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ColumnasCiudadanía en ConstrucciónDel voluntariado espontáneo… ¿cómo llegar al organizado?

Del voluntariado espontáneo… ¿cómo llegar al organizado?

Sin duda los sismos mueven a México no solo en el aspecto geológico, sino también en las voluntades, en las voluntades por ayudar, quizá de manera visionara, Francisco González Bocanegra incorporó al himno nacional la estrofa “…y retiemblen sus centros la tierra”. La prontitud y solidaridad de miles de ciudadanos que se expresó en la jornada cívica motivada por los sucesos del 7 y 19 de septiembre, generó diversas acciones y reflexiones en torno a la valía del voluntariado y las organizaciones de la sociedad civil que no han sido suficientemente apreciadas y apoyadas ni por el gobierno federal, ni por los estatales.

Pablo Armando González Ulloa Aguirre, miembro del Observatorio Nacional Ciudadano, publicó en El Universal hacia el 13 de diciembre pasado el artículo “El abandono de las OSC en el sexenio actual”, donde expresa su malestar por el recorte a programas que desarrollan este tipo de asociaciones que llevan miles de servicios a comunidades marginadas. Si, lo sabemos, mientras que los recursos económicos disminuyen para este sector, crecen en cambio para los partidos políticos.

Por otra parte, hacia el último día de 2017, el 31 de diciembre, el notable Gabriel Zaid publicó en Reforma el artículo: “Voluntarios clasificados”, mientras que la revista Este País, dio a la luz la colaboración de Guadalupe Mendoza y Fernando Alcázar: “La sociedad civil organizada en México: hacia un nuevo modelo”, en el que se incluyen reflexiones sobre el voluntariado en el país y donde se hacen algunas aseveraciones que hay que tomar con prudencia.

En la colaboración de los integrantes del equipo del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), Mendoza y Alcázar, señalan: “el país no cuenta con programas gubernamentales que abran la puerta al voluntariado internacional como, por ejemplo, en Ecuador, cuya política migratoria incluye un visado especial para visitantes voluntarios”. En México quienes promueven el voluntariado internacional son principalmente las organizaciones de la sociedad civil como: la Asociación Mexicana de Voluntariado Internacional, AIESEC, World Vision, Voluntarios Internacionales Vimex, por citar algunos.

Pero en cuestión de promoción del voluntariado internacional desde gobierno la respuesta ha sido timorata, como lo reflejó la iniciativa Alianza del Pacífico que congregó a destacados jóvenes voluntarios de 4 países, Perú, Chile Colombia y México, y que más bien ha servido para que representantes de voluntarios gubernamentales y diversos funcionarios, como dice Gabriel Zaid, se tomen la foto con los visitantes. El proyecto en sus inicios vislumbraba crear una red de intercambio de voluntarios, entre gobierno y organizaciones de la sociedad civil, pero el esfuerzo solo quedó como una actividad aislada dentro de la cancillería. Sobre recibir voluntarios internacionales, el gobierno lo permite, pero ciertamente no tiene una coordinación especializada para voluntariado.

Desde otra perspectiva, los colaboradores del IMCO ponen énfasis en afirmar que “un tema pendiente en México es la promoción y la regulación del Voluntarido. En nuestro país no existe un marco legal que establezca estándares y reglas para la promoción del voluntariado con la intención de que éste sea un semillero de talento para el cambio social”. Mendoza y Alcázar quizá desconozcan que hace algunos meses fue aprobada en Querétaro la primera Ley de Voluntarido que tiene el país.

Pero a juicio de la Alianza Mexicana de Voluntariado el principal reto no es regular ni tener reglas para el voluntariado, pues por ejemplo si se revisa la citada ley, se observará lo limitado y confuso que significa regular o normar “desde arriba”, cómo “debe” ser la participación voluntaria de la ciudadanía. En todo caso el espíritu que se busca en una ley de voluntariado es garantizar derechos de las personas voluntarias.

En el texto de los legisladores queretanos quedaron fuera diversos voluntariados como son los vecinales (cuya característica es que no fluyen en organizaciones formalmente constituidas), los de inspiración religiosa, los voluntariados universitarios y mucho menos los voluntariados corporativos, que dicho sea de paso hay casos ejemplares en reacción en emergencias, como lo demostraron sin tanta alaraca Walmart y Telmex en septiembre. En varias ocasiones las leyes aletargan la acción, en otras las pueden inhibir e incluso burocratizar.

Mendoza y Alcázar señalan también que: “México debería contar con una oficina nacional de registro de voluntarios con capacidad de articular una red de estos al servicio de la sociedad, que pueda vincular tanto con el sector público como con el sector privado de manera regular, pero especialmente en caos s de emergencia…” con lo que coincide con el texto de Gabriel Zaid.

En otros países se ha constituido primero una política pública respecto al voluntariado y luego se han creado Institutos, Centros de Voluntariado, Plataformas que reciben dineros públicos para su funcionamiento y operación.

Al respecto, parece que no se conoce otro caso que se está registrando al desperdiciar la oportunidad que se abrió desde el esfuerzo de la Alianza Mexicana de Voluntariado y el Indesol para crear una plataforma de fomento al voluntariado que hoy recibe el nombre de “Voluntarios X México”. Para este esfuerzo, iniciado en enero de 015, no se han destinado recursos públicos para su consolidación y más bien existen otros intereses respecto a cómo liderar al grupo, pues en las plataformas públicas como el caso de la española creada desde 1985, el gobierno financia y organizaciones de la sociedad civil la operan. Aquí existe la tentación de operar, dirigir, administrar, liderar por algunas personas que trabajan en la administración pública.

