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¿Cómo solucionar el acoso sexual en el transporte público?

No, calladita no estás más guapa.

Tú eres preciosa cuando luchas,
cuando peleas por lo tuyo,
cuando no te callas
y tus palabras muerden,
cuando abres la boca
y todo arde a tu alrededor.

No, calladita no estás más guapa,
sino que un poco más muerta,
y si algo sé sobre ti
es que no he visto a nadie,
jamás,
con tantas ganas de vivir.

Este es un poema de Miguel Gane que quizá no tenga nada que ver con el acoso sexual en el transporte público, pero puede servir para animar a todas las mujeres que lo sufren a no quedarse calladas.

Callar sobre Acoso sexual en el transporte público no resuelve el problema

De acuerdo con los estudios, los incidentes de acoso sexual son comunes en el transporte público. Pero ¿es eso lo más grave? ¿O el hecho de no hacer lo suficiente para evitar que pase y que la sociedad lo vea como algo normal y culpe a la víctima en vez de al acosador?

El problema del acoso sexual en el transporte público

El acoso sexual en el transporte público sigue siendo un tema poco estudiado cuando se planifica el tránsito, sobre todo en las ciudades de América Latina. El acoso sexual contra las mujeres en el espacio público es un problema serio a nivel mundial, aunque muchos prefieren fingir que no es tan grave.

No es fácil ser una mujer y menos cuando viajas en el transporte público.

El acoso sexual en el transporte público es un problema en todo el mundo. En México, India, Japón y muchos otros lugares las mujeres son maltratadas, abusadas e incluso violadas mientras viajan en autobuses públicos, trenes y metro. Roces, comentarios de contenido sexual, miradas penetrantes, insinuaciones, transgresiones del espacio personal y mucho más. Todo esto se puede ver en la mayoría de los transportes públicos, lo que ha llevado a tomarlo como algo normal. Es todo menos normal.

La respuesta a este problema mundial, en muchos casos, ha sido introducir servicios de transporte exclusivos para mujeres que literalmente las colocan alejadas del alcance físico de posibles atacantes durante el viaje.

No se puede ignorar el problema del Acoso sexual en el transporte público aunque la sociedad cree que no pasa nada

Sin embargo, ¿separar a las mujeres de los hombres equivale a responsabilizarlas de evitar el acoso sexual, en lugar de impedir que ellos lo hagan? ¿Es esta la forma correcta de responder al problema del acoso sexual en el transporte público?


¿Vagones solo para mujeres es la solución cuando se trata de acoso sexual en el transporte público?

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Estudios sobre acoso sexual en el transporte público

El Informe Global de Movilidad de 2017 señaló que la falta de seguridad personal o la incapacidad de usar el transporte público sin temor a ser victimizada –ya sea en transporte público, caminando hacia o desde una parada de autobús, o esperando en una parada– puede disminuir sustancialmente el atractivo y, por lo tanto, el uso de este tipo de transporte.

Publicado por SuM4All (Movilidad Sostenible para Todos), la asociación liderada por el Banco Mundial, el reporte es la primera evaluación importante del sector del transporte mundial. Analiza la eficiencia, la seguridad, las credenciales ecológicas y el acceso a todas las formas de transporte, y encuentra que todas las cuatro áreas tienen problemas graves.

Los datos disponibles sobre las experiencias de transporte de las mujeres son limitados; varios estudios señalan que el acoso sexual en el transporte público es muy común. Una encuesta de Reuters a 16 ciudades del mundo encontró que las mujeres en las ciudades latinoamericanas sufrieron las tasas más altas de acoso, con aproximadamente 6 de cada 10 mujeres acosadas físicamente en los sistemas de transporte.

De acuerdo con Holly Kearl, fundadora de Stop Street Harassment, el no poder tomar de manera segura el transporte público puede limitar la vida de las mujeres y su sustento. Experimentar acoso sexual en el sistema de tránsito puede hacer que las mujeres cambien sus rutas para tomar opciones alternativas que pueden ser menos convenientes, llevar más tiempo o ser más costosas, y en el extremo, pueden dejar el trabajo o la escuela si el transporte público es su única opción y están cansadas o asustadas por el acoso que enfrentan.

Estudios sobre acoso sexual en el transporte público de la Ciudad de México

El acoso sexual en el transporte público es una forma de violencia y control que sufren las mujeres por el simple hecho de ser mujeres. En la Ciudad de México (CDMX) transitan diariamente cerca de 15.7 millones de personas, de las cuales, más de la mitad son mujeres usuarias del transporte público. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE, 2014), el 77% de las mujeres se siente insegura de vivir y/o transitar en la Ciudad de México.

No obstante, según los hombres, ciertas acciones que ellos realizan, como los piropos, cortar el paso, dirigir miradas o emitir chiflidos son considerados como un “cumplido” a la autoestima de las mujeres y no como una violación de derechos. Opinan que estas acciones están justificadas y que son las mujeres que las provocan con su vestimenta.

Según otro estudio elaborado por la Fundación Thomson Reuters, en colaboración con la encuestadora YouGov y difundido por el Foro Económico Mundial, la Ciudad de México es la segunda capital en el mundo con el transporte público más peligroso para las mujeres. De las 380 mujeres entrevistadas en la CDMX, el 64% dijo haber sido acosada o tocada en los diferentes medios de transporte: metro, metrobús, autobús, etcétera.

El estudio “El porqué de la relación entre género y transporte”, elaborado por el Banco Interamericano de Desarrollo en 2015, señaló que el 40% de las mujeres entrevistadas en la Ciudad de México modifica su vestimenta para evitar algún tipo de violencia en el metro y que el 4.5% ha dejado su trabajo o escuela a causa del acoso sexual que sufre en el transporte público.

