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Mujeres delgadas, fértiles y conservadoras es el nuevo modelo antifeminista: ‘womanosfera’

Un nuevo fenómeno mediático está moldeando el discurso hecho para consumo femenino desde espacios digitales con una peligrosa carga ideológica: se trata de la “womanosfera”, una red de medios, influencers y publicaciones que promueven un retorno a los valores conservadores más restrictivos. Alejada del empoderamiento y los derechos, esta tendencia coloca el valor de la mujer en su delgadez, fertilidad y capacidad de agradar a los hombres.

Revistas, podcasts y creadoras de contenido se alinean para impulsar una narrativa donde el feminismo se presenta como un error histórico. En este nuevo ecosistema, ser deseable, servicial y conservadora es el nuevo ideal femenino. Quienes se preguntan qué es la womanosfera deben entenderla como un engranaje digital que, con estética actual y lenguaje accesible, promueve una ideología retrógrada disfrazada de sentido común.

El ecosistema mediático que impulsa la womanosfera

Revistas de estilo de vida, medios de derecha e influencers están construyendo un universo que glorifica estereotipos pasados. Desde artículos sobre cómo cocinar para “seducir al marido” hasta tutoriales sobre cómo ser más “femeninas” para atraer a un hombre deseable, este contenido configura el nuevo rostro del antifeminismo digital. La pregunta qué es la womanosfera encuentra su respuesta en estos espacios que se presentan como alternativos, pero que en realidad replican roles de género profundamente opresivos.

Publicaciones como Evie y Conservateur promueven una feminidad que glorifica la sumisión, la maternidad y la belleza como deber. Influencers como Riley Gaines o Allie Beth Stuckey no solo glorifican estos ideales, sino que atacan de forma sistemática a quienes se salen del molde. Lo que se vende como una defensa de la libertad femenina es, en realidad, una narrativa que limita sus derechos y define su valor desde una lógica patriarcal.

La creación de esta womanosfera no es accidental. Como lo destaca Anna Silman en su artículo publicado en The Guardian, se trata de una estrategia de largo plazo que busca disputar el terreno cultural que históricamente ocupó el feminismo. Estos espacios no solo replican la estética de medios progresistas, sino que buscan establecer una comunidad cohesionada donde ser feminista es sinónimo de fracaso, y la realización femenina solo se alcanza dentro de la familia y el hogar.

El podcast de Cooper: propaganda con rostro juvenil

Brett Cooper se ha convertido en una de las principales exponentes de esta tendencia. Su canal de YouTube fue el segundo de mayor crecimiento político en 2025, y su audiencia es mayoritariamente femenina. Con una estética amigable y un tono conversacional, Cooper transmite mensajes abiertamente antifeministas. Para ella, “los hombres construyeron la civilización” y “las mujeres deberían celebrarlo, no resistirlo”.

En uno de sus episodios más virales, Cooper pregunta: “¿Quieres volver a sentarte en un cubículo cuando podrías tener este hijo tan maravilloso que has creado con el amor de tu vida?”. Este tipo de retórica, cargada de juicios de valor, es presentada como una elección personal, pero en el fondo actúa como una crítica velada a las mujeres que priorizan su carrera, independencia o deseo de no ser madres.

Su discurso mezcla ataques a celebridades feministas, burlas a los movimientos progresistas y la exaltación de un modelo de mujer tradicional. Cooper forma parte clave de lo que es la womanosfera: un espacio donde el antifeminismo se disfraza de empoderamiento para imponer nuevamente la idea de que el valor de una mujer está en su cuerpo, su docilidad y su fertilidad.

Revistas conservadoras: el regreso de Cosmo en versión reaccionaria

Evie, autodenominada como el “Cosmo conservador”, ha dado un paso más allá en la promoción de roles femeninos tradicionalistas. Aunque su portada podría confundirse con cualquier revista de bienestar, su contenido está plagado de mensajes que asocian el éxito femenino con la capacidad de reproducirse y agradar a los hombres. Sus artículos incluyen recetas para quedar embarazada y consejos sexuales “solo para mujeres casadas”.

Esta publicación idealiza cuerpos normativos, demoniza el feminismo y desprecia abiertamente a quienes no se ajustan al modelo de mujer blanca, delgada y heterosexual. La belleza, según Evie, no es diversa ni subjetiva: es un estándar que las mujeres deben alcanzar si quieren ser amadas. Esta postura, lejos de ser inofensiva, representa un retroceso similar al de las revistas del siglo XIX.

La revista también promueve desinformación sobre anticonceptivos, cuestiona los métodos médicos modernos y glorifica la maternidad como única vía de autorrealización. Quienes se preguntan qué es la womanosfera deben mirar con atención este tipo de contenidos que, con envoltorio elegante, pretenden reinstalar un orden social que reduce a las mujeres a su función reproductiva y ornamental.

Influencers como agentes de poder político y social

Detrás de estos espacios no solo hay ideología, también hay estrategia política. Medios como The Daily Wire, The Blaze y grupos como Turning Point USA han invertido en la formación de influencers conservadores. En palabras de Charlie Kirk, “invertimos a largo plazo en creadores que serán los líderes de opinión del futuro”. Estas figuras no son entretenimiento: son actores con influencia real en la opinión pública.

Emily Amick advierte que subestimar este fenómeno es un error: “Lo que vimos en las elecciones presidenciales de 2024 fue que la esfera de los hombres tuvo más impacto del que se esperaba. Creo que en 2028 veremos lo mismo con la womanosfera”. Esta influencia parasocial convierte a los influencers en referentes íntimos, presentes en la vida cotidiana de su audiencia.

La irresponsabilidad ética del contenido que difunden es alarmante. Desinformar sobre salud reproductiva, demonizar a las mujeres independientes y promover modelos excluyentes no es solo una estrategia mediática: es una violación a los principios básicos de equidad. Este tipo de contenido debería ser objeto de revisión, regulación y crítica desde las instituciones, los medios y la sociedad civil.

Retrocesos disfrazados de empoderamiento

Los creadores y difusores de la womanosfera no son ingenuos. Saben tomar fragmentos de debates reales —crisis de soledad, precariedad económica, sobrecarga laboral producto de las dobles responsabilidades en el trabajo y la casa— y distorsionarlos para justificar la vuelta a un modelo que atenta contra la equidad de género. Bajo la apariencia de libertad, promueven un sistema que reduce a la mujer a objeto sexual, servicial y reproductivo.

Lo que está en juego no es solo el discurso mediático, sino los derechos ganados. Cada publicación, podcast o video que impulsa esta agenda es un intento de socavar la autonomía femenina. Ante este panorama, quienes trabajan por la justicia social y la responsabilidad empresarial deben entender qué es la womanosfera y oponerse activamente a su narrativa: una que legitima la desigualdad y busca perpetuar la subordinación de las mujeres.

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