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Prácticas responsablesPor qué las compañías responsables deben invertir en investigación

Por qué las compañías responsables deben invertir en investigación

México dedica únicamente el 0.5 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB) a las áreas de investigación y desarrollo, esto de acuerdo con estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación. La cifra se encuentra muy por debajo si lo comparamos con países como Israel, Corea del Sur, Japón, Dinamarca o Suecia, que invierten el 3 por ciento de su PIB.

Evidentemente es necesario que crezca la inversión en investigación y desarrollo para generar mejores soluciones a los problemas actuales que nos acontecen global y localmente, sin embargo no podemos dejar todo el trabajo a los gobiernos; las compañías responsables también deben invertir en investigación para que exista entonces un vedadero crecimiento.

Kellogg es una de esas compañías responsables que invierten en investigación, tanto que cuenta con un instituto especializado llamado Instituto de Nutrición y Salud Kellogg’s (INSK), que cada año realiza una convocatoria de Apoyo a Proyectos de Investigación y Nutrición (APIN).

Uno de los principales objetivos de APIN, así como del instituto es apoyar investigaciones científicas que en México contribuyan a la generación de conocimiento sobre salud y nutrición, así como difundir información basada en evidencia científica bajo el mismo enfoque.


Uno de los principales objetivos de APIN, así como del INSK es apoyar investigaciones científicas que en México contribuyan a la generación de conocimiento sobre salud y nutrición, así como difundir información basada en evidencia científica.

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“Creemos que todas las compañías y Kellogg, deben de tener una huella de responsabilidad social, que no implique solamente a las comunidades donde trabajamos, sino también a los docentes y científicos, que de una u otra forma nos permiten entender qué es lo que está pasando en nuestras comunidades. En este caso el Instituto (INSK) busca exactamente eso, el desarrollar ciencia para mexicanos, por mexicanos.” Afirmó en entrevista Alberto Raich, Vicepresidente para América Latina del área comercial de Kellogg.

Este año, en su novena edición, APIN destinó un monto de $1,200,000 pesos para los proyectos ganadores. En total se postularon 170 trabajos de investigación, de los cuáles el 25 por ciento resultó finalista, y tras una exhaustiva evaluación se determinaron cuatro ganadoras.
Este programa es un excelente ejemplo de cómo compañías responsables invierten en investigación, en este caso de forma local y alineada directamente con el core business de la empresa: la alimentación.

El apoyo para la investigación aplicada de Kellogg, beneficia a México y a Colombia; sin embargo, los proyectos de ambos países no compiten entre sí, ya que cada uno tiene su propio presupuesto y jurado de forma independiente.

Conoce a las ganadoras de la novena edición APIN 2018

Dra. Emma Adriana Chávez Manzanera del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.

El proyecto de la Doctora Chávez se llama “Efecto de un tratamiento multidisciplinario para pérdida de peso sobre los procesos neuropsicológicos en sujetos con obesidad metabólicamente sanos y metabólicamente enfermos”.

Fundamento: el sobrepeso u obesidad a lo largo de la vida de una persona se asocia con una mayor probabilidad de desarrollar demencia en sujetos mayores a 60 años, en comparación con sujetos delgados de la misma edad.

Debido a los índices de obesidad en México y el incremento en la pirámide poblacional hacia el envejecimiento, la Doctora Chávez junto con su equipo busca determinar si realmente la obesidad puede ser un factor de riesgo modificable en el funcionamiento cognitivo a través de un programa multidisciplinario para perdida de peso.

Dra. Lizet Yadira Rosales Rivera del Centro Universitario de Ciencias de la Salud de la Universidad Autónoma de Guadalajara.

Su proyecto se denomina “Efecto de una dieta antioxidante sobre el estrés oxidativo y el riesgo cardiovascular en pacientes con síndrome metabólico”.

Fundamento: el síndrome metabólico se caracteriza por una serie de padecimientos que incluyen acumulamiento de grasa corporal en el abdomen, un nivel de azúcar elevado en la sangre, aumento en la presión arterial, alta presencia de triglicéridos y limitado flujo de colesterol bueno.

El proyecto busca detectar los daños celulares que produce este síndrome para así trazar una ruta nutricional que evite el avance de padecimientos. El estudio consiste entonces en determinar el estrés oxidativo del cuerpo expresado en daños celulares, además prevé un plan nutricional rico en antioxidantes para que a través de la alimentación se puedan disminuir e incluso revertir los daños.

Dra. Patricia Vieyra Reyes de la Universidad Autónoma del Estado de México.

Premiada por su investigación “Identificación de la microbiota intestinal pre y post cirugía bariátrica y su asociación con conectividad cerebral, perfil psicopatológico y habilidades cognitivas”

Fundamento: recientemente se ha reportado que la microbiota está relacionada con la obesidad, un problema de salud pública mundial. Por otro lado, el tratamiento más efectivo para la obesidad mórbida o síndrome metabólicos es la cirugía bariátrica.

Esta investigación pretende saber si existen alteraciones en la conectividad cerebral post-cirugía bariátrica y si están correlacionadas con cambios en la microbiota intestinal, perfil psicopatológico y habilidades cognitivas.

Dra. Blanca Lilia Reyes Rocha de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Autónoma de Querétaro.

Su investigación se titula “Conductas alimentarias de riesgo, estilo de vida y nivel de resiliencia en estudiantes de educación media superior. Estudio multicéntrico”.

Fundamento: se estima que los adolescentes con sobrepeso tienen dos veces más probabilidades de desarrollar una enfermedad cardiovascular y siete veces más riesgo de presentar ateroesclerosis.

Esta investigación propone ampliar el conocimiento sobre este problema de salud en adolescentes, en función del estilo de vida que llevan, así como el nivel de resiliencia con el que cuentan, dado que son considerados dos factores protectores para prevenir la aparición de conductas alimentarias de riesgo, obesidad y riesgos a la salud a corto, mediano y largo plazo.

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