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El hambre nuestra de cada día

FORMA Y FONDO CCXXXIV

A lo largo de la historia, la humanidad ha sufrido el flagelo del hambre, uno de los legendarios jinetes del Apocalipsis, aunque los otros continúan presentes cumpliendo su cometido: la guerra, la muerte y la peste. La crisis por la que atraviesa la humanidad hoy en día, es el escenario perfecto para la mítica caballería. No hay Continente que se libre de padecer uno o todos los flagelos.

La guerra está presente en alguna de sus diferentes formas, incluida la participación de niños, mujeres y esclavos guerreros.

Ahora, más que nunca está vigente la máxima latina: “Si quieres paz, prepárate para la guerra” atribuida a Julio Cesar, pero que en realidad deriva de un pasaje del escritor romano Vegecio.

La muerte y la peste son también comunes en nuestro mundo, con formas por igual variadas. Pero el hambre, aumenta de manera escandalosa el número de hambrientos en el mundo. En el último año se calcula que se sumaron al menos, ciento veinte millones a los más de mil ya existentes.

En 1979 se proclamó el Día Mundial de la Alimentación por la Conferencia de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) con la finalidad de concientizar a las naciones y fortalecer la solidaridad en la lucha contra el hambre, la desnutrición y la pobreza. Posteriormente el 5 de diciembre de 1980 emitió la Resolución que la considera un requisito para la supervivencia y el bienestar de la humanidad y una necesidad humana y fundamental.

A lo largo del año y en casi todos los rincones del Planeta se impulsan diferentes acciones en pro de que todos tengan alimento, tema también tratado en las Cumbres Mundiales, Conferencias y Programas sobre Seguridad Alimentaria, estrechamente relacionadas con el cambio climático, el agotamiento de recursos renovables, el aumento poblacional y toda la fenomenología repetida hasta la saciedad.

El hambre en el mundo es un insulto permanente a la sociedad más avanzada en la historia de la humanidad, que a pesar de sus logros en todos los campos del saber, no ha encontrado respuesta al problema de cientos de millones de congéneres que no tienen qué llevarse a la boca. Un atentado en contra del derecho del ser humano a la alimentación. La falta de sensibilidad y voluntad de gobiernos y sociedad para aplicar programas serios, encontró en buen aliado al enfocar el problema como calamidad natural. Qué mejor pretexto que culpar a la Naturaleza.

Pareciera que volvemos a la Edad Media: los campesinos necesitan rezar para tener buen tiempo y buenas cosechas, cuando se podrían desarrollar políticas proactivas. Resulta cruel, aunque en lo local es parte de nuestro México surrealista, que invariablemente los anuncios en medios muestran gente sonriente y vigorosa, gracias a que comen productos sanos y nutritivos.

Especialistas de todas las ramas coinciden en que es imperioso pasar de una economía de subsistencia a una economía alimentaria y comercial sustentable. La inversión en agricultura y seguridad alimentaria necesita multiplicarse como ha ocurrido en el sector salud en la última década a nivel mundial.

Si la lógica no falla, al haber comida para todos, los problemas de salud serán más fáciles de enfrentar y se vislumbrará el camino hacia un incipiente bienestar común.

De continuar como hasta ahora, la problemática alimentaria se hará una bomba más poderosa para los gobiernos y al no enfrentarla con decisión les estallará en las manos. No es regalando comida como se solucionará el problema. Las exigencias poblacionales del siglo XXI urgen dejar atrás el paternalismo de regalar alimentos. La reforma integral de la agricultura requiere capacitación para producirla y comercializarla, completando una visión sustentable y no un paliativo de dádiva momentánea.

No hay que olvidar que el 70 por ciento de la población hambrienta vive en zonas rurales de ahí la importancia de privilegiar la agro ecología ante la agricultura industrial e intensiva para fortalecer la conservación de suelos y medio ambiente. Agrava lo anterior que la mayoría de las personas pobres del mundo son mujeres con la abrumadora responsabilidad de alimentar a sus dependientes. Cultivan, cosechan y cazan o pescan los alimentos para la familia, llevan agua y leña a la casa, preparan y cocinan los alimentos. Muchos de los hogares suburbanos o rurales cuando tienen qué comer, es gracias al esfuerzo, aptitudes e ingenio de las madres, esposas, hermanas e hijas.

Estas mujeres son las últimas que tienen acceso a los recursos, a la capacitación y a los préstamos financieros, a pesar de las políticas asistenciales. En muchas comunidades, las dificultades de las mujeres rurales empeoran porque están de por medio los antiguos usos y costumbres que son leyes; los hombres jóvenes y en buenas condiciones físicas buscan trabajo en las ciudades.

En México, al acentuarse la crisis, los recursos alcanzan menos y junto con las políticas y reformas fiscales para enfrentarla, la ciudadanía cada vez se agota más. Mientras la tónica en el mundo es apoyar a la población con medidas para sanear la economía familiar base del progreso de cualquier nación, aquí se toman acciones que intentan justificar más y complicados impuestos, con un claro destino populista, para apoyar a la floreciente población de pobres, pero gravando a los pocos que siempre pagan y cada vez tienen menos.

La forma: rescatar al país cuando todavía es tiempo con acciones y programas definidos y proactivos.
El fondo: aprovechar y compartir la riqueza de nuestro México, porque como parte de él: TODOS SOMOS NATURALEZA.

Fuente: Comunicado de prensa

1 COMENTARIO

  1. En México hay alimento suficiente para todos, lo que falta es capacidad de compra, distribución y voluntad.

    En nustros campos se tiran miles de tonaledas de alimento diario por falta de precio o de estándares de calidad para venta. Hace falta agroindustria.

    La base para reducir la pobreza es garantizar el alimento, para que a partir de este, una persona pueda comenzar a buscar salud, vestido, educación, vivienda y capacitación para finalmente liberarse y lograr la autosuficiencia. Reintegrandose a la vida productiva del país en un círculo virtuoso para toda la sociedad.

    Siempre debe haber un compromiso por parte de los beneficiarios, a través de cuotas mínimas de recuperación y/o trabajo, para no generar profesionistas de la caridad, sino llevar el apoyo a quienes verdaderamente lo necesitan y quieren salir de la situación de pobreza. Además de recuparar el costo de la distribución y lograr sistemas autosustentables.

    El hambre en México es falta de conciencia, todos ganamos si la base de la pirámide mejora su situación, pues esto reduciría la delincuencia, mejoraría la salud, la economía del país entero.

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