Las muertes por armas de fuego son un grave problema de salud pública en los Estados Unidos. Comparado con otros países de altos ingresos, los estadounidenses, están con:
- Siete veces más probabilidades de ser violentamente asesinados
- Veinticinco veces más probabilidades de morir violentamente con un arma
- Seis veces más probabilidades de morir accidentalmente con un arma
- Diez veces más probabilidades de morir por la muerte de un arma de fuego en general
Aunque la seguridad escolar se ha convertido en un mercado de 2.7 mil millones de dólares, una estimación que no da cuenta de los miles de millones más gastados en oficiales de policía armados del campus, se ha investigado poco sobre qué medidas de seguridad protegen y no protegen a los estudiantes de la violencia con armas de fuego.
De acuerdo con los datos de la encuesta del Centro Nacional de Estadísticas de Educación, la proporción de escuelas que implementan sistemas de videovigilancia ha aumentado del 20 por ciento en 1999 a más del 70 por ciento en 2013. Del mismo modo, la proporción de escuelas que controlan activamente las entradas a sus edificios ha aumentado desde 75 por ciento a más del 90 por ciento.
A pesar de los avances en el nivel de seguridad utilizado en las instalaciones escolares, la cantidad de tiroteos masivos en las escuelas de los Estados Unidos se ha mantenido relativamente constante durante los últimos 30 años. Al mirar específicamente a las escuelas secundarias, el número de tiroteos masivos ha alcanzado un nivel sin precedentes en los últimos cinco años.
Actualmente se están investigando nuevas tecnologías para mejorar la seguridad en las escuelas, incluido el reconocimiento facial, la integración de la gestión de la identidad de seguridad lógica y física y las puertas de clase de alta seguridad.
El otoño de 2018, The Washington Post envió encuestas a todas las escuelas de su base de datos que habían sufrido algún tipo de tiroteo desde los asesinatos de 20 estudiantes de primer grado en Newtown, Connecticut, en 2012, lo que provocó un aumento en el gasto de seguridad en los distritos de todo el país.
De las 79 escuelas contactadas, 34 respondieron, incluida la Primaria Sandy Hook. Sus respuestas a las preguntas sobre lo que aprendieron, algunas breves pero muchas de ellas ricas en detalles, brindan información valiosa de los administradores de los distritos urbanos, suburbanos y rurales que, como grupo, han enfrentado el espectro completo de violencia con armas de fuego en el campus: dirigidos, indiscriminados, accidentales y autoinfligido.
Cuando se les preguntó qué podría haber prevenido los disparos en las escuelas, si es que se podía hacer algo, casi la mitad respondió que no había nada que pudieran haber hecho. Sin embargo, varios enfatizaron la importancia crítica de que su personal desarrolle relaciones profundas y de confianza con los estudiantes, quienes a menudo escuchan sobre amenazas antes que los maestros.
Solo una escuela sugirió que cualquier tipo de tecnología de seguridad podría haber hecho una diferencia. Muchos ya tenían planes de seguridad sólidos, pero aún así no pudieron detener los incidentes.
Gran parte de lo que se puede hacer para evitar daños está más allá del control de cualquier escuela porque, en un país con más armas, casi 400 millones, que personas, los niños corren el riesgo de recibir un disparo sin importar dónde se encuentren.
Un estudio de 2016 en American Journal of Medicine encontró que, entre las naciones de altos ingresos, el 91 por ciento de los niños menores de 15 años que fueron asesinados por disparos vivían en los Estados Unidos.
En abril de 2018, los estudiantes de Marjory Stoneman Douglas High School en Parkland, Florida, aparecieron en la conferencia 4A’s Accelerate en Miami para pedirle ayuda a la industria de la publicidad para promover su mensaje de reforma de la ley de armas.
Una serie de iniciativas producidas por agencias y creativos que actuaron de manera independiente demostraron que su apariencia en realidad impulsó la acción.
Varios asistentes representaron a Change The Ref, un grupo formado por Manuel y Patricia Oliver, padres de la víctima de disparos en la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas, Joaquin Oliver.
Esa organización se convirtió en una de las primeras en lanzar una campaña, asociándose con el Área 23 de FCB Health Network en una iniciativa de Posts Into Letters que transforma las publicaciones de las redes sociales en cartas al Congreso escritas con la letra de Joaquin.
