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Querer no siempre es poder… sobre todo si solo quieren algunos

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Las columnas de nuestro amigo Josep M. Lozano son siempre sustanciosas, sin embargo, hemos de decir que en esta ocasión sus comentarios sobre la Conferencia Europea de RSE de la Presidencia Española de la Unión Europea que tuvo lugar en Palma de Mallorca los pasados días 25 y 26 de marzo, son verdaderamente esclarecedores y visionarios en más de un sentido, mostrando las tendencias sobre los informes de RSE. Creános, su lectura no tiene desperdicio; reproducimos su columna tal cual.


He podido participar en la Conferencia Europea de RSE de la Presidencia Española de la Unión Europea que tuvo lugar en Palma de Mallorca los pasados días 25 y 26 de marzo. A grandes rasgos, no se puede decir que la conferencia haya generado grandes novedades. Pero este tipo de liturgias raras veces lo permiten, por su misma dinámica y por su estructura, a no ser que estén cocinadas de antemano. En cambio, permiten tomar el pulso a lo que circula por debajo de los formatos establecidos y otear por dónde pueden ir algunas tendencias. Mi percepción en estos momentos es que se va avanzando –en parte como resultado de la inercia de los últimos años- y no que dejan de alzarse voces que afirman una voluntad de querer seguir avanzando. Pero – y esta es la cuestión- las mismas voces transmiten la sensación de que querer no siempre es poder… con lo que existe el riesgo, a medio plazo, que este clima desemboque lisa y llanamente en un no querer, como consecuencia de la reiterada constatación del no poder.

Visualitza la imatge a mida completaComo estuve directamente involucrado en el grupo de trabajo que trataba sobre el Informe de RSE, creo que algunos de los temas reiterados en dicho grupo son un excelente reflejo de este clima general.

No nos engañemos: cada vez más la cuestión de los informes de RSE se plantea sobre la pregunta por el grado de obligatoriedad y regulación que debieran tener. Y en este punto las tendencias que reflejaron los debates resultan muy significativas. Quisiera resaltar algunas de ellas, al menos las que a mi me parecieron más relevantes, y que en mi opinión deberían marcar las tendencias del futuro inmediato.

1. No olvidar el propósito de los informes. Recordarlo no es ninguna tontería. A veces la prisa por hacerlos o la discusión de cómo hacerlos nos puede hacer olvidar que el debate debe centrarse en el para qué hacerlos. En un mundo en cambio, con unos retos imponentes a escala planetaria, en el que todos (también las empresas, pero no solo las empresas) debemos acometer grandes cambios, lo primero que hay que considerar es que papel juegan los informes de RSE en el proceso de transformación de las empresas. No suceda que al final tengamos cada vez más informes y cada vez menos cambios significativos. Ello conlleva que el debate sobre los informes no puede ser un debate sólo sobre técnicas e indicadores, ha de ser también un debate basado en principios.

2. En lo que atañe a los informes de RSE, también vale aquello de que lo que importa es más el proceso que producto. Si nos preguntamos sobre dónde y cómo están las empresas no es porque seamos aficionados a la fotografía (aunque es cierto que algunos informes parecen hechos aficionados a la fotografía), sino porque queremos saber hacia dónde van las empresas: de los informes de RSE nos interesan más la película (y su argumento) que la fotografía de un momento concreto. Los informes deberían transparentar progresos y retrocesos, y no sólo acumular datos. Por eso, lo más importante de los informes de RSE es que permitan valorar dos cosas: hasta qué punto la RSE es indisociable del modelo de competitividad de la empresa; y hasta qué punto la RSE está integrada en la estrategia de la empresa. Éstos deberían ser dos criterios fundamentales para valorar su calidad.

3. No solo para qué de los informes, también para quién. No sólo instrumento de gestión, sino también para construir relaciones. No sólo para dar información, sino también para generar confianza. Informe de RSE como marco y expresión de la mejora continua, desde luego, ¿pero sabemos qué es lo que queremos mejorar? Informe de RSE –quizás- para dialogar con los grupos de interés, ¿pero los hemos escuchado previamente? Por eso la tendencia debería ser hacer informes de RSE cada vez más comparables, más relevantes, más creíbles, más accesibles… y con un coste razonablemente correlativo al reconocimiento que generan. No hay que confundir el progreso de los informes de RSE con la maldición de la multiplicación de los cuestionarios y las publicaciones.

