La violencia de género es una de las formas más extendidas de violación a los derechos humanos en el mundo. Aunque tradicionalmente se ha considerado un problema del ámbito privado o estatal, cada vez es más claro que todos los sectores —incluido el empresarial— tienen un rol crucial que desempeñar. Los espacios laborales no solo reflejan las desigualdades sociales, sino que pueden reproducir dinámicas de violencia o, por el contrario, convertirse en motores de cambio.
En este contexto, el involucramiento de las empresas en la prevención de la violencia de género no es solo una cuestión ética, sino también estratégica. Un entorno libre de violencia permite a las personas desarrollarse profesionalmente con seguridad, mejora el clima laboral y refuerza la reputación corporativa. Las organizaciones tienen los recursos, el alcance y la influencia necesarios para transformar realidades y contribuir a la construcción de sociedades más igualitarias y seguras.
El papel de las empresas en la prevención de la violencia de género
Las empresas desempeñan un papel fundamental en la construcción de entornos laborales seguros y libres de discriminación. Su responsabilidad va más allá del cumplimiento normativo: deben ser agentes activos en la promoción de la equidad y la erradicación de cualquier tipo de violencia. La prevención de la violencia de género empieza por reconocer que esta puede manifestarse dentro del lugar de trabajo, ya sea en forma de acoso, exclusión, control o violencia verbal, física o económica.
Cuando una empresa adopta políticas y protocolos claros para prevenir, detectar y sancionar la violencia de género, no solo protege a sus colaboradoras: también mejora su productividad, retiene talento y fortalece su cultura organizacional. La ausencia de medidas puede generar entornos tóxicos y perpetuar la impunidad. Por el contrario, la acción responsable fomenta la confianza entre el personal y refleja un compromiso genuino con los derechos humanos.

Además, las empresas tienen la capacidad de influir en su cadena de valor, proveedores, clientes y comunidades. Por eso, su impacto puede ir mucho más allá de sus oficinas o plantas de producción. Su liderazgo en este tema es crucial para lograr una transformación estructural. Por eso, hablar de empresas en la prevención de la violencia de género es hablar de sostenibilidad, justicia y futuro.
¿Por qué las empresas deben actuar ante la violencia de género?
Según datos de ONU Mujeres, una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual en algún momento de su vida. Esta cifra alarmante no distingue edad, clase social ni país, y se recrudece en contextos de desigualdad económica, falta de acceso a derechos y tolerancia institucional. En muchos casos, las mujeres que trabajan en entornos hostiles no tienen canales eficaces para denunciar ni reciben apoyo cuando lo hacen.
Por otro lado, el lugar de trabajo puede ser tanto un espacio de protección como de revictimización, ya que el acoso sexual laboral, por poner un ejemplo, continúa siendo una realidad invisibilizada que afecta la salud mental, la productividad y la estabilidad laboral de miles de mujeres. En este sentido, la omisión por parte de las empresas se traduce en una forma de complicidad estructural.

Por otro lado, el sector empresarial tiene un potencial transformador si asume una postura activa. Existen ejemplos positivos de empresas que han adoptado la norma mexicana NMX-R-025 en Igualdad Laboral y No Discriminación, o que han aplicado los Principios para el Empoderamiento de las Mujeres (WEPs, por sus siglas en inglés) de Naciones Unidas. Estos marcos ofrecen guías concretas para que las empresas en la prevención de la violencia de género actúen con coherencia, convicción y resultados verificables.
Finalmente, actuar contra la violencia de género desde el ámbito corporativo implica asumir una visión integral de sostenibilidad. No se trata únicamente de cumplir una norma o responder a una crisis mediática, sino de construir una cultura organizacional basada en el respeto, la equidad y el cuidado. Las empresas en la prevención de la violencia de género no deben esperar a que ocurra una denuncia para intervenir: deben adelantarse, formar, transformar y liderar. Su influencia, si es bien dirigida, puede marcar una diferencia real en la vida de millones de mujeres.
5 acciones clave para prevenir la violencia de género desde las empresas
1. Implementar políticas internas claras y con enfoque de género
Toda organización debe contar con una política de prevención y atención de la violencia de género. Esta debe incluir definiciones precisas de lo que constituye violencia, canales de denuncia seguros, medidas de protección y sanciones claras. También es importante que las políticas estén redactadas en lenguaje accesible y sean socializadas entre todo el personal.
Una política escrita no es suficiente si no se respalda con una cultura organizacional que la sostenga. Para ello, es fundamental que el liderazgo de la empresa se involucre activamente y que se promueva un entorno donde las personas se sientan escuchadas y protegidas. La implementación debe ir acompañada de recursos y de un equipo capacitado para su correcta aplicación.

