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NoticiasRSEA 10 años de la base de la pirámide: logros y retos

A 10 años de la base de la pirámide: logros y retos

base de la pirámide

En 2004, el profesor universitario CK Prahalad introdujo al mundo al concepto de base de la pirámide (BdeP) en su libro «La fortuna en la base de la pirámide». Su trabajo recibió muchos elogios y convenció al mundo empresarial de que las personas más pobres del mundo pueden ser un mercado para sus productos. Pero, a una década de la publicación, ¿qué tanto éxito han tenido los negocios inclusivos para generar valor tanto en las compañías como en la sociedad?

La respuesta no es sencilla. Por un lado, es innegable que algunas empresas han logrado sacarle provecho al concepto, pero también que hacer dinero no es tan fácil como puede parecer en un primer análisis.

Unilever, por ejemplo, genera más de la mitad de sus ganancias de la venta a mercados en desarrollo, pero sus principales compradores son personas en la clase media. Su purificador de agua Pureit, a la venta en India, África y latinoamérica es su producto estrella para la BdeP, y aunque está salvando vidas, no está ganando una cantidad importante de dinero.

Este es el principal problema de la mayoría de las compañías que han intentado venderle a la BdeP: al tener que bajar el precio de los productos, es necesario vender una gran cantidad de ellos para lograr ver una ganancia significativa. Este obstáculo lo vivió la marca de productos de limpieza SC Johnson al crear un negocio dirigido a generar empleos en Kenia. La empresa nunca tuvo ganancias, por lo que se convirtió en una organización sin fines de lucro. DuPont fue más allá, y al no ver resultados de un programa piloto para vender alimentos fortificados en India, decidió cancelar por completo el proyecto.

En 2011, un artículo en la revista Harvard Business Review concluyó que las industrias de la telecomunicación, la farmacéutica y los bienes de rápido consumo son las que tienen más posibilidades de éxito, mientas que las otras han tenido muchas dificultades para reducir sus costos de una forma que les permita ofrecer sus productos a consumidores pobres.

A pesar de estas dificultades, hay empresas que continúan comprometidas con la causa de hacer negocios con los más pobres. SC Johnson obtiene uno de los ingredientes de su insecticida Raid de agricultores que reciben entrenamiento en prácticas sustentables y finanzas. Por su parte, SABMiller también apoya a pequeños negocios incluyéndolos en su cadena de valor y tiene un proyecto en Colombia que apoya a vendedores minoristas con préstamos.

En México, empresas como CEMEX y Toks también han encontrado fórmulas lucrativas para ofrecer sus servicios e incluir en su cadena de suministro a las personas más pobres.

Al parecer, la respuesta es no olvidar el enfoque de negocios al plantear proyectos con la BdeP, subordinando el objetivo de aliviar la pobreza a los propósitos de negocios. Solo así los proyectos prosperarán.

Con información de:
The Guardian

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