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PepsiCo posterga su compromiso ambiental: ¿retroceso o adaptación?

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La noticia de que PepsiCo posterga su compromiso ambiental más ambicioso—alcanzar cero emisiones netas de gases de efecto invernadero— ha puesto en duda la sostenibilidad de la empresa. Inicialmente previsto para 2040, el objetivo se ha pospuesto hasta 2050, como parte de una revisión general de su estrategia de sostenibilidad. Aunque presentada como una medida adaptativa, esta decisión ha generado interrogantes sobre la coherencia y ambición de la compañía.

El anuncio vino acompañado de ajustes a otras metas ambientales clave, como la reducción de emisiones de Alcance 1, 2 y 3, y la modificación de objetivos relacionados con empaques plásticos. Si bien PepsiCo insiste en que la postergación responde a “realidades externas”, el impacto de esta decisión en términos de responsabilidad empresarial y reputación ambiental no puede minimizarse.

Realidades externas o falta de voluntad estructural

La empresa justifica el ajuste a sus compromisos con base en “limitaciones sistémicas” como la infraestructura de reciclaje, redes eléctricas insuficientes o la baja disponibilidad de vehículos eléctricos accesibles. Sin embargo, este argumento sugiere que PepsiCo posterga su compromiso ambiental más por obstáculos operativos que por una falta de visión a largo plazo.

El problema radica en que muchas de estas barreras no son nuevas. Las mismas condiciones que hoy se esgrimen como justificantes ya eran conocidas cuando se establecieron los objetivos iniciales. Modificarlos ahora puede percibirse como una falta de previsión, más que una adaptación genuina a nuevas circunstancias.

PepsiCo posterga su compromiso ambiental

Desde una óptica de responsabilidad social empresarial, las compañías líderes no sólo deben adaptarse a las condiciones del mercado, sino también contribuir a transformarlas. Ceder ante las limitaciones estructurales podría interpretarse como una renuncia tácita a ejercer ese liderazgo transformador.

Ajustes climáticos que debilitan la ambición

Además de posponer el objetivo de cero emisiones netas, PepsiCo redujo la ambición de sus metas intermedias. La nueva base de comparación (2022 en lugar de 2015) diluye el esfuerzo real de mitigación, y los porcentajes de reducción son menos contundentes. Esto ocurre justo cuando la comunidad científica insiste en la necesidad de una acción más agresiva.

La empresa asegura que su ruta sigue alineada con la meta de 1.5 °C del Acuerdo de París, siguiendo los lineamientos de la SBTi. No obstante, el mensaje general que se transmite es de ralentización. El cambio de narrativa —de liderazgo climático a adaptación táctica— es significativo y plantea dudas sobre la congruencia con los principios de sostenibilidad corporativa.

Por tanto, aunque técnicamente PepsiCo aún cumple con ciertos estándares, el cambio en la intensidad de sus metas representa un retroceso en cuanto al liderazgo ético esperado por los stakeholders.

Retroceso en los envases: señales contradictorias

Una de las áreas donde PepsiCo posterga su compromiso ambiental de manera más visible es en los envases. Se eliminó el objetivo de reducir en 20% el uso de plástico virgen para 2030, y se adoptó uno nuevo: una modesta reducción interanual del 2% en mercados clave. Esta decisión, además de poco ambiciosa, carece de un marco temporal robusto para su cumplimiento.

PepsiCo también bajó su meta de contenido reciclado del 50% al 40% para 2035, y eliminó el objetivo de que el 20% de sus bebidas sean distribuidas en modelos reutilizables. Aunque mantiene el compromiso de que el 97% de sus envases sean reciclables, reutilizables o compostables, los retrocesos en cantidad y calidad de las metas empañan ese logro.

En la práctica, estos cambios reflejan una desconexión entre los compromisos públicos de circularidad y la ejecución operativa. Para una compañía de su tamaño, mantener la coherencia entre discurso y acción es crucial para preservar su legitimidad.

PepsiCo posterga su compromiso ambiental

¿Compensaciones suficientes en otras áreas?

A pesar de los retrocesos, PepsiCo anunció avances en agricultura regenerativa y gestión hídrica. Ahora busca implementar prácticas sostenibles en 10 millones de acres (vs. 7 millones anteriores), y mantener su compromiso de “agua positiva” en zonas de alto riesgo hídrico.

Estas medidas tienen potencial, sobre todo si se traducen en impacto positivo para las comunidades agrícolas. Sin embargo, su relevancia no compensa por completo la disminución de ambición en áreas con fuerte impacto global como las emisiones y el plástico. En lugar de representar un avance integral, los nuevos objetivos parecen una estrategia de compensación.

Jim Andrew, director de sostenibilidad de PepsiCo, insistió en que el camino a la sostenibilidad no será lineal. Esa honestidad es valiosa, pero también lo es una rendición de cuentas clara sobre los riesgos ambientales que implica diferir acciones críticas.

PepsiCo posterga su compromiso ambiental

El dilema entre adaptación y liderazgo

En definitiva, que PepsiCo posterga su compromiso ambiental es una señal que debe analizarse con cautela. Si bien es cierto que el contexto global presenta desafíos, las empresas con mayor capacidad de transformación no deberían limitarse a seguir el ritmo del entorno, sino marcarlo. La responsabilidad social exige ambición, incluso cuando el terreno es incierto.

Este viraje estratégico podría entenderse como una adaptación operativa, pero también como un retroceso en la voluntad de ejercer liderazgo ambiental. Para que PepsiCo recupere credibilidad, deberá demostrar que estos cambios no son concesiones permanentes, sino ajustes tácticos con un firme propósito de mejora continua.

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