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Abrazos, cariño y ánimo: así es la labor que los médicos de la risa

risa

La entrada del Hospital Juárez, en la Ciudad de México, es el punto de reunión de los “médicos de la risa”, antes de realizar la visita que semanalmente hacen a personas enfermas que necesitan un poco de alegría.

Puntuales, algunos comienzan a llegar a las diez de la mañana, se abrazan, se miran y se saludan como si no se hubieran visto hace años cuando en realidad sólo han pasado días desde su último encuentro.

A partir de su llegada, los doctores alistan sus instrumentos de trabajo: narices rojas, tremendos bigotes, zapatos anchos, lentes de juguete, medias de colores y sus batas decoradas.

Listos, los 15 médicos ‘calientan’, y aunque no hacen sentadillas ni lagartijas, sí se juegan bromas, cantan y se echan porras para lograr su misión.

Al entrar al hospital, saludan, besan y abrazan a cuanta persona se les cruza en el camino. Enfermeras, policías y familiares son ls ‘víctimas’ de sus ‘ataques’ de afecto antes de hacer su primera parada en el área de pediatría.

Bebés con sondas, conectados a oxígeno, levantan la mirada al ver entrar a personas con narices rojas y atuendo inusual. “¿Quiénes son, mami?”, pregunta un pequeño y, antes de que su madre pueda responder, el Doctor Rolas se acerca y le dice “Somos animalitos que se han escapado de un zoológico, mira aquí traigo una vaca”. Entonces se acerca la Doctora Cuac y comienza a hacer “muuuuu”.

Minutos después, cuatro médicos de la risa lograron que, a pesar de lo horrible de la situación, niños se olviden de su enfermedad.

El origen de la nariz roja combinada con la bata blanca

Hunter Doherty “Patch” Adams, conocido como el doctor de la Risaterapia, es un médico estadounidense, activista social, diplomático y escritor.

En 1963, la madre de Patch lo llevó a un hospital psiquiátrico por haber tratado de suicidarse. Tras permanecer un periodo en el hospital, decidió que era necesario “hacer una revolución”, pero no con violencia y muerte, sino compartiendo y difundiendo la alegría y el amor.

Poco después, Patch abandonó el hospital y se matriculó en el Colegio Médico de Virginia, donde además se convirtió en un manifestante político en contra la Guerra de Vietnam.

En 1971, junto con unos amigos fundó el centro médico Gesundheit! Institute, que utiliza la risa como elemento en la atención de los pacientes. Fue ahí que surgió la idea de la vestimenta de payasos.

La filosofía y metodología de Patch Adams ha sido adoptada en varias partes del mundo, generando así médicos de la risa en países como Argentina, Perú, Brasil, España, Holanda y por supuesto, México, en donde se encuentra la asociación civil llamada Risaterapia.

Risaterapia a la mexicana: Servir con alegría

El fundador de Risaterapia en México, Andrés Aguilar, Dr. Romanok, (que significa con amor, al revés), platica que mientras estudiaba la preparatoria, se enteró de que la compañía de Circo Ringling Brothers and Barnum and Baileys convocaba a una audición en la que se seleccionaría a un payaso mexicano que los acompañaría en su gira por los Estados Unidos.

Andrés consiguió el puesto, lo cual marcó el inicio de una experiencia de tres años y gracias a la cual pudo estudiar en la Universidad de Payasos de Florida.

Durante su trabajo en el circo, los payasos realizaban, eventualmente, visitas a hospitales y cuando visitaban uno en Carolina del Norte, Andrés tuvo una vivencia que cambió la dirección de su vida.

“Estaba por entrar a una habitación en donde se encontraba una niña de aproximadamente ocho años que tenía graves quemaduras en casi todo el cuerpo, se encontraba en una posición de espaldas a la entrada y en compañía de sus padres.

