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Horizontes del Voluntariado Universitario

Por Emilio Guerra Díaz

El estudio y aproximación al horizonte del voluntariado universitario en México es una actividad que recién ha llamado la atención a académicos, investigadores e integrantes de la sociedad civil que comprende un periodo quizá de cinco lustros. Las distintas perspectivas que emanan de su observancia, los actores involucrados y las tradiciones de asociación universitaria nutren un debate que da como resultado amplias y diversas posibilidades de su expresión en los distintos campus.

Se hace necesario para esta disertación expresar que por servicio voluntario nos identificamos con la definición de la Organización Internacional del Trabajo que considera:

“Trabajo no obligatorio y llevado a cabo sin recibir remuneración alguna a cambio, en el que un individuo dona tiempo para realizar actividades –sea a través de una organización o de manera directa– para ayuda de otros fuera de su propio hogar”

Por servicio voluntario universitario entendemos:

Distintas formas asociativas que, desde la mutualidad, la autoayuda la conformación de colectivos estudiantiles, diversas cátedras e investigaciones y el interés de autoridades universitarias articulan la participación de la comunidad universitaria de manera organizada a fin de apoyar labores de asistencia y desarrollo social en la sociedad, sea de manera directa o a través de un programa institucional.

A partir de estas dos definiciones reflexionamos en torno a las diversas expresiones del voluntariado universitario para poder entonces proponer algunas de sus tendencias futuras en el horizonte que se nos presenta.

Los horizontes de investigación del voluntariado universitario

Hoy existen distintas rutas de investigación sobre voluntariado universitario. A nuestro juicio algunas de ellas optan por:

  1. Estudiar la creación y evolución de los modelos de voluntariado universitario desde sus distintas etapas hasta la consolidación de un programa que articula e institucionaliza el servicio voluntariado universitario a través de un programa ad hoc.
  2. Otros esfuerzos ahondan en analizan las tipologías de este tipo de voluntariado pueden indagar sobre aspectos asociativos y gerenciales, pero también exploran las motivaciones y retribuciones al participar como voluntario.
  3. Unas más examina cómo es su estructura y gestión dentro de la universidad, incluyen el concepto de responsabilidad social universitaria y la inserción del servicio voluntariado en los distintos mapas curriculares de la oferta educativa.
  4. Las investigaciones que abordan la normatividad del servicio voluntario en la universidad. Evidentemente éstas son tan sólo algunas líneas de investigación.

En esas aproximaciones algunos científicos sociales, investigadores y académicos insisten en llamar a la aportación de tiempo de universitarios como “trabajo” voluntario (Butcher: 2016), lo cual puede generar varias aberraciones respecto al carácter altruista o filantrópico de la contribución de las personas en este servicio. Hacia el final de esta disertación nos proponemos compartir algunas reflexiones en torno a la experiencia del interés de algunos legisladores por establecer leyes de voluntariado en todos los estados y en la federación.

Creación y evolución de los modelos de voluntariado universitario

A menudo, los análisis del voluntariado universitario que se enfocan a las acciones directas que emprende una universidad para constituir un programa, lo cual supone que dentro de los campus universitarios sólo se presenta una forma de participación voluntaria. Olvidan otras acciones asociativas y expresiones colectivas que influirán en la consolidación de un programa, como por ejemplo, iniciativas de los propios alumnos por ayudar a su comunidad, donde ellos de manera informal organizan y generan brigadas solidarias; profesores, que gracias a las prácticas de campo, impulsan acciones voluntarias en los alumnos a veces de manera directa y consciente, otras de manera espontánea e improvisada.

En ese sentido también se registra en general una ausencia por indagar sobre aquellas actividades tradicionales que se hacen desde la vida académica de la universidad y tienen que ver, por un lado, con el gobierno de la institución académica como son el papel que juegan los voluntarios del Consejo Directivo o del Patronato Universitario -e incluso de los Consejos Universitarios- y, por otro, las tutorías o mentorías de miles de profesores que colaboran de manera gratuita y voluntaria para guiar los trabajos recepcionales de grado, sea licenciatura, maestría o doctorado cuya labor es determinante en la efectividad de una casa de estudios para consolidar su matrícula titulada.

