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8 minutos y más de 100 años de racismo… ¿pueden causar un despertar social?

Imagina que en este momento tienes a la mano USD $2,000, ¿qué comprarías con ellos? Seguramente algún artículo tecnológico, renovarías tu guardarropa o quizá solo los ahorrarías. Pero… ¿consideraste comprar a alguna persona?

Muchos sí, los habitantes de Estados Unidos de 1860 solían hacer esta transacción cuando el precio de tener un esclavo negro oscilaba en esa cantidad.

El caso de George Floyd está causando conmoción y movimientos impresionantes en Estados Unidos, protestantes de diferentes estados se movilizan e incendian todo lo que encuentran a su paso, llevan pancartas con mensajes contundentes y la indignación se observa en los ojos de miles de personas que ha formado parte fundamental de lo que hoy es Estados Unidos, pero que a pesar de los años, continúan siendo delegados, discriminados y hasta asesinados como Floyd.

Una economía basada en los esclavos

La economía es una de las prioridades para todas las naciones, y la historia de gran parte de la economía de EE.UU., está manchada de racismo, esclavitud y explotación de personas.

Se calcula que a mediados de la segunda década del siglo XIX, en Estados Unidos había 1 millón 300 mil esclavos negros de los 8 millones y medio de habitantes en total.

En ese momento, las personas negras tenían dueño y eran explotadas en distintos lugares de trabajo como plantaciones de algodón y tabaco. Toda la riqueza de ciertas partes de EE.UU. fue generada gracias a la esclavitud.

Ellos carecían de derechos, no les era permitido ejercer ninguna acción legal: contratos, matrimonio o ser propietarios.

No obstante, la esclavitud fue abolida por la Proclamación de Emancipación en 1863. Pero… hasta no hace mucho tiempo era posible observar letreros en lugares públicos donde estaba prohibido el ingreso a gente negra y animales.

Quizá la esclavitud ya no existe de forma legal, pero el racismo y discriminación sí.

Los 8 minutos que le arrancaron la vida a George Floyd

Tan solo 8 minutos y un reporte de billete falso de USD $20 en una tienda de comestibles fueron suficientes para arrebatarle la vida a George Floyd.

Tras el reporte hecho por el empleado del establecimiento, el afroestadounidense de 46 años fue arrestado por el oficial de Minneapolis, Derek Chauvin, quien con su rodilla colocada en el cuello de Floyd por 8 minutos lo privó de la vida.

Floyd era un guardia de seguridad en la ciudad pero, al igual que millones de personas en el mundo, se quedó sin empleo por la pandemia por COVID-19.

“No puedo respirar”, súplicas a su madre e infinidad de “por favor, por favor, por favor”, fueron las últimas palabras George Floyd.

Hoy Derek Chauvin, ha sido arrestado y acusado de homicidio por su presunta responsabilidad en la muerte del afroestadounidense, empero el acto va más allá que cualquier otro homicidio.

El discurso racista de Trump

«América para los americanos», fue una de las proclamas más famosas del actual presidente de EE.UU. Donald Trump. La aparición original de esta frase se remonta en la Doctrina Monroe de James Monroe, pero su significado es distinto en su contexto histórico al que el actual mandatario le otorgó.

Donald Trump llegó al poder a inicios de 2017 y entre una de sus propuestas más populares se encontraba la construcción de un muro que detendría la migración de mexicanos y originarios de otros países hacia Estados Unidos. Su discurso ha sido considerado racista en más de una ocasión y parece que solo ha buscado los intereses de hombres blancos de su clase, no los de sectores más vulnerables y necesitados de atención:

El racismo está siendo utilizado como arma por un presidente que representa los intereses de multimillonarios como él.

Haney López, Presidente del Tribunal Supremo Earl Warren para una entrevista con BBC Mundo.

Irónicamente, con el asesinato de Floyd sobresale una de sus peticiones en campaña en 2016:

Pido el voto de cada negro que hay en este país. ¿Qué pueden perder? Viven en la pobreza, sus colegios son malos, no tienen trabajo, el 58% de su juventud está desempleada… ¿qué demonios pueden perder?

Donald Trump.

Y ante su pregunta, hoy la respuesta es obvia…

El discurso racista se ha convertido en… ¿nuestro?

Entre una de las frases más controvertidas y probablemente definitivas para garantizar la victoria de Trump fue:

Cuando México envía a su gente, no envía lo mejor, no envía gente como tú o como tú. Están enviando gente con montones de problemas. Están trayendo drogas, están trayendo crimen, son violadores y algunos, asumo, que son buenas personas.

Ante el decreto racista muchos mexicanos decidimos defendernos y afirmar que no existe una generalidad, ni todos pertenecemos a un sector social deplorable como podrían ser los asesinos y violadores, y gran cantidad de mexicanos «somos buenas personas».

Sentir el racismo que este mandatario ejercía sobre nosotros por el solo hecho de nacer en un país distinto al de él, nos alteró de sobremanera, pero… ¿nos hemos detenido a pensar sobre el racismo que nosotros protagonizamos en México?

Voltea a ver las calles… estamos llenos de él. Y la raza indígena es uno de los sectores más afectados.

Los indígenas: de raza sagrada a delegados sociales

¿Cómo podrían imaginar los habitantes del viejo Tenochtitlan que en un futuro sus descendientes sufrirían las consecuencias del racismo y la discriminación?

