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La identidad de género de estas atletas pone en aprietos al deporte

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El sol brillaba, las gradas estaban casi vacías y el día recién estaba terminando de digerir lo que había dejado la jornada olímpica la noche anterior.

Semenya cruzó la línea de meta en primer lugar de su serie, como se esperaba, casi trotando, sin esfuerzo. Igual de fácil ganó este jueves su serie semifinal. Fueron los momentos de calma antes de la tormenta que puede desatar el próximo sábado.

Si confirma su condición de gran favorita para ganar la medalla de oro y logra romper el récord más antiguo en el atletismo, que ha permanecido intratable durante 33 años.

«Ya no se podrá llamar deporte», sentenció la exatleta británica Paula Radcliffe cuando le preguntaron sobre el más que seguro triunfo de la atleta sudafricana que en 2009 asombró al mundo al arrasar en la final de los 800 metros de los mundiales de atletismo de Berlín, con sólo 18 años.

La contundente victoria de la atleta sudafricana en la final de los Mundiales de Atletismo en 2009 dio paso a un juicio público sobre su feminidad.

Desde aquel momento Semenya ha estado bajo el escrutinio público por ser lo que se considera una atleta intersexual.

Este término se utiliza para describir variaciones en las características de una persona que no encaja en la descripción genética que típicamente diferencia los cuerpos de un hombre y una mujer.

En el caso de Semenya, su cuerpo genera de forma natural niveles de testosterona similares a los que se encuentran en los hombres, lo que se conoce como hiperandrogenismo.

Y para Radcliffe y muchos expertos esa condición representa una amenaza para el atletismo femenino.

«Es un hombre»

Hace siete años, Semenya quedó expuesta incluso antes de ganar la final en la capital alemana con el mayor margen en la historia de los mundiales de atletismo.

De voz grave y cuerpo musculoso, la atleta había logrado bajar en siete segundos su mejor tiempo en los 800 metros en sólo nueve meses, progreso que hizo levantar sospechas entre la autoridades deportivas.

Caster Semenya se convirtió en una celebridad en Sudáfrica en 2009, país donde ahora es tendencia la etiqueta #HandsOffCaster («Dejen a Caster en paz»).

Descartado el dopaje como la razón de sus tiempos, la atención se centró en su cuerpo.

Y la joven fue obligada a someterse a pruebas de género para confirmar que se trataba efectivamente de una mujer, en un cuestionamiento público de su identidad sexual.

La noticia amenazó incluso con opacar los dos récords históricos de Usain Bolt y en los medios se multiplicó su imagen.

«Ella es un hombre», dijo la italiana Elisa Cusma tras perder la final en Berlín.

«¿Es hombre o mujer?», «Dudan que atleta sudafricana sea mujer», «La ambigua sexualidad de Semenya» «¿Caster Semenya es él o ella?», fueron titulares en la prensa.

Y, fascinados por la historia, muchos medios olvidaron que en el fondo de la misma había una adolescente que durante 18 años nunca se había cuestionado su feminidad.

¿Discriminación?

La Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF, por sus siglas en inglés) concluyó que las atletas intersexuales con hiperandrogenismo poseían una clara ventaja sobre el resto de las participantes, que calificó de injusta, por lo que estableció regulaciones para limitar esas diferencias.

Semenya podía correr, pero con la condición de someterse a un tratamiento para reducir su producción de testosterona por debajo del máximo nivel permitido, 10 nanomoles por litro de sangre, que equivale a tres veces por
encima de los niveles del 99% de las atletas mujeres.

Semenya atravesó un momento crítico en su carrera tras ganar la medalla de plata en Londres 2012, corriendo en tiempos muy inferiores a sus mejores marcas.

Y eso fue lo que todos asumen que hizo, dado que nunca pudo volver a correr en los tiempos que estableció en 2009.