“Cuando notaron que iba hacia la niña, me hicieron saber con la mirada y sus gestos que no era oportuno que entrara, pero la niña miró de reojo hacia donde me encontraba y al verme se sorprendió mucho. Yo llevaba una nariz roja, zapatotes, en fin, todo el atuendo de payaso. En ese momento y con dificultad logró incorporarse y preguntó: ‘¿Quién eres?, ¿Qué haces aquí?’ A lo que respondí: ‘Soy el nuevo dueño del hospital y vengo a mostrar a los doctores el nuevo uniforme, que tendrán que vestir a partir de mañana’. Voltea a su alrededor y al imaginar a los doctores vestidos de esa manera, comenzó a reírse”.

Los padres comenzaron a llorar y la madre exclamó: “¡Es un milagro!”, ya que desde el accidente, la niña no había vuelto a hablar con nadie, se negaba a moverse y las curaciones las hacían en contra de su voluntad.

Fue por eso, que tras su decisión de regresar a México, fundó la asociación, la cual se dedica a formar personas de cualquier edad para formar parte del grupo de los médicos de la risa, donde participan amas de casa, arquitectos o estudiantes.

https://youtu.be/1tPuV2MvV2w

Segunda parada: Oncología

Doña Guillermina está el principio de la habitación. Su hermana mayor la acompaña mientras recibe la visita de los médicos de la risa. Chistes sencillos hacen que “Guille” suelte carcajadas lo suficientemente fuertes para contagiárselas a su hermana.

“-¿Cuál es la mitad de uno?-, -¿.5?-, No, es el ombligo”, fue suficiente para que Guillermina dejara ver su sonrisa.

“¡Vamos! Faltan pacientes por aquí y por allá que no hemos ido a molestar”, alienta la Doctora Garabatito a sus compañeros.

Así, 15 personas cambian el ambiente del lugar donde se respira tristeza y se dirigen hacia el área de espera.

Los médicos de la risa rodean la sala, procuran no dar la espalda y comienza el Doctor Rolas: “Mire, damita, caballero, les venimos a pedir 50 pesitos porque estos pobres payasos no han desayunado…no, no es cierto.

“Venimos a algo más sencillo, a estar con ustedes, a decirles que no se den por vencidos, a alentarlos a que volteen a ver al de al lado y platiquen con él, que lo escuchen, que se acerquen para no tener que estar solos en este momento.

“Si están aquí por algo bueno, disfrútenlo, si es por algo malo, no se preocupen, no tardarán en superarlo”, les dice y los médicos de la risa comienzan a repartir abrazos.

Cambiar un “sí” por el “ya no puedo”

“Risaterapia me dio felicidad, me dio un motivo para decir va, lo hago. Es esa chispa que encuentras en ti, de saber que puedes generar felicidad”, asi es como Flor “Furris” Peralta define su experiencia.

No todo fue sencillo para la Doctora Furris: “Mi primera visita fue en el Hospital Siglo XXI, en el área de oncología, le pregunté a una señora si me podía sentar, y me dijo ‘no, la verdad ahorita no’. No sabía qué hacer y cuando ya me iba, me detuve cuando me dijo ‘¿sabes qué? mejor sí, siéntate’.

“Me senté y no dije ni hice nada. Entonces noté que la señora se estaba desahogando con sólo pedirme que me quedara. Aprendí que con sólo quedarnos podemos ayudar a la gente. Hay gente que no quiere un chiste, una canción o un juego sólo quieren reflejarse en ti”, dice.

Israel González, otro de los médicos, sostiene que en la organización, se recibe más de lo que se da. “Aprendes a reconocer humanidades, no es sólo el señor de la cama 36 con una cirrosis, no es el niño al que le acaban de amputar una pierna sino que empiezas a reconocer a Don José, a Carlitos o al papá de Carlitos.

“Es por eso que Flor y yo seguimos enamorados de la misión…por eso, seguimos aquí”, concluye.

Fuente: Animal Político

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