Durante el primer trimestre de 2025, el mundo de la inversión sostenible vivió uno de sus momentos más críticos. Los fondos globales etiquetados como sostenibles registraron salidas netas por 8.600 millones de dólares, una cifra histórica que refleja la creciente presión política y regulatoria. Las señales son claras: la polarización en torno a los criterios ESG está minando la confianza de los inversores, de acuerdo con edie.
Esta tendencia se ve especialmente agravada por el retorno de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, cuya administración ha impulsado una agenda anti-ESG que ahora resuena más allá de las fronteras. En este nuevo contexto, las finanzas sostenibles en la era de Trump enfrentan su mayor desafío: mantenerse relevantes y resilientes frente al escepticismo político y financiero.
Una caída histórica en los flujos sostenibles
Los flujos netos negativos por 8.600 millones de dólares marcan un punto de inflexión en la narrativa de la inversión responsable. En contraste con los 18.100 millones de dólares en entradas durante el último trimestre de 2024, este cambio de rumbo evidencia una desconfianza creciente.
Estados Unidos lideró la retirada con 6.100 millones de dólares en salidas, sumando su décimo trimestre consecutivo en números rojos. Europa sorprendió al registrar salidas netas por primera vez desde 2018, y Asia —incluido Japón— también mostró signos de desaceleración.

El panorama contrasta con mercados como Canadá, Australia y Nueva Zelanda, que lograron atraer modestos flujos positivos. Sin embargo, el impacto general sobre las tasas de crecimiento orgánico revela una contracción preocupante para las finanzas sostenibles en la era de Trump.
Fin de una era dorada para Europa
Europa, históricamente la región más fuerte en inversión ESG, también ha empezado a replegarse. Los fondos europeos sostenibles perdieron 1.200 millones de dólares, una cifra sin precedentes atribuida principalmente a estrategias activas. Solo los fondos pasivos lograron captar flujos, aunque con una caída del 72 %.
Las políticas estadounidenses están influyendo directamente en este cambio. El escepticismo promovido por Trump hacia temas como cambio climático y diversidad ha cruzado el Atlántico, afectando el apetito inversor en la Unión Europea.
A esto se suma una creciente complejidad regulatoria. Mientras los gobiernos europeos actualizan sus marcos ESG, como el reciente paquete Ómnibus, los inversores se enfrentan a una mayor incertidumbre jurídica y reputacional.
Finanzas sostenibles en la era de Trump: una marca bajo presión
Una de las señales más evidentes del retroceso en la narrativa ESG es la eliminación del lenguaje sostenible en los nombres de los fondos. Solo en el primer trimestre de 2025, más de 180 fondos europeos eliminaron los términos “ESG”, “sostenible” o “sostenibilidad” de sus denominaciones.
Este cambio no solo es simbólico. Busca evitar las tensiones políticas asociadas a dichas etiquetas, mientras se mantiene una imagen de compromiso ambiental y social. Palabras como “transición” o “climático” emergen como sustitutos estratégicos.

Las finanzas sostenibles en la era de Trump ya no solo enfrentan retos técnicos, sino también semánticos. El discurso está mutando para sobrevivir en un entorno cada vez más hostil al lenguaje explícitamente asociado con la agenda ESG.
El impacto de la desregulación y la geopolítica
La administración Trump ha impulsado una serie de medidas que han debilitado el marco institucional para las inversiones responsables. La eliminación de guías pro-ESG para fondos de pensiones, y la presión legal sobre prácticas DEI, ha elevado el riesgo normativo en EE. UU.
Esto ha obligado a los gestores globales a adoptar posturas más conservadoras, no solo en sus carteras, sino también en su comunicación pública. La cautela se ha convertido en la nueva norma, incluso entre los actores más comprometidos con la sostenibilidad.
En este contexto, las finanzas sostenibles en la era de Trump están siendo rediseñadas para sortear obstáculos regulatorios, sin perder del todo su esencia ni a sus principales stakeholders.

Hacia un nuevo contrato de confianza con el inversor
Aunque el panorama actual parece sombrío, también abre la puerta a una nueva etapa de reinvención. Para sobrevivir, los fondos sostenibles tendrán que reforzar su narrativa, vincular resultados medibles a impactos sociales y climáticos, y demostrar rentabilidad con propósito.
El reto es enorme, pero no imposible. Ya se están viendo señales de consolidación, rediseño de productos y exploración de estrategias más transparentes y efectivas. En lugar de depender de etiquetas, las gestoras deberán centrarse en generar evidencia.
Las finanzas sostenibles en la era de Trump podrían convertirse en un laboratorio de resiliencia, donde solo sobrevivirán las propuestas más sólidas, audaces y centradas en el valor de largo plazo.
El retroceso de los fondos sostenibles en este primer trimestre de 2025 no es solo una cuestión de cifras, sino un llamado urgente a redefinir las reglas del juego. Las tensiones políticas, la desregulación y la erosión de confianza están desafiando profundamente los cimientos del ecosistema ESG.
En esta nueva etapa, las finanzas sostenibles en la era de Trump necesitan más que convicción ética: requieren estrategia, flexibilidad y una narrativa anclada en datos. De lo contrario, corren el riesgo de perder no solo inversionistas, sino también relevancia.
Este no es el fin de la sostenibilidad financiera, sino una oportunidad para demostrar su verdadera fortaleza y capacidad de adaptación.