Es muy común que esas tutorías o mentorías no sean consideradas como acciones voluntarias por su carácter autotélico y en realidad el integrarlas de manera plena y explícita en un programa de voluntariado universitario potencia este servicio y refuerza la cultura de la donación (en este caso de tiempo y talento), (“Se dice que una actividad es autotélica cuando se realiza por un beneficio futuro, sino simplemente porque el hacer esa actividad es la recompensa en sí misma”, cfr. Diccionario Actual).

Como señalamos, otra manera de aproximarse al estudio del voluntariado universitario ha sido observándolo desde el concepto de responsabilidad social universitaria (Polo y Méndez, 2016); o bien, desde la manera en que las casas de estudio insertan acciones voluntarias a los programas de educación media y superior distinguiendo la universidad pública de la privada (Manning, 2005).

Existen interesantes ensayos al respecto pero hay que señalar que muchos de ellos no han profundizado en la diferenciación del voluntariado de las instituciones universitarias privadas lucrativas de las que no tienen fines de lucro y que presentan otra lógica académica y en ocasiones se inspiran en otros estímulos para la creación de grupos voluntarios que brinden distintos servicios como, por ejemplo, la procuración de fondos para el otorgamiento de becas, ampliar las instalaciones, adquisición de materiales, acervos bibliográficos, equipos y bienes tecnológicos; acciones para la promoción del deporte, apoyo al arte y la cultura, actividad relevante cuando la universidad cuenta con un amplio depositario de patrimonio cultural, como es el caso de la pública.

En las disertaciones y comparaciones entre voluntariados de universidades públicas y las privadas (sean lucrativas o sin carácter lucrativo) se incurre en críticas “desde arriba” hacia los mecanismos solidarios que se generan por cuenta de las administraciones, o bien, por propia iniciativa de la comunidad universitaria. Así, se tiene como resultado que en los análisis de voluntariado universitario se destaque el laicismo de las casas de estudio públicas como una inspiración superior y englobante de múltiples acciones que se emprenden para que desde la universidad se ayude a un grupo plural con diversas necesidades.

Lo anterior ha generado un demérito del voluntariado que hacen universidades privadas pues las críticas se dirigen a señalar que, inspiradas en distintas órdenes religiosas, promueven la creación de grupos y programas de voluntariado que son etiquetados con afirmaciones tajantes que agotan los diferentes motivos reduciéndolos a que sus voluntariados sólo se enfocan a realizar acciones asistencialistas, obras pías o de caridad. En parte, hay que destacar, algo hay de positivo en esos análisis pues permiten observar prácticas distorsionantes que consisten en la reproducción de argumentos que están “de moda” y que descalifican o minimizan la importancia de la asistencia social para dar pie a una “alternativa” única que es la válida: Hacer voluntariado enfocado al desarrollo.

No obstante, lo anterior, en las universidades públicas también se le da un tinte así:

“El Servicio Social Voluntario es un programa asistencial que involucra a estudiantes, personal académico y administrativo de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo de los niveles superior y medio superior, en el desarrollo de actividades de beneficio social relacionadas con el cuidado del medio ambiente” (citado aquí ).

La tendencia de descalificar, minimizar, degradar y denostar el voluntariado dirigido a la asistencia no sólo abarca a la universidad, sino también al voluntariado corporativo y a un buen número de organizaciones de la sociedad civil. Algunas organizaciones, consultores y promotores del servicio voluntario, enarbolan lo que a su juicio estiman el deber ser de la acción voluntaria: Desarrollar habilidades y competencias en los beneficiarios, promoviendo de manera indirecta el abandono de quienes necesitan ayuda inmediata porque ese terreno es la prehistoria de la inversión social.

