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¿Es posible enseñar al cerebro a ser menos racista?

Llevamos un largo rato luchando por quitar los prejuicios y otras malas prácticas de nuestro día a día pero, ¿realmente es posible ser menos racista?

Ser menos racista… ¿imposible?

Un estudio realizado por el CIS en 2014, señala que no importa el tiempo que pase ni lo que ocurra, todavía no logramos deshacernos de los prejuicios raciales, resaltando que el 49% de las personas extranjeras señalan haber sido víctimas de una discriminación a lo largo de su vida y un 62% considera que el número de inmigrantes es elevado o excesivo.

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“Hay más: un 29% de los españoles considera la inmigración como algo negativo o muy negativo, algo que puede ayudar a explicar que en el último año se hayan detectado 125 casos de discriminación o delitos de odio. Y serían muchos más si todas las víctimas denunciaran, ya que el 90% no lo hace por creer que no cambiaría nada”, señala.

¿Por qué no podemos dejar de ser racista?

Una de las razones por las que algunas personas no pueden dejar de ser racista es porque los prejuicios se instalan en nuestro cerebro desde que somos pequeños.

Para demostrarlo, se realizó el “Doll test”, un experimento psicológico que se hizo en los años 40 en Estados Unidos para comprobar el nivel de marginación percibido por los niños afroamericanos debido a perjuicios, discriminación y segregación racial.

La misma dinámica del experimento se replicó en Italia en 2016 y los resultados obtenidos volvieron a resaltar que la humanidad estamos muy lejos de poder superar el racismo y poder eliminar los prejuicios relacionados con la etnia.

El psicólogo, Robert Zajonc comprobó la estrecha relación que existe entre la familiaridad y la forma en que juzgamos: “cuanto más expuestos estamos a algo, más nos gusta, y viceversa. Una idea muy popular a día de hoy que se conoce como Teoría del efecto de mera exposición”.

Otro estudio de 2012, llevado a cabo en la Universidad de Brandeis, comprobó que la respuesta a que nos guste más algo se encuentra en la corteza orbitofrontal, que está asociada al sistema de recompensa de nuestro cerebro y a la toma de decisiones. Esta nos alerta de si es seguro o no aproximarse a determinadas personas, situaciones o cosas.

“La corteza orbitofrontal activa el reflejo de alerta ante imágenes de personas nuevas, de lo que se puede deducir que, efectivamente, tendemos a reaccionar a lo desconocido con miedo”, señalan.

¿Cómo podemos ser menos racistas?

Los expertos de estos estudios señalan que aunque nos familiarizarnos con algo no provoca que nos guste más, sí hace que lo temamos menos.

“Es por ello que siempre preferiremos nuestra propia casa a la de otra, por peor que, objetivamente, sea: como en casa, en ninguna otra parte; lo conocido nos hace sentir bien”, señalan.

Pero lo que si recomiendan es que las personas nos hagamos más consientes sobre esto: “es el miedo a lo desconocido lo que provoca el prejuicio hacia las otras etnias. La etnia o raza no es la causa del racismo, ya que la raza es una construcción de origen psicosociológico: fue el racismo el que inventó el concepto de raza, y no al revés”.

Así que para comenzar a eliminar esto, tenemos que trabajar sobre nosotros mismos: «Observemos esos miedos inconscientes y hagamos algo por eliminarlos antes de incorporar nuevas creencias inclusivas, para no engañarnos a nosotros mismos e incorporar nuevas conductas microrracistas mientras creemos estar eliminando todo atisbo de discriminación: una vez hagamos lo primero, será más fácil guiar a nuestro cerebro hacia el mejor camino», comparten.

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