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Economías bajas en carbono y sustentadas en el agua: Ante el cambio climático la adaptación del manejo del agua centrada en los ecosistemas

De acuerdo al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), el agua y su disponibilidad, constituyen la principal presión para la sociedad y el ambiente bajo una realidad de cambio climático. De aquí la necesidad de mejorar nuestro entendimiento de los problemas que esto implica. Las reducciones en cuanto a emisiones de carbono deben ser sustanciales, inmediatas y ambiciosas, para evitar los peores impactos. Es urgente adoptar un marco de adaptación, priorizando la implementación de acciones en materia de agua, sobre todo para asegurar el éxito de las estrategias de mitigación. Las decisiones de la COP 16 en materia de adaptación deben estar fundamentadas por sólidos mecanismos de financiamiento y soporte técnico para asegurar su adecuada implementación en los países en desarrollo.

«Cambiar nuestro modelo de desarrollo por una economía baja en carbono no será posible sin una gestión integrada de los recursos hídricos que sea sólida, sostenible y adaptativa a las nuevas condiciones climáticas», comentó Vanessa Pérez-Cirera, Directora del Programa de Cambio Climático de WWF-México.

La gestión hídrica en el mundo debe adaptar rápidamente sus principios y operaciones al nuevo escenario de cambio climático y de desarrollo, mejorando la gestión y gobernanza de los recursos hídricos, el entendimiento de la variabilidad climática, controlando el impacto de las acciones de mitigación, pero sobre todo considerando la imperiosa necesidad de evitar una mala adaptación, como por ejemplo las soluciones que no incorporan los servicios de los ecosistemas, ni la participación de la sociedad.

Aunque menos del 1% del agua dulce en el Planeta es accesible al ser humano, existe suficiente para satisfacer las necesidades sociales y ambientales. El reto es asegurar la calidad y cantidad de agua que requerimos evitando afectaciones sustanciales de los ríos, lagos, humedales y acuíferos.

Las mayores amenazas sobre los recursos hídricos a nivel global son: la fragmentación de ríos, la sobreexplotación y la contaminación. Según el Informe Planeta Vivo 2010 de WWF, 2 millones de toneladas de aguas residuales son vertidas diariamente a los diferentes cuerpos de agua del mundo y las poblaciones de especies tropicales de agua dulce disminuyeron casi el 70%, en las últimas cuatro décadas; esta es la reducción más grande de especies registrada estadísticamente, lo que implica una amenaza para la seguridad alimenticia de muchos países en vías de desarrollo, los cuales obtienen 70% de su consumo de proteína animal de peces de agua dulce.

«Al día de hoy mil millones de personas en el mundo carecen de acceso a una fuente adecuada de agua, y para el 2025 se estima que 5.5 mil millones de personas vivirán en zonas de moderado a severo estrés hídrico; esto aunado a las proyecciones del aumento de la temperatura, el incremento del nivel del mar y la intensidad de las sequías y tormentas, provocará desplazamientos humanos sin precedentes en los próximos 50 años. Por ello, hacemos un llamado a los gobiernos a crear estrategias integrales de adaptación para reducir nuestro riesgo ante estos escenarios», comentó Omar Vidal, Director General de WWF México.

Otro factor a tomarse en cuenta en materia de adaptación es la infraestructura hidráulica, la cual puede traer beneficios a corto plazo para la captación de agua o la prevención de inundaciones, sin embargo puede conllevar impactos negativos para los ecosistemas y las poblaciones que dependen de ellos, así como a la misma disponibilidad del agua, sino se consideran parámetros ambientales y ecosistémicos en su planificación. Estudios recientes estiman que 500 millones de personas en el planeta han sido afectadas negativamente por la construcción de presas (Richter, 2010). Es por ello que ante los nuevos escenarios climáticos se deben evitar soluciones de mala adaptación, las cuáles terminarían por exacerbar la vulnerabilidad de los ecosistemas y las sociedades.

«Actualmente se debe reconocer la inminente necesidad económica y social de recuperar la infraestructura natural que conforman los ecosistemas, para hacer frente a los fenómenos climáticos extremos y seguir beneficiándonos de los servios ambientales que nos proveen, como la purificación y provisión de agua dulce; la regulación climática; la generación oxígeno; la fertilización de los suelos; el almacenamiento de dióxido de carbono; los servicios de esparcimiento; entre otros» comentó Yolanda Kakabadse, Presidenta de WWF Internacional.

Un esquema de manejo de agua centrado en los ecosistemas es aplicado por WWF y la Fundación Gonzalo Río Arronte, quienes establecieron una alianza comprometida en desarrollar nuevos modelos de gestión hídrica en México, trabajando específicamente en tres cuencas: el río Conchos, principal afluente del Río Bravo en el desierto Chihuahuense; el río Copalita-Zimatán-Huatulco en Oaxaca y el río San Pedro Mezquital en Durango, Nayarit y Zacatecas, uno de los proveedores principales de agua dulce al Golfo de California y uno de los ríos cuyo cauce aún fluye libremente en Norteamérica y el mundo.

Este esquema se fundamenta en la construcción de un proceso de participación de la sociedad para alcanzar los acuerdos en cuanto a establecer un balance ecológico del agua (caudal ecológico), fijar metas significativas de eficiencia en su uso, integrar las funciones y servicios de los ecosistemas a la de infraestructura hidráulica, y avanzar en las condiciones de equidad de acceso al agua y reducción de la pobreza.

«El agua no es un sector, sino el principal medio por el cual el cambio climático impacta a la sociedad, los ecosistemas y las economías del mundo. De la manera en que la gestionemos dependerá nuestro desarrollo, por ello el objetivo de alcanzar economías bajas en carbono debe estar acompañado por su uso eficiente, a partir de su conservación y almacenamiento en el ambiente y el uso inteligente de la infraestructura natural y estructural, para así garantizar cuencas en equilibrio», finalizó Eugenio Barrios Director del Programa de Agua de WWF-México.

WWF llama a los gobiernos y a las instituciones a:

Fortalecer el marco regulatorio a todos los niveles: nacional, regional y global, para establecer y cumplir un límite sustentable de extracción de agua.

Eliminar los subsidios perversos e implementar los incentivos adecuados para evitar el desperdicio de agua y aumentar la eficiencia en su uso.

Tener mecanismos más robustos de transparencia, rendición de cuentas, monitoreo y evaluación participativa.

Considerar y valorar la relación bosque y recursos hídricos, para armonizar las políticas de fomento forestal y agropecuario con las políticas ambientales, y así detener la deforestación.

Incorporar las funciones y servicios de la naturaleza, en la concepción, diseño y construcción de las obras de infraestructura.

El Río Amazonas es el río más grande en términos de volumen de agua descargada al océano. Con tan sólo dos horas de su caudal se podrían satisfacer las necesidades de agua potable de los casi 7.5 millones de ciudadanos de Nueva York durante todo un año.

Más del 80% del agua dulce de Quito, Ecuador, se origina de tres áreas protegidas del país.

El río San Pedro Mezquital, en México, es el principal aporte de agua dulce, sedimentos y nutrientes para Marismas Nacionales, un entramado de lagunas, esteros, canales y ríos, reconocido como sitio Ramsar y Reserva de la Biosfera, por ser la superficie más importante de manglar del Pacífico.

60% de los ríos más grandes del mundo han sido alterados y el 50% de los humedales se han perdido, en los últimos 20 años.

Comunicado de Prensa

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