La capital del imperio mexica no solo forma parte invaluable de la cultura y la historia de México, sus pobladores y los de otros sitios aún se encuentran en nuestro territorio, aunque en mucho menor proporción de lo que el resto de habitantes.

A ellos se les considera indígenas, ya que son autóctonos del país, descendientes de las sociedades originarias del territorio mexicano. Entre estos grupos se encuentran:

  • Nahuas.
  • Mayas.
  • Zapotecas.
  • Mixtecas. 
  • Otomíes.
  • Totonacas. 
  • Mazahuas.
  • Mazatecos.

Sin duda la Conquista trajo consigo una nueva religión, costumbres, idioma, alimentos, animales y hombres blancos con ansias de invadir el territorio azteca. No obstante, los indígenas han sufrido en carne propia los maltratos, humillaciones y hasta muerte por parte de quienes les arrebataron todo lo que conocían.

Este acto de sometimiento se extendió no solo durante la Conquista española, hasta el momento, quienes somos el fruto de esa mezcla entre piel blanca e indígena hemos conservado la discriminación hacia estos grupos vulnerables, mismos que representan la riqueza de nuestro país.

Actualmente en México hay 15.7 millones de indígenas, lo que equivale a 14% de la población, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2010.

Según información del CONAPRED, existe una gran desigualdad que se deriva principalmente de conductas, prejuicios y concepciones sobre el origen étnico, los rasgos culturales o el color de piel, entre otros que tienen fuertes contenidos discriminatorios y que finalmente se traducen en niveles injustificables de exclusión, marginación y pobreza hacia este sector social.

Esto tiene repercusiones en diversos ámbitos. Por ejemplo, un indígena en México…

  • Enfrenta obstáculos para recibir un nombre propio de su lengua.
  • Se le dificulta corregir sus actas de nacimiento cuando estas tienen errores, por ende muchos de ellos carecen de este documento y no tienen acceso a servicios básicos.
  • Tiene una alimentación deficiente debido a la infraestructura precaria en torno a las comunidades rurales donde vive.
  • Se encuentra con dificultades para conseguir empleo, ya que tiene menos oportunidades por su origen étnico.
  • Percibe bajos ingresos.
  • Y en caso de ser mujer… estas son sumisas y aún menos valoradas.

De acuerdo a la Primera Encuesta Nacional sobre Discriminación en México, el 43% opinó que los indígenas “tendrían siempre una limitación social por sus características raciales” y el 30% que “lo único que tienen que hacer los indígenas para salir de la pobreza es no comportarse como indígenas”.

¿Aún consideras que el caso de George Floyd es el único que merece indignación y sobre todo atención?

Al parecer el lugar de tunas sobre piedra (Tenochtitlan) ahora se encuentra solo en los libros de historia, ya que hemos convertido a su pueblo y a todos los de su estirpe en delegados sociales.

¿En verdad somos tan distintos?

El racismo y la discriminación son temas que como se mencionó anteriormente, se generaron en la historia, sin embargo, en la actualidad se ha buscado indagar más sobre ello e investigar qué es lo que realmente hay detrás de cada grupo, colectividad, sociedad y naciones.

De acuerdo a un estudio llamado La discriminación racial (2005) del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), afirma que aspectos como la sangre, los antepasados o los orígenes, el terruño; la pertenencia; la identidad personal y la identidad colectiva, en los que están involucradas pequeñeces como la historia y la memoria colectivas, la religión, las tradiciones y costumbres, el color de la piel, el arte culinario o la lengua; y, finalmente, la forma de ver, de sentir y de enfrentar a los otros, es lo que causa las posibles diferencias que vemos a simple vista y provocan la discriminación y racismo.

No obstante, a partir de los descubrimientos del año 2000 en torno al genoma humano hoy sabemos que:

Desde el punto de vista genético, los más de 6,000 millones de seres humanos que habitamos este planeta somos –independientemente de nuestro color de piel y origen geográ­fico– 99.9% iguales, mientras que las diferencias entre nosotros están solamente contenidas en 0.1% de nuestro genoma.

En el 99.9% de nuestras similitudes genéticas residen en cosas tan fundamentales como que todos tenemos estómago, piel, un hemisferio izquierdo y un hemisferio derecho en el cerebro, órganos genitales, ya sean masculi­nos o femeninos –esta diferencia está codificada en nuestro ADN en forma de cromosomas y hormonas– o lengua y orejas. En el restante 0.1% del código del nuestro ADN se alojan las diferencias, sí, y no por ser cuantitativamente ínfimas las debemos anular. 

Por otra parte, la mayoría de los psicólogos coinciden en que los seres humanos somos en promedio muy parecidos en términos de nuestras capacidades y nuestras limitaciones mentales, y que si bien las variaciones entre unos y otros existen, éstas no son tan significati­vas como para poder correlacionarlas con categorías tales como negros, amerindios, blancos, asiáticos, etc.

A pesar de que esta información puede reflejar únicamente la punta del iceberg, al menos permite contestar a quienes ha basado la discriminación racial en supuestas “profundas diferencias genéticas”, que las que existen no son de una magnitud tal que permitan justificar que se finque en la genética la idea que un grupo tiene acerca de otro como “infe­rior, incapaz, lento, sucio, ladrón, sin alma, sin sentimientos, sin iniciativa propia, hecho para trabajar como los animales, etc».

¿Tú qué piensas? ¿Crees que los 8 minutos que se necesitaron para asesinar a Floyd y los más de 100 años de racismo que han vivido los sectores más vulnerables de la población pueden causar un despertar social?

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