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Capitalinos consumen al año 390 litros de agua

Agua embotellada vía Shutterstock
Agua embotellada vía Shutterstock

Por temor a beber agua contaminada, los capitalinos prefieren comprar alrededor de 390 litros de agua embotellada al año, en promedio, lo que implica un gasto en su presupuesto diario innecesario ya que el líquido que llega a la mayoría de los hogares proveniente de la red hidráulica de la ciudad está limpio y es seguro, señaló Delia Montero, investigadora de Economía de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa (UAM-I).

Según este cálculo, una persona gasta al año dos mil 730 pesos si compra una botella de agua de siete pesos.

Como parte de un estudio interdisciplinario titulado Calidad y percepción del agua en la Ciudad de México que realizó en el año 2011, la UAM-I encontró que hay una buena percepción de la calidad del agua de la llave y aún así opta por la embotellada.

Un ejemplo es el de la delegación Coyoacán, donde sus habitantes tienen en general buena percepción del líquido que se les suministra, pero 90 por ciento prefiere comprar embotellada.

“Los resultados fueron innovadores y alarmantes al mismo tiempo porque la gente percibe que el agua es buena, pero no la toman. Este cambio de hábito comenzó hace 25 o 30 años, porque antes tomábamos todos agua de la llave”, indicó.

En entrevista, la académica de la UAM-I indicó que basándose en que el Sistema de Aguas de la Ciudad de México cumple con las normas sanitarias de potabilidad del agua, ésta puede ser consumida sin ningún riesgo, pero eso no lo sabe la ciudadanía y la falta de cultura para consultar con regularidad los niveles de potabilidad del agua, le ha abierto la puerta a transnacionales que aseguran ofrecer un producto limpio y seguro para el consumidor en campañas de publicidad que son más efectivas.

“Las instituciones no dicen cuál es la calidad, cuando por norma debe ser buena. Al guardar silencio abren posibilidades a las transnacionales que han logrado cambiar los hábitos de consumo, eso se tiene que resolver de inmediato con políticas públicas que transparenten la calidad del líquido”, apuntó

El estudio que fue financiado por el Instituto de Ciencia y Tecnología de la Ciudad de México, hoy Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación del DF, identifica que gente de colonias populares prefiere gastar en agua embotellada para no exponer su salud, o al menos así lo piensan, lo que representa un impacto en su economía, ya que el litro cuesta entre 7 y 10 pesos, y se requiere al menos uno por cada integrante de la familia.

“Eso afecta y tiene un impacto negativo en los ingresos de los hogares, porque uno puede dejar de comprar cigarros y no pasa nada, puede dejar de comprar refrescos y no pasa nada, pero no podemos dejar de consumir agua y la gente ante la falta de certeza se orienta hacia el mercado de agua embotellada”, dijo.

Con excepción de Iztapalapa, donde el agua potable que llega a los hogares, además de ser insuficiente, es de mala calidad, según reconoce la propia autoridad local, en el resto de la ciudad cumple con estándares de sanidad por lo que no debería haber riesgo de tomarla, aseguró.

Montero dijo que si el Sacmex difundiera al menos dos veces a la semana en su portal de internet las condiciones del agua que llega a los hogares, habría más confianza de tomar de la llave, bajando así las ganancias de las transnacionales que calculan su venta anual en cuatro mil millones de pesos, tan sólo en la Ciudad de México, y permitiría reducir el gasto que hacen las familias para beber líquido de buena calidad.

Sin pureza

Una opción para quienes desconfían en el agua de la llave son los productos que ofrecen empresas purificadoras locales a precios bajos, pero que carecen de certificación oficial y sin la garantía de que esté totalmente limpio el contenido de los envases.

En el DF, la UAM-I identificó mil 22 purificadoras, de las cuales 35 por ciento se localiza en Iztapalapa, en respuesta a la demanda del líquido para consumo humano en la zona.

“Las purificadoras se orientan a un público de bajos ingresos y eso se entiende porque el garrafón cuesta entre 7 y 15 pesos, cuando marcas comerciales cuestan arriba de 35 pesos, lo que hace mercados diferenciados, pero más allá del agua para quienes tienen y no tienen dinero, lo más grave es que no hay una certeza de que el agua esté completamente limpia”, detalló.

La Agencia de Protección Sanitaria del DF, que depende de la Secretaría de Salud, suspendió en este año 192 establecimientos donde se ofrecía purificación de agua, por incumplir con las medidas sanitarias que exige la normatividad, como un área de llenado de garrafones aislado totalmente, tanques de almacenamiento bien tapados y sin evidencia de contaminación y filtros de purificación de ozono, lámpara de ultravioleta y de carbón activado funcionando a la perfección.

Tampoco demostraron cumplir con áreas de recepción de envases y entrega del agua separadas, entre otros requisitos.

Fuente: Excélsior

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