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¿Es el debate entre Streep y Trump una clásica controversia sobre discapacidad?

Luego de que la legendaria actriz, Meryl Streep, dirigiera sus críticas hacia Donald Trump por haberse burlado de Serge Kovaleski (un respetado reportero del diario estadounidense The New York Times que tiene una discapacidad física) y dijera que había sido la «actuación» de 2016 que le había roto el corazón, se desató un debate bien conocido.

Los detractores de Donald Trump volvieron a preguntarse cómo había resultado electo un hombre cuyas acciones en público han sido tan grotescas.

Sus defensores compartieron videos de Trump fingiendo espasmos para provocar a otras personas que no tienen discapacidades y afirmó que, de alguna manera, estaba defendiendo sus actos. Como siempre, la conversación no trascendió.

Tengo un hijo con síndrome de Down y soy periodista; me dedico a cubrir la lucha por los derechos de las personas con discapacidad y tengo dos peticiones. A los miembros de la izquierda les pido que en vez de centrarse en los insultos de Trump, dejen que su terror por este matón los motive a aprenden más sobre las necesidades y las amenazas a las que se enfrentan los estadounidenses con discapacidad y organícense para actuar respecto a esos temas. Mejor aún, apoyen a los líderes con discapacidad que ya participan en la lucha.

A los miembros de la derecha les pido que si realmente creen que Trump no es un matón que discrimina a las personas con discapacidad, lo demuestren haciendo lo mismo.

Aunque quienes critican a Streep participaron del ritual de fingir que el arte es apolítico y que Streep se pasó de la raya, sus comentarios contra Trump fueron bastante mesurados y habló de tres cuestiones clave a lo largo de seis minutos: hay actores de todas partes del mundo, así que protejamos el derecho a la inmigración y no satanicemos a los extranjeros; la libertad de prensa es importante, y Trump debería cambiar sus burlas y sus acosos por empatía.

Recordemos que en 2015, Trump afirmó falsamente que Kovaleski había cambiado un artículo sobre los musulmanes que celebraban el 11-S en Nueva Jersey. Mientras Trump mentía, fingía espasmos y actuaba como si tuviera una discapacidad en el brazo.

En el escenario, Streep evocó este momento y se lamentó de que «la persona que está pidiendo ocupar el cargo más respetado de nuestro país haya imitado a un reportero con discapacidad, a alguien a quien superaba en privilegios, poder y capacidad de defenderse». En Twitter, Trump menospreció la carrera de Streep en la actuación y volvió a afirmar que no se había burlado de la discapacidad de Kovaleski, sino que había hecho como si estuviera «implorando» e insistió en que Kovaleski había cambiado su artículo. Ninguna de las partes reconoció la injerencia de Kovalski ni su opinión al respecto.

Mi petición a quienes están a ambos lados, tanto el positivo como el negativo, no debería ocultar el hecho de que el acoso en sí tiene importancia. Trump ha usado las diferencias físicas y emocionales como herramienta en su búsqueda del dominio y recurre, como si fuera un comediante de poca monta que se dedica a insultar a su público, a las desviaciones superficiales de sus percepciones como medio predilecto para atacar a la gente.

Rutinariamente usa las discapacidades en particular como arma retórica y sus actos se permean de remedos físicos y de palabras como «retrasado». La idea de que no trataba de humillar a Kovaleski porque a veces finge ser discapacitado cuando se burla de otras personas (como Ted Cruz) no es creíble. No es coincidencia que haya elegido esa arma en particular para atacar a Kovaleski frente a la multitud.

El empresario imit a Serge Kovaleski, un reportero del diario estadounidense The New York Times que tiene una condicin crnica en los brazos, lo que ha causado indignación.

Desafortunadamente, parece que nos quedamos atorados en el acoso y nunca abordamos los temas subyacentes a los que actualmente se enfrentan los estadounidenses con discapacidad. Como escribí para CNN a principios de enero, los estadounidenses con discapacidad tienen 2.5 más probabilidades de ser víctimas de delitos violentos que quienes no tienen discapacidades.

En 2016 fui coautor de un estudio para la Fundación Ruderman, en el que se determinó que una tercera parte de la mitad de las personas que habían muerto a manos de la policía tenía alguna discapacidad.

Como señaló el Colectivo Harriet Tubman (un grupo de activistas de color con discapacidad) en el poderoso documento Disability Solidarity, ni las organizaciones para personas con discapacidad que cuentan con buenos recursos, ni las organizaciones de defensa de los derechos civiles relacionadas con la discapacidad ni los políticos de ambos partidos se dedican particularmente a esta violencia persistente.

Por otro lado, como escribió Rebecca Vallas para el Center for American Progress, la discapacidad sigue siendo causa y consecuencia de la pobreza. Es mucho más probable que las personas pobres tengan alguna discapacidad.

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La tasa de desempleo de los estadounidenses con discapacidad fue del 10.5% en 2015, en comparación con la de 5.1% de quienes no tienen discapacidades. Si no hay trabajo, uno tiene que depender de la seguridad social, pero si uno empieza a ganar dinero, es fácil perder esas prestaciones. A esto se le conoce como la trampa de la pobreza.

Lo peor de todo es que ahora esas prestaciones parecen estar amenazadas por la administración entrante de Trump y por el congreso bajo el control de los Republicanos. Es difícil saber si detrás de las bravatas políticas, las personas que tienen padecimientos preexistentes (como es el caso de todas las personas con discapacidad en Estados Unidos) podrán conservar su seguro médico una vez que Paul Ryan y Donald Trump acaben con Obamacare.

Es más, los términos endebles como «subsidios en bloque» y «límites per cápita», cambios que Ryan quiere implementar en Medicaid, amenazan específicamente al acceso a servicios esenciales y a la atención en el caso de los estadounidenses con discapacidad más vulnerables.

Así que propongámonos que los Golden Globes sean la última vez en la que nos obsesionamos con la conducta de Trump en escena solo porque sí. Las personas con discapacidad no son solamente objetos de los que hay que tener lástima, sino personas que luchan todos los días para crear una sociedad justa. Unámonos a la lucha.

Ya seas de derecha o de izquierda, tal vez deberías saber cómo se defenderá a los estadounidenses discapacitados de la violencia si se confirma al senador Jeff Sessions como Secretario de Justicia. Tom Price, candidato a ocupar la oficina de Salud y Servicios Humanos, es muy adepto a los subsidios en bloque. ¿Cómo les irá a los estadounidenses con discapacidad (y muchos de ellos votaron por los republicanos) si se sale con la suya? Estos son apenas dos de los muchos temas de los que deberíamos estar hablando.

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Ya sea que te moleste que Trump discrimine a las personas con discapacidad o que pienses que Trump no los discrimina, participa. Respalda a la organización de protección y defensa a las personas con discapacidad o al centro de estudios sobre derechos de las personas con discapacidad más cercano. Busca a personas con discapacidad que trabajan con estos temas y comparte su labor, dales dinero, únete a su causa.

Y en cuanto a Serge Kovaleski, es un gran reportero y no le hacemos ningún favor al hablar una y otra vez de la mala conducta de Trump. Acaba de publicar un gran artículo sobre la permanencia del racismo en la extrema derecha a pesar de sus intentos por darle una nueva cara a la supremacía blanca. En vez de ver ese terrible video, mejor lean su obra.

Fuente: Expansión

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