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La loca idea de una “banca ética” en América Latina

Banca ética

Joan Melé devela los secretos de los bancos con valores, instituciones que financian proyectos muchas veces desechados por la banca tradicional como las alternativas sociales, las culturales y las ambientalmente responsables. Además, se refiere a la factibilidad de que exista una de esas entidades en la región: «No sólo es posible; es necesario”, dice.

En los países de América Latina el discurso crítico respecto a la banca tiene muchas similitudes. Que las instituciones crediticias no financian emprendimientos nacientes. Que tampoco lo hacen con las pequeñas y medianas empresas (Pymes). Que no dan préstamos a iniciativas culturales ni sociales y que no siempre costean propuestas ambientalmente sustentables. También se dice que si los bancos llegan a prestar dinero a estas alternativas, lo hacen en condiciones que no son de lo más ventajosas.

¿Por qué la banca hace eso? Supuestamente, porque esos negocios tienen un riesgo elevado, porque las compañías de menor escala no serían buenas pagadoras o porque los proyectos mencionados no son del todo competitivos.

Como sea, es una realidad que las Pymes y los emprendimientos sociales, culturales o ambientalmente responsables, la mayoría de las veces terminan rascándose con sus propias uñas.

Con ese panorama de fondo, en naciones como Argentina y Chile se ha comenzado a hablar de la “banca ética”, un concepto que suena extraño y que, por cierto, es inquietante. Sobre todo por el momento en que aparece por estos pagos, un tiempo en que los consumidores se han empoderado, están más informados y demandan buenas prácticas empresariales.

Sin embargo, el relativo desconocimiento que hay en la región acerca de la “banca ética” da lugar a muchas preguntas: ¿Qué es? ¿Cuál es su origen? ¿Cuáles son sus valores? ¿Quiénes son sus clientes? ¿Qué alternativas financia? ¿Es un modelo de negocios sostenible? ¿Hay espacio en Latinoamérica para una apuesta de esta naturaleza? ¿Es una oferta cierta o es un golpe de marketing?

Vamos por parte. El concepto tomó fuerza en días recientes debido a la visita y a las charlas del catalán Joan Antoni Melé en Santiago, Mendoza y Buenos Aires. Él oficia de subdirector general del Triodos Bank, en España, y es uno de los máximos referentes de la “banca ética” en Europa.

De hecho, es el propio directivo quien devela en AméricaEconomía los secretos de este misterio. Según comenta, la misión de los “bancos éticos” fue definida hace cuatro décadas: contribuir a cambiar positivamente el mundo a través del financiamiento de empresas y proyectos que tienen un valor agregado social, que favorezcan la calidad de vida de las personas y el medio ambiente.

“Nuestra misión (en el Triodos Bank) es invertir sólo en economía real, nada de especulación. Sólo lo hacemos en empresas responsables que mejoren el mundo”, declara, precisando que la entidad se ha especializado en los sectores cultural, social y medioambiental.

Uno de los principales cuestionamientos que se le hace en América Latina al sistema crediticio es la abismante asimetría de la información entre las instituciones y sus clientes. La “banca ética” también intenta responder a ello: “Vamos por una transparencia radical”, asegura Melé, añadiendo que “contamos cómo, por qué y qué hacemos hasta con el último céntimo. Tenemos criterios de inversión y de no inversión. Publicamos a todas las compañías que financiamos, a qué se dedican y dónde están, para que la gente pueda investigar”.

Consultado por su opinión sobre los bancos tradicionales, el catalán invita a preguntarse: “¿están en paraísos fiscales o han financiado empresas que contaminan? Si es así, pues que lo publiquen. Que eso se sepa (…) Yo no puedo emitir un juicio; simplemente digo que mientras no sean transparentes, me generan dudas”.

Otra diferencia tiene que ver con la ausencia de bonos para directivos. “Tenemos un salario digno para vivir bien, pero hagamos lo que hagamos no cobramos más. Esta es una de las cosas que estropean el ámbito de los negocios y de la banca: la codicia”, manifiesta.

El detalle no es menor. Basta con retroceder hasta el año 2008, cuando la crisis subprime se contagió desde Estados Unidos a nivel global. Mientras las pérdidas han sido socializadas y las han asumido los países y ciudadanos de todo el orbe, muchos ejecutivos bancarios que causaron el descalabro -a través de la creación de sofisticados y cuestionables instrumentos financieros-, recibieron abultados e indignantes bonos que aseguraron su futuro y hasta el de su descendencia.