Casos atendidos en modulos de viajar seguras

En la lista de ciudades con el sistema de transporte más peligroso para las mujeres en América Latina también se encuentran Bogotá, Colombia y Lima, Perú.

Lo más grave de todo es que según las estadísticas oficiales de las autoridades mexicanas este problema sí existe, pero de acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE 2015), solo el 4% de las mujeres se siente insegura de transitar por la ciudad. Los datos son contradictorios.

Cifras de casos atendidos Acoso sexual en el transporte público

¿Qué hacer en caso de acoso sexual en el transporte público?

Estos son algunos consejos de MVS Noticias:

  • En caso de que estés dentro de un vagón del metro, no dudes en activar la palanca de seguridad. Si te sucede en otro medio de transporte, auxíliate directamente con el operador de la unidad.
  • En el módulo recibirás apoyo por parte de una abogada del instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), quien se encargará de asesorarte jurídicamente sobre tus derechos.
  • Posteriormente, si decidiste iniciar el proceso de denuncia, serás apoyada y orientada por algún representante de la Fiscalía Central de Investigación para Delitos Sexuales de la Procuraduría General de Justicia de la capital.
  • Mientras se lleve a cabo el caso, un abogado de Inmujeres, junto con el Consejo Ciudadano de Seguridad Pública y Procuración de Justicia de la Ciudad de México, seguirá de cerca el procedimiento.

Que hacer en caso de acoso sexual en el transporte publico infografia

Acoso sexual en el transporte público: la historia de una mexicana

Para Kenia, era un día como cualquiera hasta que llegó la hora de regresar a casa. Todos los metrobúses que pasaban estaban llenos; al final, llegó uno en el que podía subirse pero, de saber lo que iba a pasar, hubiera preferido no haber entrado. Ella tenía los audífonos puestos pero, entre los empujones de la gente, se jaló el cable y se le cayó el celular.

Kenia estaba buscando el teléfono en el piso cuando sintió que alguien le agarro las nalgas. En ese mismo instante, volteó para ver quién la había tocado: de inmediato se encontró con un tipo que la miraba y se reía burlón. Justo antes de reclamarle, una chica le devolvió su celular y Kenia, después de tomarlo, preguntó a la persona que le agarró las nalgas por qué la tocaba y le dio un manotazo. Él negó haberlo hecho mientras continuaba riéndose.

La historia de una mexicana sobre acoso sexual en el transporte público

Lo peor fue la reacción de la gente en el metrobús. En vez de apoyarla y detener al culpable, todos los que estaban a su alrededor la empezaron a atacar y amenazar. Un hombre la llamó loca y todos se pusieron agresivos con ella.

Él que la tocó se quedó viéndola. Como todos estaban contra ella, Kenia prefirió guardar silencio y alejarse.

Eso es lo mismo que piensan todas las mujeres acosadas: que nadie les creerá y todo el mundo las juzgará. A Kenia lo que más le molestó fue tener que quedarse callada porque todos pensaron que estaba loca. Cuando le contó lo sucedido a su mamá, pasó lo peor. Le echó la culpa a ella.

Resultar ser culpable después del acoso es lo peor que le puede pasar a una mujer. Lo mejor es pensar que estas cosas no suceden, pero esa no es la realidad. Lo mejor es hablar, justo como lo hizo Kenia. Defenderse, reclamar, buscar una explicación, enfrentarse con el acosador, denunciarlo. Aunque en este caso seguramente sería muy difícil porque es un desconocido.


Esta es la historia de una mexicana sobre el acoso sexual en el transporte público.

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El problema del acoso sexual en el transporte público no es la mujer, es la sociedad

El problema no es la mujer ni su ropa. El problema son los hombres que no saben respetar a una mujer. Es un problema que está frente a los ojos de todos. Sin embargo, la mayoría prefiere cerrarlos. Muchas ciudades, incluso el mundo entero, se están enfrentando a este problema. ¿Por qué no se hace mucho? ¿Por qué es más fácil ignorar la seriedad de todo esto? Algunos hombres simplemente se aprovechan del silencio, del “no pasa nada”. Hay rabia e impotencia ante los acosadores por parte de las mujeres.

Para muchas mujeres quedarse callada es la solución. Quejarse o denunciar no es una opción. Sí, deberían serlo. Porque esa es la única manera de poner fin a esta situación. No obstante, una no puede hacerlo sola y menos si su propia familia no le cree o le echa la culpa.

La solución depende en gran parte de aquellos que dicen que no pasa nada o prefieren culpar a la mujer. Las mujeres no son un objeto que entra en el transporte público para que algunos hombres puedan hacer lo que les da la gana. Normalizar la actitud inadecuada de muchos hombres es convertirse en su cómplice:

  • Es darle la espalda a alguien de tu familia porque lo más fácil es decir que no fue a propósito, que no pasa nada.
  • Es responsabilizar a alguien que no hizo absolutamente nada pero termina teniendo la culpa de todo.

¿Por qué sigue siendo tan difícil que la sociedad y la familia de la persona acosada entienda que ella no tiene la culpa de nada? El acosador es el único responsable. Minimizar esa responsabilidad no ayuda en nada. Lo mismo pasa en la oficina, en la calle, en todas partes no solamente en el transporte público. Kenia no se lo estaba buscando, ella no hizo nada. Esa es la horrible realidad que se tiene que cambiar.

Hay muchos hombres que no acosan y es importante que esos hombres se atrevan a decir que esto no es normal. ¿Qué te parece el acoso sexual en el transporte público? ¿Has sido víctima o has presenciado un caso similar a este? ¿Cómo reaccionaron los demás que estaban en el vagón de metro o en el camión? ¿Apoyaron a la persona acosada o la culparon a ella? Te leemos en los comentarios.

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