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Los juegos olímpicos ¿a punto de desatar una epidemia global?

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¿Qué deben hacer los patrocinadores olímpicos y «socios» como Coca-Cola, General Electric y Visa a la luz de las recomendaciones de expertos de que los Juegos Olímpicos de Río sean pospuestos o cambiados de sede?

Cerca de 200 prominentes científicos, médicos y expertos en ética de todo el mundo han firmado una carta argumentando que los Juegos Olímpicos de 2016 programados para ser realizados en Río de Janeiro este mes de agosto se pospongan o se cambien de sede debido a los riesgos planteados por el virus Zika transmitido por mosquitos.

La carta está dirigida técnicamente a la cabeza de la Organización Mundial de la Salud, instando a la OMS para llevar a cabo una «nueva evaluación basada en la evidencia» de los riesgos que el Zika plantea, y pidiéndole que ejerza su poder de persuasión (y su estrecha relación con el Comité Olímpico Internacional) para obtener que el COI replantee las cosas. En particular, la carta señala el riesgo que implica tener 500.000 atletas y turistas visitando Río y luego regresando a sus hogares, lo que podría difundir el virus Zika a todos los rincones del globo. Hasta la fecha, la OMS, por su parte parece inmóvil.

Pero la carta omite cualquier mención de los otros poderosos que toman las decisiones en esta situación, es decir, las empresas que tendrán sus logotipos adornando todos los momentos de los Juegos Olímpicos de Verano, independientemente de dónde y cuándo ocurran. Entre los patrocinadores de los Juegos Olímpicos de 2016 se incluye a Coca-Cola, Bridgestone, McDonalds, General Electric, Visa, y otros. Docenas de otras empresas se enumeran como «patrocinadores oficiales», «Auspiciadores oficiales», o «Proveedores». Ser patrocinador de un evento así se traduce en un costo aproximado de 100 millones de dólares. Una cantidad de dinero que sin duda aporta una influencia considerable. La pregunta es: ¿utilizarán las marcas esa influencia con respecto a la cuestión del Zika, y cuál debería ser su posición responsable?

Éticamente, estas empresas deben tener cuidado de contribuir a un evento que podría globalizar una epidemia en curso. El problema es que las opiniones de expertos sobre el grado de peligro difieren. Los escritores de la carta representan una amplia gama de expertos, pero no todos los expertos que hay. El jefe de los Centros para el Control de Enfermedades en los Estados Unidos, el Dr. Tom Frieden, por ejemplo, dice: «No hay razón de salud pública para cancelar o retrasar los Juegos Olímpicos.»

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¿El peor de los escenarios? los Juegos Olímpicos proceden según lo previsto y desatan defectos de nacimiento innecesarios, así como potencial daño neurológico en muchos adultos. No es ciencia ficción: es una hipótesis plausible establecida por un grupo sustancial de respetados expertos.

En el razonamiento acerca de esto, socios y patrocinadores olímpicos enfrentan dos peligros que podrían deformar su razonamiento ético:

El primer peligro es el hecho de que, en términos de resultados potenciales para los patrocinadores, la situación es verdaderamente asimétrica. Si los juegos son movidos o pospuestos, esto arroja presumiblemente un golpe en la publicidad programada de cada patrocinador. Por otro lado, si los juegos siguen adelante y se presenta entonces un aumento en los casos de Zika de todo el mundo, los patrocinadores tienen una defensa en dos frentes: en primer lugar, «no se puede demostrar que es debido a los Juegos Olímpicos» (lo que probablemente es cierto) y en segundo lugar, «el COI y la OMS dijeron que estaba bien» (ellos solo siguieron adelante). Por lo que será fácil para los socios y patrocinadores olímpicos decir que no hay ningún inconveniente en seguir adelante.

El segundo peligro es el riesgo de que los patrocinadores sean presa de la actitud de «podemos hacerlo» y «los Juegos Olímpicos deben continuar» ante el COI. Es ampliamente reconocido que una actitud de «podemos hacerlo» es lo que llevó a la NASA al lanzamiento del transbordador espacial Challenger, a pesar de las advertencias de que podría no ser seguro. Los resultados de esa actitud de “podemos hacerlo” fueron notorios.

En opinión de Chris MacDonald, Ph.D., catedrático y consultor de negocios éticos, los socios y patrocinadores olímpicos deben resistir los peligros mencionados anteriormente asumiendo su posición más responsable. Al final, este puede ser un caso en el que las corporaciones tienen que confiar en los expertos, o la mayor parte de ellos, y por lo menos dar peso al argumento a favor de reanalizar muy seriamente la sede de los Juegos Olímpicos.

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