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¿Y la Responsabilidad Social de Taylor Swift y el Eras Tour?

En un escenario mundial marcado por la creciente conciencia sobre el cambio climático, la figura icónica de la música pop, Taylor Swift, emerge no solo como una sensación cultural sino también como una influencia determinante en la conversación sobre la responsabilidad social en la industria del entretenimiento.

En el epicentro de esta discusión se encuentra el «Eras Tour», una gira mundial que ha capturado la atención de admiradores de todas las edades y rincones del planeta. Sin embargo, esta celebración musical también ha suscitado preguntas incisivas sobre la coherencia entre el activismo climático de las generaciones más jóvenes y la participación entusiasta en eventos con notables huellas de carbono, según comparten en sus reflexiones los periodistas Nives Dolsak y Aseem Prakash de Forbes.

Consciencia ambiental frente al Eras Tour

En la actualidad, el cambio climático ha alcanzado un estatus de gran relevancia para las generaciones más jóvenes, específicamente la Generación Z (nacidos entre 1997 y 2012) y los Millennials (nacidos entre 1981 y 1996). Estas cohortes demuestran una mayor preocupación por el cambio climático y un mayor apoyo a las políticas climáticas, según las encuestas de opinión pública.

Los jóvenes han desempeñado un papel activo en las manifestaciones sociales impulsadas por la activista climática Greta Thunberg, como son #FridayforFuture. En todo el mundo, jóvenes demandan a los gobiernos por lo que perciben como una falta de acción contundente ante los problemas climáticos. Activistas jóvenes interrumpen eventos deportivos, detienen el tráfico en autopistas principales y vandalizan museos, todo con el objetivo de centrar la atención mediática en los problemas climáticos.

En este contexto, la respuesta masiva de la juventud al Eras Tour de Taylor Swift es digna de mención. El Eras Tour, una gira mundial que abarca 131 conciertos en cinco continentes, ha trascendido las fronteras musicales para convertirse en un fenómeno cultural y económico. Esta dinámica contradicción entre el llamado a la acción climática y la participación ferviente en eventos con notables huellas de carbono plantea interrogantes esenciales sobre la coherencia de las acciones individuales y la necesidad de una reflexión más profunda sobre los hábitos de consumo.

Taylor Swift y la celebración del consumo

Los conciertos de Swift son eventos económicos importantes para cualquier ciudad porque atraen a miles de fanáticos. Sus recientes conciertos en Seattle atrajeron a fans de Oregón, Idaho e incluso Canadá. Además de las entradas y discos, Swift vende una variedad de mercancía en su sitio web, desde ropa hasta joyería.

«Es una economía simple de Taylor», informó el medio de comunicación Wall Street Journal. «Cuando Taylor Swift llega a la ciudad, los Swifties se lanzan a una fiebre de gastos». Sus fanáticos llenan hoteles, abarrotan restaurantes y ocupan bares locales.

Los conciertos de Swift son eventos que duran varios días. Además de llenar el Lumen Field de Seattle con una capacidad de 70 mil personas en dos noches consecutivas, Seattle fue sede de una serie de fiestas relacionadas con Taylor Swift, incluyendo fiestas previas al concierto.

«Un concierto de Taylor Swift en el centro de Seattle el fin de semana pasado sacudió el suelo tan fuerte que registró señales en un sismómetro cercano, equivalente aproximadamente a un terremoto de magnitud 2.3».

New York Times.

La locura de Swift no se limita a Estados Unidos. «Swift no se presenta en Nueva Zelanda, pero Air New Zealand experimentó un ‘aumento de Swift’ —personas apresurándose a reservar vuelos a Australia, donde Swift actuará en febrero. La aerolínea tuvo que agregar 14 vuelos más para acomodar a 3 mil personas adicionales… Algunos de los vuelos tendrán un número de vuelo Swiftie especial: NZ1989, en honor al quinto álbum de Swift».

¿Entra en la ecuación el impacto climático de los conciertos?

Si bien es comprensible que la generación más joven se divierta, especialmente después de los deprimentes confinamientos por la pandemia de la COVID-19, el entusiasmo desmedido en experiencias intensivas en carbono como los conciertos de Taylor resultan inquietantes y cuestiona la responsabilidad social de Taylor Swift en un mundo cada vez más centrado en la sostenibilidad.

