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Visiones de Esperanza: Margaret Thatcher

ES IMPORTANTE ENTENDER QUE LOS FUNDAMENTOS morales de una sociedad no sólo incluyen los del sistema político; deben también incluir los del sistema económico.

El compromiso estadounidense con el capitalismo es, sin duda alguna, el mejor ejemplo de esto. El capitalismo no es, al contrario de lo que argumentan las izquierdas, un sistema amoral basado en el egoísmo, la codicia y la explotación. Es un sistema moral basado en un principio ético bíblico. No existe otro sistema comparable que haya elevado el nivel de vida de millones de personas, creado una nueva y vasta riqueza o inspirado tantas innovaciones y tecnologías benéficas. Lo más maravilloso acerca del capitalismo es que no discrimina contra el pobre, como se ha mencionado con frecuencia; de hecho, es el único sistema económico que saca al pobre de la pobreza. El capitalismo permite también que las naciones no cuentan con recursos prosperen. Si los recursos fueran la clave para la riqueza, el país más rico del mundo sería Rusia, porque cuenta con abundantes abastecimientos de todo: petróleo, gas, platino, oro, plata, aluminio, cobre, madera, agua, vida silvestre y suelos fértiles.

¿Por qué Rusia no es el país más rico del mundo? ¿Por qué otras naciones ricas en recursos, pertenecientes al tercer mundo, no se encuentran en la cima de la lista? Se debe a que sus gobiernos niegan a los ciudadanos la libertad de utilizar los talentos que Dios les dio. El mejor recurso del hombre es él mismo, pero para utilizarlo, debemos ser libres.

En su encíclica, Centésimus annus, el Papa Juan Pablo II escribió que el colapso del comunismo no se debe considerar sólo como un problema técnico. Es la consecuencia de la violación de los derechos humanos.

Hizo referencia a los derechos de la iniciativa privada, a se dueños de propiedades y a actuar en el mercado.

El Papa también reconoció que el capitalismo fomenta virtudes importantes, tales como la diligencia, la industrialización, la prudencia, la dependencia, la fidelidad, la rectitud y la tendencia a ahorrar para invertir en el futuro. No son los bienes materiales, sino estas grandes virtudes mostradas por los individuos que trabajan juntos, lo que constituye el mercado.

La libertad ya sea de mercado o cualquier otra, debe existir con base en un marco jurídico. De otro modo, sólo significa libertad para que el fuerte oprima al débil.

Cuando visité la ex Unión Soviética, enfaticé este punto con los estudiantes, los hombres de letras, los políticos y los empresarios, es decir, con todos los que conocí. Repetí una y otra vez: la libertad se debe informar con base en el principio de la justicia, para poder hacerla trabajar entre la gente. Un sistema de leyes con fundamentos morales sólidos debe regular la vida entera de la nación.

Este es un punto difícil de tratar con la gente que tiene poca o ninguna experiencia con las leyes, excepto con aquellas que se basan en la fuerza. El concepto de justicia es completamente extraño al comunismo, al igual que el concepto de igualdad. Por más de setenta años, Europa oriental y la Unión Soviética no tuvieron sistema de leyes comunes. Sólo existía la arbitrariedad y, en general, dictados contradictorios del Partido Comunista. No había poder judicial independiente. En el sistema comunista no existía la verdad.

¿Qué es la libertad sin la verdad? Fui científica, abogada y política, y de acuerdo con mi experiencia, puedo testifica que no es nada. En el siglo tercero, el jurista romano Julio Paulo dijo: “Lo que es correcto no se deriva de la regla, sino que las reglas provienen de nuestro conocimiento de lo que es correcto.” En otras palabras, la ley se funda en lo que creemos que es verdadero y justo, puesto que tiene fundamentos morales. Una vez más, es importante mencionar que las sociedades libres de Estados Unidos y Gran Bretaña basan tales fundamentos en la ética bíblica.

En la Biblia nunca se menciona la democracia.

