Desde Chicago, ciudad natal del Papa León XIV, los sobrevivientes de abusos sexuales en la Iglesia intensificaron sus llamados a una política global de tolerancia cero. A través de conferencias de prensa y declaraciones públicas, exigieron acciones firmes y transparentes para proteger a las víctimas y evitar que estos crímenes sigan ocurriendo bajo el encubrimiento de autoridades eclesiásticas.
Las organizaciones defensoras de las víctimas, como SNAP, no cuestionan la fe, sino la falta de rendición de cuentas de quienes ocupan posiciones de poder. Consideran que la historia del nuevo Papa en relación con casos de abuso durante sus funciones en Chicago, Perú, Colombia y Australia, debe ser revisada con lupa por el bien de las víctimas y la credibilidad de la Iglesia.
El historial de Prevost: entre la diplomacia y la omisión
Robert Prevost, hoy conocido como el Papa León XIV, ha ocupado puestos de alto nivel en la Iglesia: desde líder de los Agustinos hasta prefecto del Dicasterio para los Obispos. Durante su paso por estas funciones, hubo múltiples casos de abusos sexuales en la Iglesia que, según SNAP, no fueron abordados con la contundencia necesaria.
Uno de los ejemplos citados fue el de un sacerdote acusado en Chicago que, lejos de ser investigado y apartado del entorno infantil, fue recomendado para trabajar en el Acuario Shedd. Años después, salieron a la luz las denuncias que pudieron haberse evitado con una acción oportuna. Para SNAP, esto revela un patrón de omisión que debe examinarse.
Aunque la Arquidiócesis de Chicago defiende que Prevost actuó bajo los lineamientos eclesiásticos de la época, las víctimas y defensores insisten en que cumplir con lo mínimo no basta. La responsabilidad social exige tomar decisiones que prioricen a las personas por encima de los procedimientos.
Abusos sexuales en la Iglesia: un problema sistémico y global
La insistencia de SNAP en pedir una política global de tolerancia cero no es fortuita. Los casos de abusos sexuales en la Iglesia se repiten en países tan diversos como Canadá, Perú, Colombia y Australia, reflejando una estructura eclesiástica que muchas veces protege al agresor más que al sobreviviente.
En la Diócesis de Chiclayo, bajo el mando de Prevost, tres mujeres denunciaron a dos sacerdotes por abuso. Aunque el caso fue cerrado inicialmente por una oficina del Vaticano, se reabrió tras su salida. Esto plantea dudas sobre la falta de seguimiento y compromiso con la verdad durante su gestión.
La defensa del Vaticano señala que se siguieron las normas canónicas. Sin embargo, los críticos responden que la ley eclesiástica no puede ser la única medida para abordar un crimen que afecta a miles de personas en todo el mundo y cuyo impacto social trasciende las estructuras religiosas.
Transparencia, verdad y reparación: las demandas de las víctimas
Los sobrevivientes no solo piden justicia para ellos, sino cambios estructurales en la Iglesia. Entre sus demandas están la creación de una comisión de la verdad, reparaciones integrales y mayor transparencia. En otras palabras, una respuesta coherente con los principios de responsabilidad social institucional.
La opacidad con la que muchas diócesis han manejado los casos es parte del problema. Las comunicaciones internas obtenidas por SNAP muestran cómo la Iglesia ha documentado, archivado e incluso encubierto información relevante que podría haber protegido a más personas de ser agredidas.
“Esperamos que el Papa León haga lo correcto”, declaró Shaun Dougherty, presidente de SNAP. Para los defensores de las víctimas, esto significa un liderazgo comprometido con la justicia, y no simplemente con la administración eclesiástica.
El silencio institucional y la presión social
Hasta el momento, ni el Vaticano ni el representante diplomático del Papa en EE.UU. han respondido a las preguntas de los medios sobre estas denuncias. El silencio oficial solo agrava la desconfianza en torno a los casos de abusos sexuales en la Iglesia y fortalece la percepción de impunidad.
SNAP ha sido enfática: la Iglesia no puede esperar a ser presionada para actuar. La responsabilidad social implica asumir el liderazgo moral y no solo reaccionar cuando la presión mediática lo exige. La historia reciente ha demostrado que los sobrevivientes necesitan aliados, no burocracia.
La falta de respuestas claras y públicas puede ser interpretada como complicidad o, al menos, negligencia. Por ello, organizaciones internacionales, medios y sociedad civil deben mantener la vigilancia y exigir acciones concretas desde lo más alto de la jerarquía eclesiástica.

¿Tolerancia cero real o discurso simbólico?
La política de expulsar del ministerio a sacerdotes que hayan cometido un solo acto de abuso es una norma vigente en EE.UU. desde 2002, pero el Vaticano aún no la ha adoptado globalmente. Para los sobrevivientes, es urgente que esta norma se aplique en todos los países donde la Iglesia tiene presencia.
El Papa León XIV, como nuevo líder espiritual del catolicismo, tiene la oportunidad de implementar cambios históricos. Pero su pasado y las decisiones tomadas en cargos anteriores hoy son escrutadas por quienes temen que se repita el ciclo de protección institucional. La exigencia no es punitiva, es preventiva.
Los críticos recuerdan que la responsabilidad social se basa en la coherencia entre el discurso y la acción. Un mensaje de “tolerancia cero” frente a los abusos sexuales en la Iglesia debe ir acompañado de mecanismos eficaces, verificables y con rendición de cuentas.

La Iglesia frente a su propia encrucijada ética
El escándalo de los abusos sexuales en la Iglesia no se resolverá solo con comunicados ni con cambios cosméticos. Requiere un compromiso profundo con las víctimas, con la verdad y con la transformación estructural de sus mecanismos internos de poder.
El Papa León XIV tiene ante sí un reto moral de proporciones históricas. Su gestión será medida no solo por su capacidad pastoral, sino por su disposición a romper con décadas de silencio, omisión y complicidad institucional.
En este contexto, la responsabilidad social no es una opción, es una obligación ética. Porque el verdadero liderazgo se construye desde el valor de proteger a los más vulnerables. Y en este momento, los ojos del mundo están sobre él.