Esto plantea preguntas sobre la aparente contradicción entre la activa conciencia climática de la generación más joven (específicamente la Generación Z y los Millennials) y sus elecciones de estilo de vida que pueden contribuir a la intensificación de emisiones de carbono. No obstante, quizás esta situación sirva para plantearse la pregunta difícil: ¿Cómo enfrentar nuestros estilos de vida intensivos en carbono? ¿Cómo cada individuo, independientemente de la generación a la que pertenezca, puede cambiar sus elecciones de estilo de vida para reducir su huella de carbono?

¿Por qué la generación más joven se inclina hacia celebridades con huellas de carbono muy altas que ostentan un estilo de vida orientado al consumo?

Divas del consumo como Kylie Jenner y Kim Kardashian tienen entre las mayores cantidades de seguidores en Instagram (397 millones y 363 millones respectivamente). Greta Thunberg, en cambio, tiene solo 15 millones de seguidores. ¿Qué revela esto acerca de las prioridades climáticas de la generación más joven?

Jenner recibió atención negativa cuando realizó un vuelo privado de 17 minutos desde Camarillo, California, hasta Van Nuys porque el viaje sería más corto que un viaje en automóvil de 45 minutos. Tres días después del vuelo, Jenner publicó en Instagram una foto con su novio Travis Scott frente a sus jets privados con la leyenda: «¿Quieres tomar el mío o el tuyo?»

Dónde está la Responsabilidad Social de Taylor Swift

Aunque Swift no presume de sus jets, encabeza la lista de celebridades en términos de emisiones de carbono por viajar en aviones privados. Según Yard, que rastrea el uso de aviones privados de celebridades, «Taylor Swift podría ser la princesa del pop de hoy, pero la investigación de Yard encontró que Miss Swift es la mayor contaminante de CO2 de celebridades de este año hasta ahora… Sus emisiones totales de vuelo para el año ascienden a 8,293.54 toneladas».

Para referencia, según el Banco Mundial, en 2020, la emisión per cápita promedio a nivel mundial fue de 4.3 toneladas. Esto significa que la huella de carbono solo por el jet privado de Swift fue 1,928 veces el promedio global. O, de manera más conservadora, fue 637 veces las emisiones per cápita de carbono de EE. UU., que son de 13 toneladas.

Entonces, la pregunta es, ¿dónde está la indignación por las conspicuas emisiones de carbono? ¿Por qué no hay críticas a Swift? No encontramos ninguna protesta relacionada con el clima en el evento de Seattle, y mucho menos las protestas disruptivas que tuvieron lugar en Wimbledon y en el British Open.

En términos más generales, el Eras Tour de Taylor invita a reflexionar sobre si los estilos de vida intensivos en carbono actuales son sostenibles y si la generación más joven debería crear íconos de personas con registros climáticos flagrantes.

Reconsiderar el entretenimiento sostenible y responsable

El caso de Taylor Swift y su Eras Tour presenta una paradoja climática intrigante. Por un lado, vemos a una generación más joven apasionada por el cambio climático y activista en diversos frentes, desde manifestaciones hasta demandas legales. Sin embargo, al mismo tiempo, esta misma generación demuestra un entusiasmo desenfrenado por eventos y celebridades que encarnan estilos de vida intensivos en carbono.

La contradicción entre la conciencia climática y la participación en actividades con grandes huellas de carbono plantea preguntas críticas sobre la coherencia de las acciones individuales y la necesidad de una reflexión más profunda sobre los hábitos de consumo. Taylor Swift, como figura prominente, podría desempeñar un papel crucial al utilizar su influencia para promover prácticas más sostenibles y responsables social y ambientalmente entre sus seguidores.

La responsabilidad social de Swift podría extenderse a un compromiso más profundo con la sostenibilidad y la conciencia climática. Fomentar un diálogo abierto sobre cómo equilibrar el disfrute de la cultura pop con la responsabilidad ambiental podría ser un paso significativo.

La juventud y su aprecio por las experiencias culturales no deben entrar en conflicto con la urgencia de abordar la crisis climática. Es hora de que tanto las celebridades como los seguidores reconsideren sus elecciones y se embarquen en un camino hacia un entretenimiento más sostenible y ecoconsciente.

Así que, mientras Taylor Swift sigue evolucionando como artista y defensora, su influencia en la promoción de la sostenibilidad dentro de la industria del entretenimiento sigue siendo una poderosa fuerza de cambio. Como estrella mundial, esperamos que Taylor Swift, al igual que sus colegas de Coldplay, incorpore la sostenibilidad a sus giras mundiales y promueva más cambios positivos.

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