2. Capacitar al personal y a los líderes en igualdad y prevención de la violencia
Formar a directivos, mandos medios y colaboradores sobre la violencia de género y sus manifestaciones es clave para erradicar estereotipos y prevenir abusos. Estas capacitaciones deben ser periódicas, obligatorias y adaptadas al contexto de cada empresa.
Los líderes de equipos deben aprender a detectar señales de alerta y a actuar de manera adecuada cuando se presenta una situación de violencia. Esta acción no solo permite prevenir conflictos, sino también generar redes de apoyo dentro de la organización que fortalezcan la prevención y el acompañamiento a posibles víctimas.
3. Ofrecer apoyo a trabajadoras que hayan vivido violencia de género
Las empresas pueden marcar una diferencia significativa en la vida de sus trabajadoras si diseñan mecanismos de apoyo para quienes enfrentan situaciones de violencia. Esto puede incluir flexibilidad laboral, asesoría legal y psicológica, canalización a servicios especializados o días libres con goce de sueldo.
Estas medidas no deben verse como favores, sino como parte de un enfoque integral de derechos humanos y responsabilidad social. Apoyar a una víctima de violencia contribuye a su recuperación y reafirma el compromiso de la empresa con una cultura de respeto y equidad.

4. Fomentar la equidad salarial y la participación de mujeres en puestos de liderazgo
Eliminar las brechas salariales entre hombres y mujeres y garantizar oportunidades reales de ascenso para las mujeres fortalece la autonomía económica, lo cual es clave en la prevención de la violencia. Cuando las mujeres cuentan con independencia financiera, tienen más posibilidades de salir de contextos violentos.
Además, tener mujeres en espacios de decisión ayuda a construir una visión más inclusiva e igualitaria de la empresa. La paridad no solo mejora los resultados organizacionales, sino que también previene prácticas discriminatorias estructurales.
5. Involucrarse en campañas externas y alianzas multisectoriales
Las empresas pueden sumar esfuerzos con ONGs, organismos internacionales, gobiernos y otras compañías para lanzar campañas, compartir buenas prácticas y apoyar iniciativas de prevención. Esta colaboración intersectorial permite ampliar el alcance de los mensajes y generar un mayor impacto en la sociedad.
Ser parte de redes de empresas comprometidas con la igualdad de género y la no violencia también permite identificar nuevas herramientas, metodologías y experiencias que pueden ser útiles para fortalecer las propias acciones internas. La transformación no ocurre en solitario, y el rol colectivo del sector privado es clave.

Hacia una cultura corporativa libre de violencia
La violencia de género no es un tema ajeno al ámbito laboral: ocurre dentro de las oficinas, fábricas, comercios y cadenas de suministro. Por eso, el compromiso de las empresas en la prevención de la violencia de género no puede ser superficial ni limitado a discursos institucionales. Debe convertirse en una línea estratégica transversal que transforme prácticas, estructuras y relaciones de poder.
Cuando una empresa actúa con responsabilidad, genera un entorno más seguro, digno y humano para todas las personas que la conforman. Este compromiso no solo mejora la reputación corporativa, sino que también contribuye a una sociedad más justa. Prevenir la violencia de género desde el espacio laboral es una acción concreta con impacto profundo. Y las empresas, sin duda, tienen un rol insustituible en ese proceso.