Ganó la medalla de plata en los mundiales de 2011 y en los Juegos Olímpicos de Londres en 2012, pero aquel minuto, 55 segundos, 45 centésimas permaneció intocable desde Berlín.

El año pasado ni siquiera pudo avanzar a la final en los Mundiales de Pekín y en 2014 fue incapaz de clasificar a los Juegos de la Mancomunidad Británica en Escocia.

Su carrera fue perdiendo brillo y nadie volvió a cuestionar su género.

Hasta que otra mujer calificada como intersexual decidió presentar un recurso contra la regulación de la IAAF.

Chand se negó a limitar su producción de testosterona, que ella considera como una ventaja natural de su genética.

La atleta detrás del recurso es la india Dutee Chand, quien fue excluida del equipo de su país que participó en Glasgow al negarse a tomar un medicamento para limitar la producción de testosterona de su cuerpo.

¿Discriminación biólogica? Cuándo una mujer no es suficientemente mujer

El Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS, por sus siglas en francés) aceptó los alegatos de los abogados de Chand, que además de calificar la medida de discriminatoria, aseguraron que la IAAF no había demostrado con evidencia que la testosterona mejoraba el rendimiento en las mujeres.

La norma quedó suspendida hasta julio de 2017 dejando a Chand, Semenya y a otras atletas intersexuales -dos de las cuales también participan junto a la sudafricana en Río 2016- libres de correr sin medicamento.

En busca del récord

El efecto fue inmediato en Semenya, aunque la gente cercana a su entorno asegura que no se debe solamente a la decisión del TAS.

En abril, ganó las pruebas de 400m, 800m y 1.500m de las clasificatorias olímpicas sudafricanas el mismo día, y en la reunión de atletismo de la Liga Diamante de Mónaco, en julio, corrió la distancia en 1:55″33, el tiempo más rápido conseguido desde 2008.

Chand participó en la primera ronda de la prueba de 100 metros planos en las Olimpiadas de Río 2016.

Muchos creen que la influencia de Jean Verster, su nuevo entrenador desde finales de 2014, también ha sido fundamental para el progreso reciente de Semenya.

Y ahora muchos consideran que la corredora sudafricana podría batir el récord que Jarmila Kratochvilova estableció en 1983, representando entonces a Checoslovaquia.

Kratochvilova nunca dio positivo en una prueba antidopaje, pero su marca está asociada a una época donde predominaban los programas de dopaje impulsados por los gobiernos de los países del este de Europa.

Don natural

Así, que Semenya gane el oro no sería una sorpresa.

Pero si logra batir el récord más antiguo del atletismo, uno que muchos expertos consideran es imposible de lograr sin el uso de sustancias prohibidas, será inevitable que vuelva a surgir el debate ético y científico sobre la ventaja genética que tiene su cuerpo.

Para Chand y sus abogados es un don natural, como las zancadas de Usain Bolt, la envergadura de la brazos de Michael Phelps o el sistema cardiovascular del ciclista español Miguel Indurain, quienes nunca fueron cuestionados por sus ventajas «injustas».

Margaret Wambui, de Kenia, y Francine Niyonsaba, de Burundi, son otras de las atletas que han sido vinculadas con hiperandrogenismo.

Pero a medida que Semenya siga progresando y logre batir marcas, la IAAF se sentirá presionada a intervenir para no discriminar al 99% de mujeres que no poseen los mismos niveles de testosterona de un número muy reducido de atletas.

«Tu deberías ganar una medalla de oro olímpica si haces una gran carrera», dijo el prestigioso entrenador australiano de corredores de larga distancia Nic Bideau, «pero ella puede tener una carrera mediocre y ganar».

Es ahí donde está el dilema para Semenya. Si logra correr de la manera que todos creen que es capaz de hacerlo, rompiendo récords, puede estar al mismo tiempo acabando con su carrera.

Esa puede ser la evidencia que está esperando la IAAF para justificar su regulación.

Fuente: BBCMundo

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