“La brecha entre el salario del que cobra más, el presidente del banco, y el que acaba de ingresar, el aprendiz, es muy baja y la publicamos”, complementa Melé.

¿En América Latina?

¿Es posible replicar el concepto en Latinoamérica? ¿Es posible, considerando que en varios países de la región el modelo neoliberal es parte del paisaje socioeconómico y donde el lucro se ha instalado como un valor sacrosanto, incluso en áreas tan sensibles como la educación, la salud y las pensiones? Estas preguntas no tienen una respuesta sencilla, pero Melé se aventura a contestarla desde su experiencia. Apunta que en España, y en general en Europa, el esquema a enfrentar ha sido el mismo y costó años dar a conocer y posicionar la “banca ética”. Pese a ello, y a la severa crisis que se vive en el Viejo Continente, los bancos con valores han continuado creciendo, señala.

“Este un cambio de paradigma. Señores, eso de que cada uno mire por lo suyo para ganar lo máximo, está tocando su fin. ¿Adónde nos ha llevado este liberalismo? A destruir un planeta y a que cada vez hay más diferencia entre poca gente muy rica y muchos que lo están pasando mal”, asevera.

Plantea que el modelo es factible de imitar en estas latitudes. Y no sólo eso: “Es necesario”, consigna, y para ello se requiere de personas comprometidas, preocupadas por los problemas sociales y ambientales; de banqueros y empresarios que apoyen y que pongan la profesión al servicio de esta idea. Lo más complejo, en todo caso, es que esos individuos deben “tener el coraje para empezar”, sostiene Melé.

Si eso llega a ocurrir, agrega el directivo del Triodos Bank, en la Alianza Mundial de Banca con Valores, que agrupa a 25 entidades financieras del tipo, se les acoge para darles apoyo y para que adopten su modo de trabajo.

Para la reflexión

Melé visitó Chile invitado por la Agrupación de Usuarios por una Banca Ética (AUBE), entidad que está en vías de formalización y que entre sus adherentes cuenta a Juan Ignacio Cristi, ingeniero comercial, magíster en marketing y consultor independiente. Como uno de los promotores de esa asamblea, coincide en que la “banca ética” es posible de replicar y que es sostenible económicamente. Así, convocan a empresarios, personeros del mundo del emprendimiento, de la educación, fundaciones y, principalmente, a jóvenes. “Este esfuerzo no puede quedarse sólo con una generación. Tenemos la visión de que permanezca en el tiempo”, subraya.

Entre los argumentos que expone para reflexionar acerca de su agrupación y de la idea de una banca con valores, Cristi sugiere despertar la consciencia en cuanto a que la ley de la oferta y la demanda “no es una ley natural, es artificial. Nosotros, como seres humanos pensantes, podemos estar sobre esa ley que lo único que regula es la codicia”.

En esa línea, el consultor complementa: “En Chile estamos experimentando un paradigma basado exclusivamente en lo económico y en la codicia. Tenemos un lindo desarrollo económico, pero, ¿qué está pasando en la sociedad si no es un gran anhelo de ser mirados como individuos, como sujetos, y no como objetos? Hay un empoderamiento muy fuerte que lleva a la gente a decir ‘somos personas, no objetos’ (…) Lo que hemos vivido ha generado como resultado un profundo descrédito por la política, por el empresariado y por el sistema financiero”.

La economista del think tank Libertad y Desarrollo (LyD), Cecilia Cifuentes, califica de favorable la iniciativa, aunque advierte que se “necesitan los resguardos característicos de cualquier tipo de banco, en el sentido de que hay riesgos y de que se debe cumplir la regulación”.

Consultada por si la presencia de la banca ética implica la existencia de una banca que no es ética -que estaría representada por las instituciones financieras tradicionales-, Cifuentes manifiesta que “no me parece que haya elementos antiéticos en la banca en general. Si tal como está establecida cumple con las normas, no veo dónde estaría el conflicto ético”.

Además, la economista deja espacio al escepticismo. “Uno también puede pensar que el tema de los nombres (aludiendo al concepto de “banca ética”) a veces tiene más que ver con marketing que con otra cosa”, dice.

Ante estas dudas, que por cierto son legítimas, Melé asevera que “si esto fuera mentira o si sólo fuera un eslogan publicitario, las personas, que no son tontas, se habrían dado cuenta en cuatro días”, añadiendo que “puede sonar raro esto de la banca y de la ética, pero lo estamos haciendo desde hace 40 años en España y la gente se lo cree”.

Fuente: América Economía

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