La imagen de las pantallas de la plaza de Tiananmen en Beijing proyectando coloridos amaneceres que contrastan con un cielo gris cubierto por una espesa nube de contaminación ha dado la vuelta a las redes sociales y a una gran cantidad de medios internacionales, muchos de los cuales incluso afirmaron que las proyecciones habían sido generadas por el gobierno ante la imposibilidad de los habitantes para apreciar los amaneceres de la ciudad.
Sin embargo, aunque es un hecho que China atraviesa por un fuerte problema ambiental en el que los niveles de contaminación se encuentran 20 veces por encima de los límites recomendados por la Organización Mundial de la Salud, las imágenes proyectadas en las pantallas de la plaza de Tiananmen no fueron un mensaje apocalíptico sacado de ninguna película futurista, sino una campaña de concientización cuyo alcance resultó ser seguramente mucho mayor al esperado.
La frase «La protección del medio ambiente es responsabilidad de todos» intercalada con hermosas imágenes de cielos despejados que efectivamente contrastan con la realidad actual en Beijing y otras ciudades chinas, formaron un mensaje tan fuerte como memorable, que impactó no sólo a quienes lo vieron en vivo el pasado 16 de enero, sino también a millones de personas alrededor del mundo.
Numerosas aerolíneas internacionales ya han tenido que suspender vuelos a este país debido a la notable disminución de visibilidad que enfrentan los pilotos para aterrizar a causa de la espesa nube contaminante, mientras que sus colegas nacionales han tenido que entrenar para realizar estas maniobras a ciegas de forma obligatoria en líneas comerciales de Pekín.
Sin embargo, las medidas del gobierno para controlar el severo problema de contaminación que aqueja al país, como el cierre obligatorio de fábricas, y las prohibiciones a la circulación de vehículos, no han sido suficientes. China es también uno de los mayores consumidores de carbón para la producción de energía eléctrica y uno de los de mayor actividad industrial en el mundo, sin duda dos de las principales fuentes de gases tóxicos que hoy afectan a los 20 millones de personas que habitan tan sólo en Beijing, dónde el Plan de Contingencia para Alta Contaminación ya ha implementado advertencias que comprende colores entre amarillo y naranja para contingencias superiores a los tres días.