Cuando la gente se junta, como en las familias, comunidades o naciones, su objetivo no es aceptar la voluntad de la mayoría, sino la voluntad del Espíritu Santo. Sin embargo, estoy a favor de la democracia porque es mucho más que la simple voluntad de la mayoría. Si no fuera así, sería el derecho de la mayoría lo que oprimiría a la minoría. La Declaración de Independencia y la Constitución dejan claro que no es éste el caso. Existen varios derechos que son derechos humanos, los cuales no pueden ser desplazados por ningún gobierno. En lo tocante al modo como los estadounidenses ejercen sus derechos teniendo como base la democracia, parece que sus corazones fueron por algo más grande que ellos mismos. Su participación en la democracia no termina con la emisión de los votos durante las elecciones, sino que la aplican diariamente. Los estándares y los valores que son fundamentos morales de su sociedad, son también fundamentos de sus vidas.

La democracia es esencial para conservar la libertad.

Un historiador británico, Lord Acton, dijo: “El poder tiende a corromper, el poder absoluto corrompe absolutamente.” Si definitivamente no se puede confiar el poder a ningún individuo, es incluso más cierto que no se le puede confiar ningún gobierno. Se le tiene que controlar y el mejor modo de hacerlo es mediante la voluntad de la mayoría, llevando en mente que esta voluntad de la mayoría, llevando en mente que esta voluntad no podrá ser el sustituto de los derechos humanos individuales.

Con frecuencia me preguntan si creo que habrá una sola democracia internacional, conocida como el nuevo orden del mundo. Pese a que muchos se esfuercen por ello, no creo que se llegue a dar. Estamos engañándonos acerca de la naturaleza humana cuando decimos: “Seguro, somos muy civilizados, muy tradicionales, jamás iremos otra vez a la guerra.” O también: “Podemos confiar en nuestros gobiernos para que se reúnan y resuelvan las diferencias.”
Los tiranos no se mueven con base en idealismos, se guían mediante ambición pura. El idealismo no paró a Adolfo Hitler o a Stalin. La mejor esperanza de las naciones soberanas es mantener fuertes las defensas. De hecho, esa ha sido la mejor enseñanza y lección geopolítica del siglo XX. Los dictadores encuentran valor en los débiles, la fuerza detiene a estos últimos. Por fuerza no me refiero meramente a la fuerza militar, sino a la resolución para utilizarla contra el mal.

Occidente mostró suficiente resolución contra Irak durante la Guerra del Golfo Pérsico, pero falló amargamente en Bosnia. En este caso, en lugar de mostrar resolución, prefirió mostrar diplomacia y consenso. Como resultado, se masacró a más de 250 mil personas. Este fue un horror que yo nunca esperaba volver a ver en mi vida; sin embargo, sucedió. Quién sabe qué tragedias nos depara el futuro si no aprendemos de las lecciones de historia que se han repetido. El precio de la libertad sigue siendo, y siempre será, la eterna vigilancia.

Las sociedades libres exigen mayor cuidado y dedicación que cualquier otra. Existen las que cuentan con fundamentos morales, los cuales son evidentes debido a su vida política, económica, legal y, lo más importante, a su vida espiritual.

Nosotros quienes vivimos en Occidente somos afortunados pues heredamos la libertad. No hemos tenido que tomarla de ningún lado, no hemos tenido que pagar por ella con nuestras vidas. Lo hicieron otros, que nos precedieron. Sin embargo, sería un gran error pensar que la libertad no necesita nada de nosotros. Cada uno de nosotros tiene que ganarse la libertad de nuevo para poderla ejercer. Hemos de hacerlo no sólo por nuestro bien, sino por el bien de nuestros hijos, para que ellos puedan construir un futuro mejor que sostendrá las responsabilidades y las bendiciones de libertad en todo el mundo.

Obtenido del Libro: Arquitectos de la Paz
Publicado por: Michael Collopy, durante este año

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