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Frente a la exclusión social y la pobreza: jóvenes con derechos y oportunidades.

Hay cinco transiciones que viven las personas jóvenes que determinan gran parte de su futuro: seguir estudiando o desertar; optar por una vida sana o padecer adicciones; acceder a un empleo con seguridad social o caer en la desocupación y los empleos precarios; formar una familia o procrear hijos prematuramente y/ o sin alguno de los padres; ejercer la ciudadanía o aislarse de los asuntos públicos.

La pobreza y la exclusión social generan factores de vulnerabilidad para las personas jóvenes, más allá de las capacidades de cada individuo. Y la mitad de la población (47.4%) vive en condición de pobreza.

Los jóvenes de los hogares más pobres desertan antes y en mayor proporción. Entre los 6 y los 12 años de edad las tasas de asistencia escolar son casi iguales entre el 20% más pobre (quintil 1) y el 20% con mayor ingreso (quintil 5): 97.2% y 99.7% respectivamente. De los 13 a los 19 años la brecha se abre: 61.1% el quintil más pobre y 88.6% el quintil con mayor ingreso. Los hogares en pobreza además tienen menor acceso a los servicios de salud y a la seguridad social.

La desocupación es uno de los mayores riesgos para la juventud. Hay 7.5 millones de jóvenes que “ni estudian ni trabajan”, 6 millones (82%) son mujeres. Como dice la directora del Imjuve, Priscila Vera, los “ni – ni” en realidad son las “ni – ni”.

México requiere invertir más y mejor en sus jóvenes para evitar que el llamado “bono demográfico” se convierta en una pesadilla. El primer paso es garantizar los derechos de la juventud que resultan esenciales para su desarrollo sin exclusión social y pobreza. El derecho a la educación, a la salud, al trabajo, a formar una familia y a participar en la vida cultural son compromisos establecidos en las declaraciones y pactos de derechos firmados y ratificados por México.

Frente a los “ni – ni” se requiere un “sí – sí”. Para enfrentar la condición de vulnerabilidad, se requieren políticas que permitan primero “sí terminar de estudiar”, para después proceder a “sí trabajar”. Es decir, aumentar la permanencia hasta culminar al menos 12 años de educación y mejorar las condiciones de empleo. El Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012 (PND) estableció objetivos relevantes para evitar la deserción y promover el empleo de jóvenes: la reforma de la educación media superior (Eje 3, objetivo 13 del PND) y el apoyo para acceder al trabajo a través del apoyo al “primer empleo” (Eje 2, estrategia 4.3).

Estas estrategias no avanzan como debieran. La reforma integral a la educación media superior (RIEMS) aún lo logra garantizar la equivalencia y la portabilidad entre los subsistemas educativos que son una de las causas del abandono escolar. El programa Primer Empleo no logró despegar y ya no recibió presupuesto en 2010.

Los jóvenes con mayor riesgo y vulnerabilidad además requieren una “segunda oportunidad”. Debido a la deserción escolar en secundaria y media superior se requieren opciones para quienes no culminaron su ciclo educativo para certificar su conocimiento y desarrollar habilidades para la vida y el trabajo. Estas habilidades (conocidas técnicamente como soft skills) pueden hacer la diferencia entre la desocupación y el empleo formal para los jóvenes.

La vulnerabilidad que padece la juventud requiere focalizar y conjuntar las acciones efectivas. Estas acciones, que ya tienen presupuesto y están en ejecución, serían además un buen programa de seguridad ciudadana o la dimensión social de la política de seguridad. El gobierno federal maneja programas clave que hoy se realizan de manera dispersa y sin foco en los jóvenes.

Alineando al mismo espacio y población un “paquete” de programas, se podría integrar una estrategia social para prevenir y reducir el riesgo para los jóvenes: A través de Habilidades Digitales para Todos se instalan aulas de computadoras y con Escuelas de Tiempo Completo y Escuelas siempre abiertas se podrían promover deporte y actividades recreativas. Para que funcionen para los jóvenes, estos programas deben priorizar secundarias y bachilleratos en zonas de alta deserción y riesgo.

El “paquete” debe incluir otros programas como becas, Rescate de Espacios Públicos, proyectos de deporte y cultura realizados por jóvenes, servicios de salud sexual y reproductiva adecuados para jóvenes (como el modelo CARA del IMSS) y las acciones de prevención y detección de adicciones de CONADIC.

* Consultor experto en programas sociales. Presidente de Alianza Cívica, a.c.

Fuente: La Crónica; Crónica especial, p. 12
Aurot Rogelio Gómez Hermosillo M.
Publicada: 4 de agosto 2010

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