Por otro lado, al estudiar el voluntariado universitario de instituciones privadas con frecuencia se destacan rasgos del carácter de grupos voluntarios donde se les atribuye una visión utilitarista al servicio y los programas de voluntariado tienden a reproducir el sistema capitalista. La señalada responsabilidad social universitaria se erige como el faro orientado que traza el comportamiento del voluntariado universitario.

Estructura y gestión del voluntariado universitario

Dentro de las alternativas de investigación, las que se refieren a examinar la estructura y gestión del voluntariado universitario, se han producido un buen número de ensayos y artículos que abordan la vinculación de la gestión servicio social universitario con el servicio voluntario como si fuese un mismo asunto y proponen, a nuestro juicio de manera errónea, administrarlo bajo el mismo espíritu. Este hecho obedece al menos a los siguientes factores:

Falta de estructura especial para el Programa de Voluntariado Universitario. Ante la ausencia de un programa de esta naturaleza, la administración responsable o el área que se le asigna crear y desarrollar el voluntariado de su universidad o institución de Educación Superior, con frecuencia lo ubica en la misa coordinación del servicio social al estimar que su administración es similar. Sin embargo, el proceso de incorporación y seguimiento puede ser parecido, pero en el fondo son actividades con lógicas distintas. Una es una obligación, otra es meramente voluntario.

Estimar que el tiempo dedicado al servicio social es similar al del voluntariado. Hemos dicho en diversos foros y capacitaciones que voluntariado y servicio social universitario pueden transitar bajo un mismo programa general, pero existen grandes diferencias, por ejemplo, las que parten de su esencia. Mientras que en el Servicio Social Universitario remembrando las palabras de Susana Barnetche y Pous de que éste pertenece al “Obligariado”; el servicio voluntario universitario es de libre albedrío y si el estudiante no está de acuerdo o la actividad para la que fue convocado no es de su agrado puede declinar.

Servicio Social y Voluntariado universitarios tienen las mismas actividades. En realidad, las acciones y actividades donde participa el alumno dedicado al servicio social universitario, que es una obligación (de entregar 480 horas) donde la persona involucrada debe de desarrollar dicho compromiso desempeñando los aprendizajes obtenidos en su formación profesional podría ser similar al del servicio voluntario. El Servicio Social muestra que sus actividades están supeditadas e implica relaciones verticales. El o la pasante se atienen para liberarse del compromiso a las condiciones pactadas entre la organización que abre el espacio para realizar el servicio y la universidad.

En cambio, el servicio voluntario universitario brinda para la o el estudiante una gama más amplia de posibilidades que van más allá del ejercicio de su profesión donde se aprovechan otras habilidades y competencias, gustos, aficiones e inquietudes propias de la juventud. El o la estudiante sabe que la cantidad de tiempo que donará no está sujeta a una obligación.

El horizonte de actividades de un joven universitario para involucrarse en voluntariado comprende desde la participación en una o varias jornadas de servicio voluntario o hasta la prolongación por un año de servicio voluntario. Esta es una actividad adherente que se hace con quien organiza las acciones voluntarias, lo que permite desarrollar la inteligencia emocional en el terreno social, involucra la propia historia de vida y estimula actitudes, aptitudes de liderazgo y emprendimiento dentro de un marco de relaciones más horizontales que demandan aptitudes y actitudes gerenciales distintas (Respecto a la administración de grupos voluntarios la persona interesada puede consultar el concepto de horizontalidad y verticalidad de Luis Aranguren Gonzalo en “Lo esencial del Voluntariado”, ed. PCC Editorial, México 2013).

