, es decir, el sector de bajos ingresos, ofreciéndoles servicios básicos a precios y condiciones de pago accesibles, sin embargo, en los últimos años un nuevo concepto ha empezado a cobrar fuerza. Los negocios inclusivos, son iniciativas de empresas privadas que ayudan a las comunidades de personas pobres a organizarse en emprendimientos sociales productivos, a integrarse a redes comerciales y sociales y a contar con herramientas para incrementar su poder de negociación con otros actores, como los gobiernos y otras empresas .

El tema de los negocios inclusivos ha sido fuertemente apoyado por el Social Enterprise Knowledge Network (SEKN), Fundación AVINA, el Servicio Holandés de Cooperación SNV, el World Business Council for Sustainable Development (WBCSD), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Los negocios inclusivos son iniciativas de negocios con los sectores de bajos ingresos (SDI) en las que éstos participan como productores, distribuidores o consumidores en una cadena de valor rentable y escalable. Por su parte, Fundación AVINA, quién se ha caracterizado por profundizar en el tema en América Latina, menciona que los negocios inclusivos son iniciativas económicamente rentables, y ambiental/socialmente responsables, que utilizan los mecanismos del mercado para mejorar la calidad de vida de personas de bajos ingresos, al permitir:

* Su participación en la cadena de valor como proveedores de materia prima, agentes que agregan valor a bienes o servicios, o vendedores/distribuidores de bienes o servicios, y/o

* Su acceso a servicios básicos esenciales de mejor calidad o a menor precio, y/o

* Su acceso a productos o servicios que les permita entrar en un «círculo virtuoso» de oportunidades de hacer negocios o mejorar su situación socio-económica.

Para Hugo Araujo, consultor especializado en iniciativas sociales, los negocios inclusivos son generados por emprendedores sociales que buscan agregar valor vía el impacto social. Él denomina a este nuevo esquema de hacer negocios como negocios alternativos y los clasifica en cinco grandes áreas:

– Filantropía estratégica o inversión social. La cual se concibe como aquellas inversiones que implican la destinación de recursos privados a mejorar las condiciones de vida de comunidades y/o grupos de población, a partir de una decisión voluntaria, convirtiéndose en un instrumento de la responsabilidad social corporativa, en donde las empresas han visto una oportunidad de mejorar su imagen ante la sociedad (consumidores) vía el desarrollo de iniciativas que produzcan un impacto social.

– Negocios verdes. En la primera década de este siglo está emergiendo la nueva economía verde que busca dar solución a los problemas ecológicos y sociales creando nuevas oportunidades y retos para las empresas de todos los tamaños y en todos los sectores. El cambio climático y los efectos de la contaminación han dado paso a la innovación desarrollando nuevos productos, procesos, mercados y modelos de negocios En México el principal promotor de esta nueva forma de hacer negocios sostenibles es la organización New Ventures, liderada por Rodrigo Villar Esquivel, misma que se ha convertido en la aceleradora más importante para negocios sostenibles en el país, cuyo objetivo es potenciar a estas empresas en sectores como: energía alternativa, turismo sostenible, productos orgánicos, tecnologías limpias y construcción sostenible (New Ventures México).

– Negocios para los sectores de bajos ingresos, BOP, por sus siglas en inglés (Base of the pyramid), cuya aportación conceptual la realizaron Michael Porter y C.K. Prahalad, haciendo hincapié en el potencial estratégico de la responsabilidad social corporativa y en el potencial comercial de hacer negocios con la base de la pirámide En México y el resto de Latino América son ya varias las empresas que atienden necesidades de los sectores de bajos ingresos a través de productos y servicios que mejoren sustancialmente su nivel de vida, específicamente, en nuestro país tenemos el caso de CEMEX a través de su propuesta «Patrimonio hoy».

– Ciudadanía Económica para Todos, FEC por su siglas en inglés (Full Economic Citizenship), es una iniciativa de Ashoka, que a través del modelo denominado cadenas híbridas de valor (CHV), buscan promover cambios a gran escala en colaboración entre los emprendedores sociales y de negocios donde la combinación de capacidades a lo largo de la cadena de valor permite llevar productos y servicios a comunidades de bajos ingresos a un precio justo, a través un modelo que combine las mejores prácticas tanto de empresas del sector social como del sector de negocios (Ashoka).

– Negocios Inclusivos, para el entrevistado éstos son concebidos como la posibilidad de desarrollar iniciativas de negocios con los sectores de bajos ingresos en los que éstos participan como productores o distribuidores en colaboración con empresas del sector privado, organismos sociales o instituciones del sector público y vincula su evolución a los esfuerzos realizados por Fundación AVINA, el World Business Council por Sustainable Development y la Social Enterprise Knowledge Network. En nuestro país menciona como principales promotores a la Fundación de Empresarios Mexicanos (FUNDAMEX), a la Comisión de Estudios del Sector Privado para el Desarrollo Sustentable (CESPEDES) y a su propia empresa Sustentavía.

En este marco, se hace evidente que el término negocios inclusivos aún no ha sido completamente reconocido, y cada organización promueve o tiene una concepción específica sobre el mismo, que si bien no son totalmente contrarias, si implican que los diferentes participantes deben enfocarse a encontrar puntos de acuerdo y entendimiento para generar sinergias, ya que en todos los casos, estas iniciativas buscan generar un impacto social que reduzca el grave problema de la pobreza extrema. A esta actividad deben sumarse las instituciones académicas, los emprendedores sociales, funcionarios públicos, así como la sociedad en general.

De cualquier forma, la realidad es que la inclusión de los sectores de bajos ingresos en la economía es una actividad prioritaria para todos los involucrados, en donde su participación activa en las cadenas productivas deberá ser un tema que requiera de mayor atención y creatividad.

Muchos son ya los esfuerzos en este ámbito, sin embargo, estos son aislados y sus modelos han sido poco probados en donde la mayoría siguen siendo pruebas piloto, lo que nos lleva a la reflexión y al desarrollo de una serie de cuestionamientos que deberán ser respondidos a la brevedad posible para que puedan existir metodologías de trabajo que permitan que las iniciativas de estos negocios inclusivos realmente generen un impactos social que alivie las grandes carencias de tantos millones de personas y beneficien a todos los que estén dispuestos a involucrarse en ellos, algunos de estos cuestionamientos que se plantean son:

– ¿Es posible integrar a los sectores de bajos ingresos en cadenas productivas como participantes activos y no sólo como consumidores?

– ¿Realmente los negocios inclusivos pueden generar retorno de inversión y utilidades para los inversionistas y los demás participantes, así como, mejorar las condiciones de vida de los más desfavorecidos?

– ¿Es una solución viable a aplicarse en nuestro país?

– ¿Existe un modelo que permita garantizar la factibilidad de estas iniciativas?

– ¿Cómo debe desarrollarse estas iniciativas si se requiere que su impacto sea a gran escala?

– ¿Qué cambios necesitan realizar las empresas para poder involucrarse en este nuevo modelo de hacer negocios?

Y quizá la pregunta más compleja e importante podría ser: ¿podemos desde las instituciones de educación superior promover la integración de cadenas productivas entre nuestros jóvenes emprendedores y los jóvenes emprendedores provenientes de los sectores de bajos ingresos?

Si la respuesta a estos cuestionamientos es positiva se puede empezar a crear un país que brinde más oportunidades y que salga de la profunda crisis económica en la que se ha visto inmerso en los últimos años. Entonces y sólo entonces se podrá soñar con un mejor futuro para todos en un «México lindo y querido».

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