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Avance científico resuelve debate sobre cambio climático

Para los despistados o los necios cínicos que niegan que exista el calentamiento global, la cosa se está enfriando terriblemente allá afuera.

La más reciente ráfaga helada de realidad proviene de un eminente científico, a quien en su momento los escépticos del cambio climático aplaudían como uno de los suyos. Richard Muller, un respetado físico de la Universidad de California en Berkeley, solía rechazar la investigación climática alarmista como algo “contaminado por los políticos y los activistas”. Frustrado por lo que consideraba ciencia barata, Muller se embarcó en su propio estudio profundo para precisar los hechos de una vez por todas. En vez de eso, los hechos de encargaron de enderezarlo a él.

“El calentamiento global es real”, Muller escribió en The Wall Street Journal la semana pasada. Rick Perry, Herman Cain, Michele Bachmann y el resto de los neo-luditas que están convirtiendo a los republicanos en un partido anti-científico, deberían prestar atención.

“Cuando iniciamos nuestro estudio, considerábamos que los escépticos habían suscitado temas legítimos, y no sabíamos lo que encontraríamos”, escribió Muller. “Nuestros resultados resultaron estar más cercanos a los publicados por grupos anteriores. Creemos que ello significa que esos grupos habían sido muy cuidadosos con su trabajo, a pesar de su incapacidad para convencer a los escépticos de ello”.

En otras palabras, las afirmaciones de los escépticos acerca del presunto desaseo y hasta fraudulencia de la ciencia climática están equivocadas. El equipo de Muller, el Proyecto Berkeley de Temperatura de la Superficie Terrestre, rigurosamente exploró cada una de las objeciones específicas presentadas por los escépticos, y encontró que no tienen ninguna base.

Muller y sus colegas investigadores examinaron una enorme recopilación de datos sobre temperaturas observadas desde estaciones de monitoreo alrededor del mundo, y concluyeron que la temperatura terrestre promedio ha subido un grado Celsius, o 1.8 grados Fahrenheit, desde mediados de los años cincuenta.

Ello concuerda con el aumento estimado por el Panel Inter-Gubernamental sobre Cambio Climático auspiciado por la ONU. Las cifras de Muller también concuerdan con las estimaciones de investigadores estadounidenses y británicos, cuyos irónicos correos electrónicos dieron pie al presunto escándalo del “Climagate”, que por principio de cuentas nunca alcanzó nivel de escándalo.

Las investigaciones del grupo Berkeley inclusive confirman la infame gráfica en forma de bastón de hockey, que muestra el reciente aumento de temperaturas, que Muller en una ocasión sarcásticamente llamó el póster de la comunidad de calentamiento global. La nueva gráfica de Muller no sólo es parecida, es idéntica.

Muller descubrió que los escépticos están equivocados al afirmar que el efecto de “isla de calor” resultante de la urbanización está distorsionando las lecturas de temperaturas promedio; instrumentos de monitoreo en zonas rurales igual muestran un rápido calentamiento. Encontró que los escépticos están errados al fundamentar sus argumentos de que los datos de ciertos sitios muestras una tendencia al enfriamiento, ya que los datos de más del doble de sitios muestran una clara tendencia al calentamiento. Además, encontró que los escépticos se equivocan al afirmar que los científicos climáticos sólo presentan datos selectos, ya que las lecturas que con frecuencia se omiten porque son consideradas poco confiables, igual muestran una tendencia al calentamiento.

Muller y sus colegas examinaron cinco veces más lecturas de temperaturas que otros científicos –un total de 1,600 millones de lecturas—y decidieron subir a Internet la base de datos consolidada. Los resultados aún no han sido sometidos a la revisión de otros científicos, de modo que técnicamente aún deben considerarse preliminares. Pero la clara admonición de Muller de que “ya no se debe ser un escéptico”, ha reducido a muchos que negaban el calentamiento a murmuraciones incoherentes o de plano a un atónito silencio.

No será el mismo caso, me permito predecir, con los ultraobstinados como Perry, Cain o Bachmann, quienes, ya sea por ignorancia o por lo que perciben como su propio interés, están dispuestos a jugar a la política con el futuro del planeta. Podrían conceder que está ocurriendo un calentamiento, pero le llaman un fenómeno natural, y siguen negando que la causa es la actividad humana.

Es cierto que Muller no intentó precisar “qué proporción del calentamiento se debe al ser humano”. Aún así, el trabajo del grupo Berkeley deberá motivar al más reacio de los que forjan las políticas a reconocer la abrumadoramente probable respuesta.

Sabemos que el aumento de las temperaturas en las últimas cinco décadas ha sido abrupto y muy grande. Sabemos que es consistente con modelos desarrollados por otros científicos climáticos, quienes culpan del calentamiento a las emisiones de gases de efecto invernadero, o sea el consumo de combustibles fósiles por el género humano. Ahora también sabemos, gracias a Muller, que los demás científicos fueron cuidadosos y honorables en su trabajo.

Nadie está maquillando las cifras. Nadie manipula los datos para obtener becas, como alega Perry, ni causa ruido indebido sobre un calentamiento que “ocurre naturalmente”, como afirma Bechmann. Contra lo que asevera Cain, la ciencia es auténtica.

Son los políticos, que no saben nada, y no los científicos, los que están cometiendo un fraude imperdonable.

Fuente: Eleconomista.com.mx
Por: Eugene Robinson.
Publicada: 26 de octubre de 2011.

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