Así dentro de la gestión del voluntariado universitario se enfrentan distintos retos como son:

  • Definición de los programas y proyectos, cátedras e investigaciones que requieren participación voluntaria
  • Advertir los perfiles de servicio voluntario y el tiempo dedicado
  • Desarrollar la logística (a diferencia del servicio social universitario donde la organización que recibe al estudiante es responsable, en el voluntariado universitario corresponde primordialmente a la universidad desarrollarla).
  • Registro Horas/Hombre del servicio voluntario
  • Desarrollo de los Sistemas de Reforzamiento y Reconocimiento y Retención de Voluntarios (Para conocer el Ciclo del Voluntariado y su administración vea; Guerra Díaz, Emilio y Cortés Vázquea, Lorena; “Voluntariado en organizaciones sin fines de lucro. Manual para una gestión eficaz”. Ed. Centro Mexicano para la Filantropía, 2012).
  • Evaluación del programa que incluye la actitud y aptitud de la universidad frente al programa (que incluye el desempeño de la persona responsable de la coordinación
  • Aportaciones a la comunidad
  • Evaluación de Impacto de su voluntariado (viendo impactos y efectos)

Tipologías de voluntariado universitario

Muchos son los investigadores latinoamericanos sobre todo los colegas españoles y argentinos que han incursionado en el estudio de diversas tipologías de voluntariados dentro del sector social, cuyos aportes pueden ser dirigidos a las que pueden trazarse dentro del voluntariado universitario (aquí se destaca el trabajo de Ángel Zurdo Alaguero, “La Dimensión Corporativa del Tercer Sector. Los tipos organizativos del voluntariado”.).

Así, por ejemplo, sucede en algunos voluntariados universitarios que hay que distinguir las asociaciones universitarias de voluntarios, de las organizaciones voluntarias universitarias o socio-voluntarias. Algunas de ellas pueden ser mutualistas (como las fraternidades universitarias y a la postre pueden derivar en colegios de profesionistas) y auto ayuda que a menudo son mono-funcionales (Zurdo Alaguero: 2007).

Por otro lado, también se presentan los voluntariados universitarios de ayuda a terceros o (conocidos también como heteroayuda) y dentro de esta clasificación los que brindan espacio de participación o no a los beneficiados (Zurdo Alaguero: 2007). Hay que señalar que los voluntariados juveniles tienen una característica fundamental que es la participación de los beneficiados porque los mismos moceríos voluntarios planean, dirigen, ejecutan y financian las actividades de servicio. A pesar de que son una maraña de personalidades, un entramado de pasiones, un grupo de soñadores destaca en las y los jóvenes su gran vitalidad y compromiso para ayudar.

Otras tipologías se ocupan por estudiar la gestoría que se hace del voluntariado, que puede ser central (burocratizado) o autoorganizado, es decir, de participación social no tutelada (que a menudo se presenta en los momentum a, b y c, que se señalan infra, donde los recursos económicos provienen del bolsillo de los universitarios) y que son característicos de voluntariados en ciernes. También en este ámbito se destacan las formas de administración vertical con niveles sencillos de gerencia hasta una robusta jerarquización supeditante y la administración horizontal que se distingue por cumplir al menos dos funciones fundamentales: La proveeduría y promoción de voluntarios (Zurdo Alaguero: 2007).

Alejadas del espectro universitario se encuentra otro arquetipo de voluntariados en las que transitan u ofrecen servicios de fortalecimiento del servicio voluntario. Paradójicamente, pese a que la universidad cuenta con diversos recursos para la enseñanza de la gestión de voluntariado y formación de voluntarios, no se ofrecen este tipo de servicios por dirigir la atención primordialmente a la administración (central) del propio programa.

En otra parte del espectro del voluntariado universitario, se encuentran los voluntariados universitarios que apuestan al desarrollo de habilidades y competencias en los estudiantes que participan como voluntarios para impulsar la ciudadanía (se les suele llamar como educación/acción, modelo de aprendizaje, servicio activo; activismo universitario, etc.). Como se comprenderá ésta es una vía que supera la conceptualización de la responsabilidad social universitaria y en cambio, se ubica en un terreno más amplio en el de la ciudadanización de las acciones voluntarias.

