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Adaptar las ciudades al cambio climático

Las grandes urbes son cada vez más vulnerables a los posibles desastres causados por el calentamiento global, por lo que requieren ya medidas concretas.

Las grandes urbes, y con ellas la vida y los bienes de miles de millones de ciudadanos de todo el mundo, se encuentran cada vez más en peligro por los efectos del cambio climático. Así lo considera el Banco Mundial (BM), que ha publicado un informe en el que se ofrece por primera vez un sistema capaz de evaluar el nivel de riesgo concreto de una ciudad y detalla las medidas que sus responsables deberían asumir para defender a su población de los posibles impactos.

Los responsables del BM se han fijado en las graves consecuencias de no prevenir los efectos del cambio climático en las ciudades. Y no es para menos, ya que en ellas se concentra buena parte de la población, un fenómeno que irá en aumento: en 2030 albergarán a casi 4.000 millones de habitantes. Por ello, subrayan, son el centro de la economía, así que cualquier impacto perjudica a todo el país.

El informe, denominado «Ciudades Resistentes al Clima», recuerda que ocho de las diez urbes más pobladas del planeta están ubicadas cerca de un río o del mar y ya están expuestas a riesgos como inundaciones, terremotos, tifones e infraestructura deficiente. El riesgo es especialmente preocupante en Asia oriental, aseguran en el BM, ya que cuatro de las diez ciudades más vulnerables están allí.

Desastres como el tsunami de 2004, el ciclón Nargis en Myanmar o el tifón en Filipinas son algunos de los recientes ejemplos de la fragilidad de esta zona.

Asimismo, otro de los efectos del cambio climático, la subida del nivel del mar, podría tener también graves consecuencias. Los responsables del informe estiman que por cada metro que sube, se produce una pérdida del 2% en el producto interior bruto (PIB) debido a secuelas como la escasez de agua dulce, el daño a la agricultura y a la industria pesquera, la interrupción del turismo o la reducción de la seguridad energética.

A pesar de ello, los responsables de esta institución internacional aseguran que si se toman las medidas adecuadas, las consecuencias se pueden minimizar. Por ello, el informe ofrece un test que permite evaluar y conocer los puntos débiles de una ciudad a la vez que define qué estrategias concretas deberían asumir las instituciones locales antes de que sea demasiado tarde.

Medidas que se deberían tomar

Los responsables del informe advierten de que cada ciudad es diferente, por lo que sus autoridades tendrían que analizar cuáles son las principales amenazas y aplicar estrategias concretas según su contexto local, sus prioridades, sus recursos y su capacidad.

No obstante, en el texto también se recuerdan algunas medidas que son generalizables y forman parte de los consejos básicos en la lucha contra el cambio climático: fomentar la conciencia pública al respecto, proporcionar más espacios verdes, andar en bicicleta o caminar más, incrementar el uso de vehículos más ecológicos y del transporte público de bajo consumo energético o mejorar las infraestructuras públicas y de los edificios.

En este sentido, los autores afirman que el crecimiento urbano debería basarse en la peatonalización y la eficiencia energética, y no en el automóvil. Así citan el ejemplo de Atlanta y Barcelona, dos ciudades con la misma población aunque con un modelo urbano distinto, que hace que la huella ecológica de la primera sea 26 veces superior a la de la segunda.

El informe también ofrece ejemplos de ciudades que «han tomado el reto del cambio climático con seriedad», entre las que figuran Milán, Tokio, Nueva York, Dong Tan en China, Hanoi, Singapur, y unas pocas ciudades dentro del área metropolitana de Manila.

Estas grandes urbes han coincidido en asumir varios principios que pueden adaptarse también en otras ciudades, como priorizar los asuntos derivados del cambio climático en sus políticas, incentivar la conciencia pública, evaluar los efectos de los gases de efecto invernadero (GEI), financiar posibles riesgos ante desastres, mitigar el sector energético y del transporte, apoyar estrategias a favor del medio ambiente y la ampliación de zonas verdes o la adaptación de sus infraestructuras y su salud pública.

Fuente: Sustentable CL.

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