4. El agotamiento –y el aburrimiento- del dilema voluntariedad-regulación planteado en abstracto. La regulación debe deliberarse pieza a pieza, tema por tema, y depende de el qué, el quién, el dónde y el para qué. Y nunca solo regulación, sino siempre combinada con apoyo, incentivos y facilitación. La reflexión sobre las experiencias concretas de algún tipo de regulación de los informes de RSE muestra que hay que buscar el equilibrio entre diversas tensiones: entre cantidad y calidad (¿más informes supone mejores informes?); entre cumplimiento e innovación (¿todos nos igualaremos en el cumplimiento de exigencias mínimas?); entre generalización y liderazgo (¿para qué esforzarme si a todos nos identifican, reconocen y valoran con el mismo rasero?); entre prácticas e integración (¿los informes como mero agregado de iniciativas y datos?); entre controlar e incentivar (¿penalizar a las empresas que no cumplen o premiar a las que sí lo hacen?); entre credibilidad y reconocimiento (¿nos diluimos en la mera aceptación de los informes por el simple hecho de hacerlos o nos atrevemos a calificar… pese a no disponer todavía de referencias suficientemente robustas?). Cualquier decisión sobre la regulación –del tipo que sea- de los informes de RSE debe tener una respuesta razonable a estas preguntas. En cualquier caso, lo que me parece más generalmente asumido es el principio de «informa o explica por qué no lo haces».

Conferencia europea RSE5. El problema central… de resolución improbable a corto plazo: la falta de una referencia común europea. El clamor era que lo que no puede ser es seguir como estamos: cada estado a su aire. Pero la necesidad de armonización europea choca con la realidad de que hay pocos estados verdaderamente involucrados. Lo que resulta sorprendente porque si el proyecto europeo tiene algo en común es compartir unos valores sociales y un compromiso por la competitividad, y es ahí precisamente donde se sitúa la RSE. Aquí es donde adquiere sentido la novedosa propuesta de convertir a los estados que ya están trabajando en este terreno en un banco de pruebas compartido en el que se pueda aprender y trabajar conjuntamente, y apuntar a la creación de un grupo de alto nivel. Lo que sea, pero Europa, en el contexto de una economía globalizada, no puede eternizarse en no tener respuesta a la cuestión de los parámetros de armonización de los informes de RSE.

6. Como corolario y complemento de lo anterior, la insistencia de que hay que tender a un informe integrado. Creo que esto ya se discute poco, y puede darse por asumido, al menos en los ámbitos que están activos desde hace tiempo en la realización de informes de RSE. Una vez más, el problema es la lentitud del cómo y la ausencia de un lenguaje común suficientemente aceptado a escala global, así como la ausencia de referencias suficientemente robustas.

7. ¡Ah!, y por cierto, una vez más: ya que hablamos de regulación de los informes de RSE, ¿las administraciones y empresas públicas se aplicarán el cuento y darán algún paso en esta dirección? ¿O son ellas las que, en el fondo, no dan un paso si lo dejamos al albur de la voluntariedad?

En fin, lo dicho, me fui de Mallorca con la sensación de que querer no siempre es poder… sobre todo si solo quieren algunos…

Visite la fuente en el blog de Josep M. Lozano



Josep M. Lozano

Profesor del Departamento de Ciencias Sociales e investigador senior en RSE en el Instituto de Innovación Social de ESADE (URL). Sus áreas de interés son: la RSE y la ética empresarial; valores y liderazgos en las organizaciones; y espiritualidad, calidad humana y gestión. Ha publicado sus investigaciones académicas en diversos journals. Su último libro es La empresa ciudadana como empresa responsable y sostenible (Trotta) Otros de sus libros son: Ética y empresa (Trotta); Los gobiernos y la responsabilidad social de la empresa (Granica); Tras la RSE. La responsabilidad social de la empresa en España vista por sus actores (Granica) y Persona, empresa y sociedad (Infonomía).

Ha ganado diversos premios por sus publicaciones. Fue reconocido como Highly commended runner-up en el Faculty Pionner Award concedido por la European Academy of Business in Society i el Aspen Institute. Ha sido miembro de la Comissió per al debat sobre els valors de la Generalitat; del Foro de Expertos en RSE del MTAS; del Consejo Asesor de la Conferencia Interamericana sobre RSE del BID; y de la Taskforce for the Principles for Responsible Business Education del UN Global Compact. En su página web mantiene activo un blog que lleva por título Persona, Empresa y Sociedad

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