Adoptar estilos de vida bajos en carbono requiere un cambio en el sistema

Con demasiada frecuencia, se considera que adoptar estilos de vida bajos en carbono es algo separado del cambio en el sistema actual, es decir, que no es tan importante. Sin embargo, el cambio climático es un problema de todos y que requiere un comportamiento más sostenible, pero ¿quién debería hacer algo al respecto, individuos que cambian su estilo de vida o marcas y gobiernos que lideren el camino?

Los cambios en el estilo de vida y el cambio sistémico son dos caras de la misma moneda. Millones de pequeños cambios en los sistemas de consumo actual reducirían significativamente nuestra huella de carbono, mientras ayudan a cambiar las normas sociales. Por lo que es claro que necesitamos ambos y están profundamente conectados.

Liderar el comportamiento sostenible

Con esto no queremos decir que se exime a los gigantes de las industrias de su responsabilidad ambiental, pero las investigaciones son claras en cuanto al gran impacto ambiental que tenemos los individuos. Y, aunque la modificación de algunas acciones o comportamientos detonarían grandes cambios, como viajar menos en avión o consumir menos carne, no significa que se realicen.

¿Por qué? para empezar las personas no tienen claro qué elecciones son más impactantes para detener el aumento de la temperatura del planeta. Un estudio del British Retail Consortium (BRC): Moving Consumers to Sustainable Choices encontró que el 70% de los consumidores en Reino Unido realmente no entienden las elecciones más impactantes que pueden hacer.

Lo anterior genera que a menudo sobreestimen los beneficios de las acciones cotidianas, como reutilizar bolsas de plástico, y subestimen materialmente el impacto de las acciones más poderosas, como realizar cambios en la dieta.

«reducir el consumo de productos animales, incluida la carne, los huevos y los productos lácteos, de manera regular podría reducir las emisiones de carbono de cada individuo en alrededor de 1.6 toneladas por año, el 13% de las emisiones anuales totales de un individuo».

Moving Consumers to Sustainable Choices, de BRC.

Más allá de los hechos

Las personas realmente no quieren hacer cosas que les causen malestar o impliquen cambios drásticos a sus habituales estilos de vida, incluso si saben que es una buena medida para la estabilidad del planeta.

Algo interesante de los hallazgos es la regularidad con la que ciertos tipos de cambios de comportamiento promovidos o publicitados se adquieren e interiorizan como acciones correctas o normales.

En el comercio minorista, eso significa que hay más acciones como reutilizar bolsas o reciclar botellas de plástico, en lugar de mensajes que nos animen a consumir menos algún producto, como la carne. Por ello hay un desajuste entre las acciones más populares y las más efectivas para el planeta. Mientras que el 59% de los consumidores dijo que a menudo elegían productos con menos empaque, solo el 28% estaba reduciendo su consumo de productos animales, a pesar de que esto tiene un efecto ocho veces mayor.

Cambios sociales y culturales para salvar el planeta

Siguiendo con el estudio, también se encontró que es probable que los consumidores favorezcan acciones que aparentemente no requieran un sacrificio frente a aquellas que sí. Esa sensación de pérdida o de renuncia a algo que se disfruta no puede contrarrestarse simplemente por conocimiento, se requiere un cambio social y cultural.

Esto porque a menudo las personas están envueltas en una percepción de lo que es «normal» dentro de sus propias prácticas culturales y modos de entender la vida, pero el mundo y la crisis actual que enfrenta la humanidad requieren no solo que las personas conozcan su impacto ambiental, sino un cambio de conducta social sobre lo que está «normalizado».

Apostar por los comportamientos sostenibles

En este camino la presión social y las normas importan. Robert Cialdini, psicólogo, escritor y uno de los principales defensores del poder de las normas para persuadir a las personas a realizar nuevas acciones en EE. UU., escribió: «cuando no estamos seguros, buscamos a otros similares para que nos proporcionen las acciones correctas a tomar. Y, cuanta más gente emprende esa acción , más consideramos que esa acción es correcta«.  

Pero, ¿qué queremos decir con todo esto? Que, para reducir las emisiones importantes y mantener el aumento de la temperatura del planeta por debajo de 1.5° C, individuos, empresas y gobiernos —particularmente aquellos con las huellas ambientales más grandes— tienen que participar y detonar el cambio hacia estilos de vida bajos en carbono.

Las empresas tienen un gran poder de influencia en lo que la sociedad ha adoptado como «normal» todo el tiempo, como lo que la gente viste, come y bebe, y sus modos de vida. Con esta capacidad de influir, también tienen la responsabilidad social de detonar estilos de vida bajos en carbono, que realmente tengan efectos significativos sobre el planeta.

A medida que las normas sociales comiencen a cambiar en línea con la sustentabilidad, los gobiernos impulsen su compromiso ambiental y aumenten sus compromisos de reducir las emisiones contaminantes, la resistencia que ha permeado para adoptar estilos de vida más responsables en la sociedad irá cediendo.