Este tipo de voluntariado, enfocado a la participación ciudadana, es mucho más reciente y está influido por factores endógenos de la casa de estudio, como la responsabilidad social universitaria, valores universitarios, tradición y cultura, oferta educativa, liderazgo del patronato universitario, etc.; y exógenos, como las relaciones que establecen las universidades con las organizaciones de la sociedad civil, los vínculos con los voluntariados corporativos, los marcos reguladores del sector -posibles leyes de voluntariado- y situaciones coyunturales de protección civil y emergencias.

De esta manera estudiar las diferentes etapas o momentum en el que se encuentra un voluntariado universitario (que no necesariamente son consecutivos) se pueden advertir rasgos de ciertas tipologías:

  • Cuando la universidad es el espacio donde las y los alumnos se unen para realizar por su cuenta acciones voluntarias, por ejemplo, colectas de ropa, comida, libros, etc. que se donarán a organizaciones de la sociedad civil o directamente a la sociedad e incluso para la comunidad estudiantil (pueden ser mutualistas o de heteroayuda con una participación social no tutelada).
  • Cuando la universidad asume una actitud proactiva y apoya a los esfuerzos voluntarios de las y los estudiantes, por ejemplo, dona un espacio u oficina para que la administración de un programa de una OSC, como el caso de AIESEC, en algunas casas de estudio (la acción voluntaria no está tutelada pero hay espacios de participación de los beneficiados, que en muchos casos son los propios estudiantes universitarios que se inscriben en programas de voluntariado de OSC ya que son atraídos también por la posibilidad de realizar voluntariado de intercambio internacional).
  • Cuando la universidad integra el voluntariado a sus planes de estudio y fomenta desde la academia o investigación prácticas voluntarias en la comunidad o en vinculación con otras OSC (se da una dualidad de la tutela del programa ya sea por el profesorado o por la organización con la que se establece el vínculo. Este es el caso de la asociación civil Peraj México que su modelo eficaz prolonga la duración del servicio social de 480 horas al tiempo que dura un ciclo escolar de educación básica, sembrando de manera efectiva la semilla del voluntariado en los infantes y sus padres y madres de familia).
  • Cuando la universidad estructura sus propios programas de voluntariado o filantropía, donde invierte ya recursos para su institucionalización (hay plena tutela de la participación social por autoridades universitarias a menudo asignadas a la dirección o coordinación de servicio social y eventualmente si es que existe a la fundación universitaria).
  • Cuando la universidad correlaciona diversos voluntariados que nacen bajo el amparo universitario, es decir, muchas universidades sobre todo públicas al abarcar un vasto universo de responsabilidades como es la administración de patrimonio cultural o artístico a través de museos, actividades deportivas, científicas, gerencia de su propia fundación, etc., sus universitarios han generado diversos grupos voluntarios, ensanchando las posibilidades del voluntariado. Así muchos museos han ciudadanizado espacios universitarios cuando crean las “asociación de amigos de los museos…”. Pueden estar aglutinados por una Dirección o Coordinación especial o trabajar de manera independiente. En este caso se encuentra nuestra querida UNAM (pero sus esfuerzos voluntarios están disgregados y hay una tutelaridad focalizada cuando quizá requiere una administración con cierta burocracia).
  • Cuando la universidad fomenta la interacción de organizaciones de la sociedad civil de manera sistemática y sostenida para dar a conocer sus actividades y propósitos, reclutar personas como voluntarias a través de ferias de voluntariado y servicio social, invitación a foros y seminarios actividades complementarias a la enseñanza en las aulas, etc. Además de incrementarse los vínculos de la universidad en la comunidad, también la casa de estudios recibe la influencia del capital social de la organización filantrópica y su trabajo en distintas causas. La universidad entonces actúa con otros grupos voluntariados impulsados por organizaciones de la sociedad civil llevando servicios adicionales a la comunidad, este es el caso del Voluntariado Fomento a la Lectura, una novel red en el Estado de México que vincula a las universidades públicas para que sean los universitarios (alumnos y académicos) agentes promotores de ese hábito y que por el modelo de participación está generando diversas actividades culturales adicionales.
  • Cuando la universidad incluye en el programa a mentores y tutores, y en un esfuerzo de mayor profundidad, a los miembros de patronatos universitarios. Dentro del primer enfoque, de mentores y tutores, trascienden los programas de fortalecimiento y desarrollo institucional en los que académicos e investigadores se ven relacionados con organizaciones de la sociedad civil para colaborar en distintas necesidades que aquellas tienen como, por ejemplo, mercadotecnia, empaques y embalajes, determinación de compuestos químicos de fórmulas alimenticias, viabilidad financiera de un programa, análisis del retorno de inversión, etc. Respecto a los Patronatos Universitarios, muchas universidades privadas han prosperado en la movilización de recursos, cuentan con proyectos y actividades específicas de procuración de fondos para diversos fines escolares, éste es el caso del ITESM, la Universidad Autónoma de Baja California, (UABC) a través del apoyo que recibe de Sorteos Universitarios A. C., etc.
  • Cuando la universidad crea una fundación para allegarse de recursos económicos adicionales para llevar a cabo un programa de becas, preservación de patrimonios de distinta índole o bien, para administrar el voluntariado universitario donde la misma comunidad universitaria es beneficiaria. Así, Universidades como la Autónoma del Estado de México y la Autónoma de Yucatán se apoyan en su propia fundación para la procuración de fondos para becas e intercambios. No hay que olvidar que los integrantes del Consejo Directivo son también, voluntarios.

