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Las Fundaciones empresariales frente a las demandas de la sociedad civil

A Emilio Álvarez Icaza en reconocimiento a su actitud, pues todo lo que emprende y en donde participa, siempre lo hace con los más altos estándares de profesionalismo.

Por: Emilio Guerra Díaz

Por coyuntura (las elecciones presidenciales) o factores estructurales (hartazgo, indignación, molestia, temor, preocupación, impunidad, desatención, exclusión, falta de oportunidades, etc.) estamos siendo testigo del incremento de movimientos de la sociedad civil, o como decimos en este espacio, de las sociedades civiles.

Atestiguamos la participación de actores sociales que otrora estarían optando por realizar actividades privadas, pero hoy se involucran en la esfera de lo público y se suman a diversas demandas, desde las político electorales hasta la búsqueda de justicia por el agravio sufrido y las pifias de gobernantes de todos los partidos.

A la convocatoria del movimiento de Javier Sicilia, del activismo de los padres y madres de la Guardería ABC de Sonora, de la primera Cumbre Ciudadana para Construir un México Pacífico y Justo , del trabajo de México SOS, México Unido contra la delincuencia, Causa en Común, Alianza Cívica, Asociación Mexicana para el Derecho a la Información y otras tantas decenas de valiosas instituciones ahora aparecen los estudiantes universitarios en su movimiento Yo soy 123. Curiosamente este grupo nace dentro de la Universidad Iberoamericana y se han incorporado también otros estudiantes tanto de instituciones privadas como públicas. Este fenómeno es necesario y enriquecedor porque además de promover diversas causas sociales se tiene la posibilidad de verlos y atenderlos desde diversas perspectivas.

Habremos de acostumbrarnos al surgimiento de nuevo liderazgos y la renovación o sustitución de otros; ojalá muchos de ellos permanezcan en las organizaciones civiles y no sean atraídos a puestos de elección popular porque está probado, se pervierten y pasan a ser defensores no de causas ciudadanas sino partidistas. Seguramente la cantaleta de autonombrarse “candidato ciudadano” o representante ciudadano dentro de la función de la administración pública será más común, en tanto la sociedad civil no sea capaz de acotar el poder político de los partidos.

La tolerancia de los mexicanos será sometida a duras pruebas en los próximos lustros y se tendrá que aprender a vivir en la diversidad de enfoques, opiniones y visiones. Nos iremos acostumbrando a no coincidir, pero a partir de esas divergencias se tendrá que construir. Por ello no percibo como productivos los movimientos “anti”, quien se declara así, desea anular al otro sin proponer más que su punto de vista y opinión.

Es por eso que nos preguntamos ¿Todo cabe en la misma bolsa de protestas y demandas?, ¿Un movimiento debe o puede aglutinar y trabajar por todas las demandas, problemáticas y necesidades? La respuesta es a mi juicio negativa. Una tendencia nacional, sino defecto, es querer centralizarlo todo, tender lazos para unirlo todo para controlarlo todo a pesar de que se vivan contradicciones insalvables. En nuestra historia reciente dos tipos de asociaciones protagonizaron el centralismo: los Institutos y los Centros de… Así, Yo soy 132 está sumando todas las demandas y se está uniendo a todos los agravios, al cabo de un tiempo los esfuerzos centralizadores provocan rompimientos y escisiones. Veremos si trasciende al 2 de julio.

En cambio, si se vuelve la vista a la esencia de las organizaciones del tercer sector y se pone atención a la valía de la focalización de su trabajo, entonces estaremos constituyendo más de unas cuantas organizaciones y serán miles atendiendo diversos derechos.

Lo anterior nos recuerda que las organizaciones filantrópicas (organizaciones operativas, fundaciones e instituciones que trabajan por el desarrollo de este sector), forman parte del Tercer Sector pero no solo ellas lo definen. Más bien un amplio espectro de instituciones sociales lo constituyen también: sindicatos, organizaciones vecinales, colegios de profesionistas, clubes y asociaciones de autobeneficio, cooperativas agrarias, escuelas, defensoras de derechos humanos, etc. son algunas que hacen el corpus.

¿Pero cuál es el papel de la fundación empresarial para apoyar o canalizar recursos a estas demandas que ahora están en la atención de las personas? Afortunadamente la ley que rige a estas instituciones es muy clara. Una fundación solo puede canalizar donativos a aquellas organizaciones que trabajan a favor de beneficiar a un tercero, es decir, a quien supone la necesidad y que se encuentra en desventaja o exclusión social, para contribuir a su desarrollo y adquisición de conocimientos, etc.

Para evitar el financiamiento a causas partidistas o religiosas u otra ajena que desvirtúe el sentido filantrópico de apoyo a terceros, el marco legal señala que para que los donativos sean deducibles del impuesto sobre la renta sólo podrán destinarse a las organizaciones que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público reconoce como donatarias autorizadas.

De tal suerte, necesitamos más ciudadanos participando en filantropía, pero también en causas de interés político (no partidista) como la ansiada Reforma que transforme al poder legislativo, supervisión al desempeño de funcionarios públicos y monitoreo a la productividad de los partidos en el Congreso, apertura a las actividades del poder judicial, impartición de justicia rápida y expedita, mejorar la calidad de la educación pública, promoción y respeto a derechos humanos, seguridad ciudadana, justicia social, empleo digno, desarrollo sustentable, acceso a servicios de salud, respeto a las minorías e indígenas, contra el analfabetismo informático, etc.

Desde el Consejo Directivo

Iniciativa México reconoció la labor de valiosos ciudadanos que destacan por su servicio a los demás como son María Pilar de Abiega Sauto de Comunidad Participativa Tepito donde esta hermosa mujer desarrolló un modelo de atención comunitario ejemplar al adulto mayor, y a Alejandro Velasco González, michoacano que desde niño se hizo voluntario y hoy a través de la Fundación Nosotros los Jóvenes, continúa como un aliado fundamental en la promoción del voluntariado juvenil. El Consejo Directivo manifestó su complacencia por estos reconocimientos que estimularán a otros a participar en alguna organización civil.


Emilio Guerra Díaz

Emilio Guerra cuenta con amplia experiencia en la Gestión de la RSC, destacando su trabajo en el área de vinculación con la comunidad que potenciar la inversión social empresarial. Ha gerenciado fundaciones empresariales.

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