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El fondo negro de las casas verdes

Casa verde vía Shutterstock
Casa verde vía Shutterstock

Los materiales sustentables no suscitan entusiasmo entre las constructoras. El caso es que no son un requisito primordial para acceder a las Hipotecas Verdes del Infonavit.

El Infonavit ha tratado de ondear la bandera de la sustentabilidad a través de su programa Hipoteca Verde, que otorga un monto adicional al crédito hipotecario para adquirir departamentos y casas que cuenten con ecotecnologías.

De acuerdo con el Instituto, una casa con calentadores solares, focos, regaderas, llaves y excusados ahorradores puede disminuir costos en los servicios de luz, gas yagua hasta 2,500 pesos al mes y apoyar a la protección del medio ambiente.

Las cifras oficiales indican que con los 379,000 créditos sustentables otorgados en 2014, fue posible mitigar la emisión de 369,000 toneladas de C02, 10 que equivale a plantar 1.2 millones de árboles.

No sólo accesorios

Más allá de las ecotecnologías, existen materiales que permiten construir casas que amplían el concepto de sustentabilidad.

«Queríamos romper paradigmas. Nuestro producto por ser ligero, de fácil manejo, aislante acústico y térmico, ayuda a reducir el impacto al medio ambiente», dice Bernardo Álvarez, director general adjunto de Idesa, empresa petroquímica que creó la rama ovidesa, la cual desarrolló paneles de poliestireno expandible de alta densidad cubiertos con concreto, que permiten levantar muros y fachadas para construir viviendas amigables.

Sin embargo, el arranque por esta tecnología no fue fácil. Sus planes en un inicio contemplaban la construcción de aproximadamente 1,200 casas para el tercer año, 10 cual no ocurrió. Al contrario, para el séptimo año ya tenían una deuda acumulada de 190 millones de pesos (MDP).

«A las vivienderas no les interesan los beneficios a largo plazo. Nuestra rentabilidad está en los ahorros que se tienen en energía eléctrica, aunque también en el proceso de construcción», dice Álvarez.

Ubicación sustentable

La constructora de viviendas ARA, la única de las grandes que sobrevivió a la crisis, decidió apostar por el desarrollo de proyectos sustentables con Citara, en Huehuetoca, Estado de México.

Estos nuevos desarrollos de ARA buscan cambiar el enfoque tradicional, pues van de 10 micro a 10 macro.

«Esto significa que no sólo nos centramos en los hogares y sus accesorios sustentables, sino en que tengan mejores ubicaciones, que haya trans-porte y vialidades, servicios públicos, y todo lo que aporte al diseño de la comunidad, como escuelas y centros de comercio», explica Karla Segura, subdirectora de Sustentabilidad y Servicio al Cliente de ARA.

«Los desarrolladores deben considerar el contexto donde van a construir. Hay desarrollos que se concluyeron, pero no así las vialidades para entrar o salir de las zonas donde se ubican por lo que termina colapsando la comunidad», apunta el arquitecto Alejandro García Lara, académico del Tecnológico de Monterrey, campus Ciudad de México.

«Una de las consecuencias de la lejanía agrega García Lar es que las viviendas poco prácticas para sus habitantes terminan abandonadas».

Y los números revelan que esto es verdad. El INEGI reportó que en 2010 se registraron cinco millones de casas deshabitadas, 14 del total de viviendas en el país.

Si bien, Karla Segura admite que la Hipoteca Verde sí ha influido en la decisión de buscar un nuevo modelo, lo cierto es que los apoyos otorgados no les han permitido concluir ni ampliar sus proyectos ecológícos masivos. Actualmente, ARA tiene detenida la edificación de 20,000 casas en el complejo Nuevo Mayab, Cancún. de características similares a las de Huehuetoca.

Vertical contra horizontal

«El modelo actual de la vivienda social es un fracaso. Son miles de casas en terrenos muy extensos y alejados de la ciudad, por lo que llevarles servicios como agua, drenaje, luz, seguridad y vialidades es difícil.

Nosotros apoyamos la vivienda vertical, ofreciendo nuestro producto para techos, fachadas y muros divisorios», contrasta Bernardo Álvarez.

En 2014, el Centro Mario Molina publicó un estudio sobre vivienda sustentable, en donde demuestra que a largo plazo la vivienda horizontal tiene una huella de carbono 1.4 veces mayor que la vertical, pues suele estar situada en la periferia, lo que aumenta los tiempos y las distancias de traslado.

La apuesta: lo comercial

Al no encontrar oportunidades con las viviendas, Novidesa vislumbró que la apuesta está en los inmuebles comerciales. Entre sus clientes ahora se encuentran Liverpool, Hoteles One, Bimbo y Office Max.

Las características que definen a un edificio sustentable incluyen aspectos como el diseño del proyecto y su integración a la zona donde se construye, los materiales empleados, el consumo de energía y agua, etc.

A diferencia de las viviendas, los edificios dan un beneficio más claro a los desarrolladores porque «pueden tener acceso a más créditos y ahorros en los procesos de construcción», explica Mariana Ramírez, gerente de la división Sistemas de Construcción en Novidesa.

Ahora, ya con ganancias netas de 2 millones de dólares en 2014, Novidesa ha demostrado que su producto tiene futuro. Entre sus principales ganchos está la certificación del us Green Building Council, uno de los principales sistemas de evaluación de edificios sustentables.

Los ecomillennials

El camino para impulsar ideas disruptivas en la construcción aún es largo, pero los avances comienzan a ser más veloces gracias a la generación de los millennials. «Para los arquitectos jóvenes el medio ambiente es importante. La conservación está en su ADN, por lo que apoyan la innovación para el cuidado de la naturaleza», dice Alejandro García, del Tec de Monterrey.

Bernardo Álvarez tiene claro que ser sustentable requiere de paciencia y valentía, pero vale la pena luchar por estas propuestas.

«Las pequeñas y medianas em-presas que también están generando tecnología sustentable no deben rendirse, es una cuestión de paciencia. Nosotros querernos ser un factor de cambio, y creo que lo estamos logrando», concluye Álvarez.

Fuente: TURNER, William. El Fondo negro de las casas verdes. Forbes. Año 3, mayo – junio 2015, p. 24 y 25.

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