En contraste con Mendoza y Alcázar, Gabriel Zaid señala respecto a que la acción voluntaria se guie “desde arriba” que: “tratar de organizarlos puede ser contraproducente, y más aún si lo intentan autoridades que llegan tarde, quieren mandar y buscan la foto, provocando (o exigiendo) que los voluntarios se retiren. Hacen falta recursos informativos al servicio de la espontaneidad social”. Para él “hacen falta recursos informativos al servicio de la espontaneidad social”. Es justo señalar que a paso lento se han desarrollado diversas plataformas desde 2002. Días posteriores al sismo, vio la luz la plataforma Voluntariados Digitales, que se viene a sumar a una docena de otros recursos que ofrecen las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC’s) y que también son desarrolladas por la empresa privada.

Ante el supuesto déficit de recursos voluntarios (en fortalecimiento, difusión, promoción, capacitación, visibilidad, etc.) que los articulistas perciben hay que señalar que una respuesta que tiene ya varios años fue la creación de la Alianza Mexicana de Voluntariado que entre otros logros ha desarrollado capacitaciones para crear programas de voluntariado en organizaciones de la sociedad civil y voluntariado corporativo, apoyar el voluntariado en cualquier tipo de asociación pública o privada. Sus integrantes han producido 3 manuales de gestión y otros documentos de relevancia se están preparando.

La Alianza Mexicana de Voluntariado ha colaborado y asesorado para la creación de premios, reconocimientos y estímulos para las personas voluntarias tanto con algunas juntas de asistencia privada, como Sistemas DIF estatales y fundaciones; también ha brindado ayuda para micrositios y plataformas como la señalada “Voluntarios X México”; ha propuesto a distintos gobiernos la creación del Día Estatal de Servicio Voluntario (que fue desarrollado por la administración del Ing. Egidio Torre Cantú en Tamaulipas), que en su momento también se propuso a nivel nacional.

Desde hace varios años la Alianza Mexicana de Voluntariado publica gracias al compromiso social de Expok, cada viernes el espacio, «Ciudadanía en Construcción», noticas, reflexiones, información, herramientas, estudios, que son de utilidad para el desarrollo del voluntariado en México, esa es su misión, pero evidentemente faltan recursos económicos.

Compartimos que en general hay un desinterés de los gobiernos y sus partidos hacia la ciudadanía organizada que trabajan en varios campos de acción social. Pero en estos tiempos más bien hay que hacer la reflexión acerca del “uso” que dan distintos gobiernos a la sociedad civil y ahora al tratar de organizar los voluntariados cuando no representa claro está, alguna incomodidad, como esas fastidiosas demandas de que ciudadanos piden a sus representantes rendir cuentas y ser transparentes.

El lector que sea mayor de 40 años quizá podrá recordar que México contó con el denominado “Voluntariado Nacional”, que aglutinaba y coordinaba los esfuerzos voluntarios de las dependencias públicas y en su momento movilizó diversos recursos y personas para jornadas de salud y alfabetización. Se ubicaba en la otrora Escuela Rickards en las calles de Carolina en la colonia Nápoles, sin embargo, por la apatía a los temas sociales, Nilda Patricia Velasco de Zedillo, disolvió esta coordinación y ningún gobierno apostó a su resucitación.

Con una inusual rapidez Miguel Ángel Mancera quiso canalizar esa oleada solidaria de personas que colaboraron en acciones de rescate y atención a la emergencia creando la plataforma Voluntariado de Corazón que busca que cada Delegación (ahora alcaldía) de la CDMX cuente con una brigada ciudadana de voluntarios que sepan actuar durante eventualidades. Desde luego la idea no es mala, al contrario, es necesaria, pero habrá que ver qué continuidad se le dará y, sobre todo, si tendrá recursos económicos para capacitar voluntarios y articularlos.

Por otra parte, el polémico gobernador de Chihuahua, Javier Corral Jurado, tan pronto asumió la responsabilidad del ejecutivo estatal encargó a sus colaboradores aprovechar y canalizar el apoyo ciudadano que recibió durante su campaña, pues como lo ha señalado “centenares de voluntarios me pedían hacer algo”, lo que fructificó en otra plataforma de voluntariado local: Kórima Comparte.

Hoy con los cambios en la Secretaría de Desarrollo Social se abre una última oportunidad para hacer algo a favor de las organizaciones de la sociedad civil y el voluntariado en México en este último año de la administración del presidente Peña Nieto.

El Indesol ha incluido en sus programas de fortalecimiento el tema del voluntariado y ha dado buenos frutos, pero sería conveniente contar con más capacitaciones que ofrecen organizaciones especializadas como la Alianza Mexicana de Voluntariado con quien ha establecido una fructífera relación.

Por lo menos, ante este desalentador panorama el gobierno federal ha prorrogado el Decreto por el que se otorga un estímulo fiscal a las personas morales y fideicomisos autorizados para recibir donativos deducibles en los términos de la Ley del ISR, respecto a los ingresos que pudieran tener por generación de ingresos propios que se renueva hasta el 31 de diciembre de 2018.

Una reflexión final. Estimamos que para que la generosidad ciudadana y el voluntariado espontáneo se canalicen a uno de regularidad y permanencia a través de organizaciones civiles, se requiere que la responsabilidad de gestión recaiga precisamente en ellas pues tienen que aprender a reclutar, motivar y retener voluntarios, integrar este servicio a su vida cotidiana y al sentido de corresponsabilidad que se manifiesta cuando tiembla. Toda organización puede apostar al voluntariado pero tendría que estar dispuesta a invertir en desarrollar sus propios programas de voluntariado de manera profesional.

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