Como se advierte, los distintos estadios que hemos revisado pueden inspirar que la acción social voluntaria se consolide en un programa integral de voluntariado con mayor alcance y profundidad.

Normatividad del servicio voluntario universitario

Administrar el servicio social universitario hoy resulta más cómodo que el servicio voluntario universitario, obviamente por el carácter obligatorio de aquel. Tanto los institutos de Educación Superior y Universidades públicas y privadas llevan alrededor de 7 décadas de experiencia regulándolo bajo los lineamientos de la ley correspondiente.

Al inicio de esta exposición se hizo referencia al concepto “trabajo” voluntario que ahora retomamos para advertir los riesgos de su utilización práctica. Hemos señalado por más dos décadas de capacitaciones a través de talleres de creación y desarrollo de programas de voluntariado institucional, que utilizar el término “trabajo” voluntario puede, ante la falta de legislación específica, establecer grandes aberraciones entre la organización que convoca y los voluntarios convocados a hacer trabajo (no remunerado).

Se hace relevante recordar que no todo trabajo no remunerado es voluntario pues al menos existen otras manifestaciones como el doméstico, ambos no están considerados bajo una legislación, pero existen.

En contraste, el servicio social universitario (al que explícitamente no se le llama trabajo) está sujeto a una legislación específica, mientras que para la actividad voluntaria no hay todavía una legislación federal. No obstante, en el estado de Querétaro, se aprobó el 8 de junio pasado la primera legislación referente al voluntariado y pese al ímpetu y vehemencia legislativa no consideró normar ni el voluntariado corporativo, ni el universitario y mucho menos aquel que se da en organizaciones informales . Esta ley aún no entra en vigor pues el ejecutivo estatal no la ha publicado en la “La Sombra de Arteaga”.

Por tanto y mientras no exista legislación focalizada al voluntariado universitario, se puede abrir un sano debate sobre la conveniencia, pertinencia y viabilidad de tener un marco legal regulador federal para todo tipo de voluntariado, pero basta advertir que en ocasiones los propósitos legislativos en ocasiones buscan controlar antes que fomentar.

