PORTAL IMPULSADO POR LAS EMPRESAS RESPONSABLES:

- Advertisement -
NoticiasAmbiental¿Dónde están hoy los jóvenes que marcharon por el clima junto a...

¿Dónde están hoy los jóvenes que marcharon por el clima junto a Greta Thunberg?

Banner
Banner Mobile

En septiembre de 2019, Australia vivió una de las mayores manifestaciones públicas desde las marchas contra la guerra en Irak. Más de 300,000 personas salieron a las calles impulsadas por un movimiento juvenil global, encabezado por Greta Thunberg. La huelga escolar por el clima marcó un antes y un después para una generación que, megáfono en mano, pedía justicia ambiental y acción política urgente.

En ese escenario estaba Grace Vegesana, una joven australiana que esperaba reunir a un centenar de personas en una plaza del centro de Sídney. Llegaron cinco mil. “¡Dios mío, hemos desatado una bestia!”, recuerda. Esa chispa inicial se convirtió en fuego: las manifestaciones crecieron rápidamente, alcanzando cifras históricas y posicionando a los jóvenes como agentes centrales del cambio climático.

Cinco años después de aquel suceso, The Guardian logró contactar a varios de esos jóvenes seguidores de Greta Thunberg. Sus testimonios revelan un mapa emocional y político de lo que ha significado ser parte de ese hito colectivo. Algunos, como Vegesana, continúan en la lucha climática. Pero lo hacen desde trincheras distintas: menos visibles, más estratégicas y profundamente adaptadas a un contexto cambiante. Algunos siguen en la lucha desde otros espacios, otros se han replegado y unos más han encontrado nuevas formas de resistir, dentro y fuera de las calles.

Seguidores de Greta Thunberg: del asfalto a los despachos

El movimiento por el clima no solo formó activistas, también moldeó líderes. Hoy, Grace Vegesana, una de las estudiantes que acudió a la convocatoria del movimiento dirigido por Greta Thunberg en Australia, dirige la Coalición Juvenil Climática de Australia (AYCC), donde coordina campañas, alianzas y estrategias digitales. Si en 2019 su voz se alzaba en medio de una multitud, hoy lo hace tras una pantalla, armando contenidos para TikTok o preparando acciones legislativas con jóvenes líderes de todo el país. “Es muy diferente, pero seguimos luchando”, afirma.

Lo que comenzó como un grito masivo en las calles se ha transformado en una red de iniciativas más discretas, pero igualmente comprometidas. Algunos de los seguidores de Greta Thunberg se han profesionalizado, otros militan desde la política institucional, como es el caso de Lincoln Ingravalle, ahora embajador climático de UNICEF, que colabora con una empresa energética desde donde sigue impulsando políticas sostenibles. “Hay cansancio, pero el impulso persiste”, afirma.

Este paso de las calles a los espacios institucionales ha permitido que jóvenes formados en la protesta ahora participen directamente en la formulación de leyes y políticas. Isabelle Zhu-Maguire, por ejemplo, ayuda desde Canberra a convocar coaliciones locales de acción climática. “No lamento aquellos días de movilización juvenil, porque no creo que hayan desaparecido del todo”, señala.

La experiencia dejó huella. Como dijo Amanda Tattersall, profesora de la Universidad de Sídney, “los movimientos sociales siempre han tenido altibajos; lo que perdura es el liderazgo y la capacidad democrática que se consolidan en el siguiente movimiento”. Los seguidores de Greta Thunberg no desaparecieron: se transformaron en actores de la acción climática.

seguidores de Greta Thunberg

Cuando la lucha se volvió silenciosa

Sin embargo, no todos lograron mantenerse activos. La pandemia detuvo el crecimiento del movimiento justo cuando debía pasar la estafeta a una nueva generación. Las huelgas escolares se trasladaron a lo digital, pero como explicó Zhu-Maguire, “se sintieron menos influyentes políticamente”. La acción colectiva perdió fuerza y visibilidad.

Además del aislamiento, surgió un nuevo desgaste: la sobrecarga emocional. Kayla Hill, quien lideró protestas frente a la residencia del primer ministro, abandonó el activismo en 2023. “Mucha gente se sintió realmente insegura sobre cómo seguir luchando”, comentó. Para muchos, la desilusión fue inevitable cuando la política no respondió con acciones contundentes.

A esto se sumaron nuevos desafíos globales: guerras, crisis económicas, la inflación y el alto costo de la vida. Según encuestas recientes, solo el 8% de los jóvenes australianos consideran el clima como su preocupación principal. Hoy, la participación cívica está fragmentada, y muchos exactivistas han optado por atender sus necesidades más inmediatas.

Activismo 2.0: entre TikTok y el escepticismo

Con el declive de las marchas masivas, las redes sociales se convirtieron en el principal escenario para la acción. Desde oficinas como la de la Coalición Juvenil Climática de Australia, los jóvenes editan videos, lanzan campañas en TikTok y viralizan mensajes políticos. “Es una herramienta poderosa, pero también puede fracturar audiencias”, advierte Grace Vegesana.

La pérdida de unidad es evidente. Zhu-Maguire destaca que “uno de los éxitos de las huelgas escolares fue la forma en que todos las sortearon; fue un momento de unidad”. Hoy, proliferan emprendimientos sociales e iniciativas individuales, pero falta cohesión para generar presión pública efectiva. La acción colectiva ha sido reemplazada por una lógica más atomizada.

seguidores de Greta Thunberg

También han influido factores legales. La intensificación de leyes contra protestas ambientales ha generado mayor cautela. “Hay más miedo entre padres y organizadores”, explica la investigadora Eve Mayes. Aun así, nuevos grupos como el Movimiento Mañana siguen ideando estrategias creativas para mantener viva la conversación climática. El legado persiste, aunque con nuevas formas.

¡La lucha sigue viva, la lucha sigue siendo crucial!

Muchos de los seguidores de Greta Thunberg dejaron de marchar, pero no han dejado de influir. Lo que comenzó como un movimiento juvenil espontáneo se convirtió en una escuela de liderazgo para una generación entera. Aprendieron a organizar, comunicar, presionar y resistir. Hoy, aplican esas habilidades en nuevos frentes.

El mundo necesita su energía, incluso cuando la lucha parezca menos visible. Como dijo Natasha Abhayawickrama: “No se puede salir a la calle después de cada desastre natural… Vivimos en este mundo”. Pero vivir en él también implica actuar por él. La lucha climática no ha terminado: simplemente ha cambiado de escenario. Cada paso, cada acción, cada voz, sigue contando.

PLATIQUEMOS EN REDES SOCIALES

Lo más reciente

DEBES LEER

TE PUEDE INTERESAR