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Tendencias mundiales en responsabilidad social

A RSE es la sinergia de una actitud con bases éticas asumida por los actores de una empresa y expresada en acciones voluntarias y constructivas de contenido social en su entorno socio-ecológico y mundial. Tal como la Solidaridad, la RSE no existe si no se le practica; quien la realiza aspira que al menos se le permita medir sus impactos y compararlos, esas acciones se plasman en el Balance Social, documento que presenta y mide esta doble dirección.

La base de sustento de la RSE es el Capital Social entendido como la capacidad de una persona, empresa o comunidad de actuar y lograr objetivos gracias a su poder de convocatoria y fortalezas humanas; si adicionalmente existiesen medios económicos y materiales, mejor. La mejor expresión del Capital Social es el voluntariado.

Pero la RSE no puede entenderse como un todo coherente, posee connotaciones temporales y espaciales, depende del momento y el país o región en el que se practica y ello explica diferencias y diversidad en sus tendencias.

Comprender las tendencias obliga a ver el pasado. Desde los inicios del capitalismo, nacido en medio de cierta turbulencia religiosa con claro dominio calvinista y puritano, los defensores de este sistema, con Adam Smith y otras figuras liberales a la cabeza, le establecieron condiciones auto generadoras de soluciones a los problemas que originaría y le concedieron un marco teórico que postulaba la primacía del mercado sobre el Estado bajo el supuesto de que los mismos empresarios solventarían sus secuelas; pensaban que una vez cubiertas sus propias necesidades, por más extravagantes que fuesen, el problema pasaría de acumulación a administración de lo acumulado y la inversión del capital no necesario para «lo personal o familiar» favorecería a la sociedad mediante una distribución más justa de la riqueza y el incentivo al consumo pero … el mercado resultó imperfecto.

Entretanto, desde la Alemania de Bismarck, pasando por Gran BretañayFranciahastalosEstados Unidos de Franklin D. Roosevelt, fueron los Estados los que enfrentaron esas secuelas sancionando leyes sociales y tomando medidas contra la deflación de precios y el desempleo, en favor de grupos sociales más vulnerables.

No fue sino luego de la Gran Depresión y el desarrollo de la Unión Soviética y de otros países del socialismo real cuando los empresarios asumieron con cierta seriedad ese válido reto,hastaqueenlos70y80seprodujounaexplosióndeinterésporla RSE cuando, preocupados por ella, hombres como Daniel Bell, con su libro The Coming of PostIndustrial Society 1973, predijo que sería el eje de un debate crucial en los siguientes años; a partir de allí se asistió a una eclosión de modelos y experiencias que, tal como advirtieron Raymond Bauer y Dan Fenn ese mismo año, si las empresas querían ampliar sus propias funciones, debían incluir la RSE.

Sin dudas que en ese alentador panorama tuvo incidencias la acción de conservacionistas, de defensores de minorías, de consumidores, sindicatos y otros grupos de presión que provocaron respuestas de empresarios a demandas de sus propias empresas y a colectivos externos; Europa vivió más intensamente esas demandas.

Esa preocupación hoy trasciende a las empresas mismas y hasta los Estados asumen posiciones: Francia, por ejemplo, promulgó una ley que establece el uso de indicadores sociales para medir la RSE; la ONU, consciente de su necesidad, puso en marcha el Pacto Mundial; una convergencia de intereses estableció la aplicación de la Norma SA 8000 e impulsó la Norma ISO 26000 sobre RSE con la finalidad de concederle a ese panorama diverso, y con metas y herramientas organizacionales disímiles, cierta dirección, uniformidad, medición y comprobación mundial.

Aunqueaúnhayempresasquela han diseñado como simple filantropía, por lo que sus balances sociales parecen simples estados de resultados económicos, la RSE se inscribe en los objetos o misiones de numerosas empresas en clara sintonía con un mundo globalizado. Hay Estados que exigen balances sociales a las empresas como demostración de hechos, y empresas que los muestran con aportes hasta de varios paísesycontinentes.

Pero un panorama objetivodelastendencias actuales obligaría a observar el comportamiento específico de las empresas de capital, de las públicas y de la economía social, es decir, de las cooperativas, mutuales y «asociaciones con asociacionismo».

Cada uno de estos grupos tiene su especificidad, pero el último muestra mayores bondades sustentando experiencias como las del Comercio Justo, y aquellas tienden a aprender, sobre todo de las cooperativas, en cuanto a economías de escalas, redes, intercooperación e integración, participación y horizontalidad, y funcionamiento sobre valores y principios, tema obviamente no trivial.

Ya no basta con recursos financieros, es necesario que los componentes voluntarios estén presentes en las actividades empresariales hacia sus stakeholders, entendidos como los individuos, grupos u organizaciones que tieneninfluenciasobreunaorganización o son influidos por sus decisiones.

Hoy la RSE es per se una suerte de innovación social en las empresas y una nueva forma de regulación socio-económica. Se ha comprendido que añade valor y debe asumirse de manera plena y transparente.

Un hilo de esa tendencia es que ella sea del conocimiento de todos los stakeholders para involucrarlos y provocar sinergias y mejores impactos; otro es relacionarla con el crecimiento económico y el aumento de la competitividad entendida ésta en su doble dimensión: la interna: ser capaz, y la externa: poder competir. Las magnitudes de las respuestas empresariales dependerán de esa competitividad y capacidad de regulación.

Los empresarios e interlocutores se convencen más de que el éxito empresarial pasa por relacionar voluntariamente la maximización de los beneficios económicos con los laborales y con un comportamiento ético estratégico ante la sociedad, particularmente en la protección del medio ambiente.

En cuanto a Venezuela, se siente la presencia de empresas destacadas por cubrir sus «cuotas de RSE» trascendiendo lo filantrópico, superando preceptos legales, y dejando de lado «descortesías sociales» hacia sus empleados, usuarios y comunidades.

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