Así, impulsar una normatividad del servicio corresponderá a cada casa de estudio, pero habrá que definir con claridad los derechos y deberes que deben observar los voluntarios universitarios para con la casa de estudios, la comunidad estudiantil y los beneficiarios. Corresponde a la universidad desarrollar competencias administrativas para establecer una duradera relación con sus voluntarios e incorporar a la vida de cada universitario este tipo de servicio.

Un horizonte que construir

No obstante, que hemos destacado la vía de estructuración de programas de voluntariado universitario desde la perspectiva de ir de las acciones individuales voluntarias hacia las sociales, también es necesario reflexionar sobre la oportunidad de atender la coexistencia del proceso al revés. Es decir, de las acciones individuales voluntarias que se detonan a partir de la universidad.

Entre los retos que se vislumbran para el Voluntariado Universitario se encuentra la necesidad de que las casas de estudio destinen un presupuesto para desarrollar las actividades del programa y puedan coexistir todas las vertientes que fueron descritas con anterioridad.

Como se señaló, los estudios de voluntariado universitario confieren mayor relevancia a los esfuerzos de servicio voluntario organizado de tipo social (administración tutelada y burocrática) desde y por la universidad o los institutos de Educación Superior y que por lo general preocupa la consolidación de su proceso de formación de manera institucionalizada.

Sin embargo, no por el hecho de que la universidad ponga vigilancia mayoritariamente al comportamiento y desenvolvimiento de la acción social voluntaria, quiere decir que los esfuerzos voluntarios individuales o no existan, o se les reste importancia. Por ello la atención disminuye cuando hay que evaluar un programa. Al menos dos son las dimensiones de evaluar que a menudo se consideran como una sola. Por un lado, se tienen que observar los resultados de la acción voluntaria que están estrechamente vinculados a los objetivos que se plantean en cada actividad (se alcanzó la cobertura, se reforestaron tantas hectáreas, se repartieron tantas despensas, etc.), pero por otro, se hace indispensable observar la dimensión de evaluar los impactos y los efectos de la acción voluntarias, se individual o social que desarrolla la universidad (por su programa o por los distintos grupos asociativos).

Respecto a la acción individual, es primordial reflexionar cómo las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) han modificado profundamente la forma en la que se convoca a la comunidad a emprender diversas acciones sociales. Cientos de alumnos en y desde las universidades en todo el mundo movilizan personas a prestar servicio voluntario o vincularse a una acción social que busque cambiar un hábito, desplegar ayuda humanitaria para un caso individual contundente (un niño con cáncer, atender una discapacidad, etc.) o asistir con acciones humanitarias a causa de un desastre o eventualidad, etc.

Aquellos son voluntarios individuales universitarios que se desenvuelven muy bien con las TIC’s y están generando diversos servicios. Como se observa las TIC incitan a revaloran el voluntariado individual que se hace dentro de las instituciones educativas que, fuera de una estructura organizacional, son efectivas para movilizar a otros voluntarios a título de la universidad. Ésta es una tendencia mundial.

Estamos en los albores, como diría el Mtro. Carlos Zarco, de la creación de una nueva “institucionalidad social” que demanda para su consolidación, la participación ciudadana a través del voluntariado, o visto de otra manera, a través del voluntariado universitario fomentar también la participación ciudadana. La universidad (pública y privada), es un actor principal para lograr esos fines de ahí la relevancia de que crezcan los programas institucionalizados que incentiven también las distintas iniciativas de los universitarios. Hoy los Objetivos de Desarrollo Sostenible son una guía para el actuar de los voluntariados universitarios en particular, y de todos los voluntariados donde desarrollo y asistencia por igual dignifican a todos los involucrados en la acción voluntaria.

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Emilio Guerra Díaz

Emilio Guerra cuenta con amplia experiencia en la Gestión de la RSC, destacando su trabajo en el área de vinculación con la comunidad que potenciar la inversión social empresarial. Ha gerenciado fundaciones empresariales.

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