El «Día de Apagón Económico» programado para el 28 de febrero es la más reciente acción de protesta contra la «codicia corporativa» y el desmantelamiento de iniciativas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI) en EE. UU. The People’s Union USA ha convocado a los consumidores a no gastar en grandes cadenas, restaurantes de comida rápida y gasolineras, favoreciendo a los pequeños negocios locales.
Marcas como Walmart y Amazon están en la mira de estos boicots a empresas debido a su decisión de reducir o eliminar compromisos DEI, lo que ha generado un fuerte rechazo en parte de sus consumidores, quienes amenazan con organizar más boicots. ¿Cuál es el impacto real de este tipo de acciones para las empresas y cómo deberían responder las marcas ante esta crisis? ¡Te decimos!
La presión del boicot contra empresas
El panorama empresarial está experimentando una creciente polarización. Tras la eliminación de requisitos de DEI por parte del gobierno de Donald Trump, muchas empresas han reducido sus esfuerzos en diversidad, lo que ha generado rechazo en parte de sus consumidores. Según una encuesta de Harris para The Guardian, el 43% de los estadounidenses ha cambiado sus hábitos de consumo para alinearse con sus valores morales, una tendencia más pronunciada entre los demócratas. Además, Kantar reportó que 8 de cada 10 consumidores a nivel global consideran la DEI en sus decisiones de compra.
Las empresas que dan marcha atrás en sus compromisos con la inclusión enfrentan el riesgo de perder la confianza de consumidores informados. «Si cambias de postura en tu apoyo a la DEI, muchos consumidores educados y conscientes se darán cuenta y habrá consecuencias», advierte Tammy Tsang, fundadora de la agencia de impacto social &Humanity. Esta desconfianza puede afectar tanto la reputación como los ingresos de las marcas. Además, los empleados también pueden reaccionar negativamente, lo que afecta la cultura corporativa y la retención del talento.
Silencio corporativo y sus consecuencias
A pesar del retroceso en iniciativas DEI, la mayoría de las marcas de moda y belleza han evitado pronunciarse, a diferencia de 2020, cuando el movimiento Black Lives Matter impulsó una ola de compromisos. Para Risha Grant, experta en DEI, el silencio empresarial envía una señal preocupante: «No pueden perder de vista por qué adoptaron estas prácticas en primer lugar: no es solo lo correcto, sino también una cuestión de poder adquisitivo».
Sin embargo, algunas compañías han reafirmado su compromiso con la diversidad. Apple, JPMorgan y Costco han mantenido sus estrategias de inclusión a pesar de las presiones políticas. Elf Cosmetics, por su parte, ha optado por un enfoque más discreto, fomentando la diversidad sin etiquetarla explícitamente como DEI. «La diversidad de pensamiento está arraigada en nuestro negocio porque creemos que atrae al mejor talento posible», declaró su CEO, Tarang Amin.
El silencio, por otro lado, puede generar especulación y desconfianza. Las redes sociales han amplificado la capacidad de los consumidores para exigir transparencia. Marcas que no aclaran su postura pueden ser percibidas como oportunistas o desinteresadas, lo que puede generar crisis reputacionales difíciles de manejar.

¿Funcionan los boicots a empresas?
Si bien las protestas pueden parecer simbólicas, el impacto en la imagen corporativa es significativo. «El impacto no es tanto económico, sino de relaciones públicas», explica Deena Merlen, socia de Reavis Page Jump, LLP. Un día sin gasto podría no afectar drásticamente los ingresos de un gigante minorista, pero la conversación que genera puede influir en la percepción de marca y en decisiones futuras de los consumidores.
John Schwarz, fundador de The People’s Union USA, enfatiza que estas acciones buscan recordarle a las empresas que «los consumidores son la economía». Si las corporaciones y políticos no escuchan, los organizadores planean prolongar y expandir los boicots a empresas. No obstante, hay antecedentes de boicots que han tenido un impacto económico tangible, como el caso de Nike en 2018 tras su campaña con Colin Kaepernick, que inicialmente generó rechazo pero, a largo plazo, resultó en un aumento de sus ventas y fortalecimiento de su marca.
La influencia de la política en la DEI
El debate en torno a la DEI ha escalado más allá de las empresas, convirtiéndose en un tema de discusión política. Estados como Florida y Texas han implementado regulaciones que restringen ciertos programas de diversidad en empresas y universidades, lo que ha obligado a muchas compañías a replantear sus estrategias. Esto coloca a las marcas en una posición difícil: mientras algunos consumidores exigen mayor inclusión, otros ven estas iniciativas como parte de una agenda política con la que no están de acuerdo.
Los ejecutivos deben considerar no solo la respuesta del público, sino también el impacto en sus empleados y en su capacidad de atraer talento diverso. Empresas con estrategias de DEI bien definidas han demostrado ser más innovadoras y resilientes, lo que sugiere que abandonar estos esfuerzos puede ser contraproducente en el largo plazo.

Estrategias para navegar la crisis DEI
Para enfrentar esta crisis sin comprometer su imagen ni sus valores, las empresas deben optar por estrategias claras y bien fundamentadas. Algunas acciones incluyen:
- Autenticidad y coherencia: Evitar el activismo superficial y demostrar un compromiso genuino con la inclusión a través de prácticas internas y externas.
- Comunicación clara: Explicar públicamente por qué la DEI es parte de la estrategia de negocio y sus beneficios tanto para la empresa como para la sociedad.
- Alianzas estratégicas: Colaborar con organizaciones especializadas en diversidad e inclusión para reforzar sus políticas y garantizar su efectividad.
- Escucha activa: Prestar atención a las expectativas de empleados, consumidores y accionistas para ajustar las estrategias sin perder credibilidad.
Las marcas que logren equilibrar estos aspectos podrán afrontar los boicots a empresas sin comprometer su reputación ni su posicionamiento en el mercado.
¿Cuál es el mejor camino para las marcas?
Las empresas están atrapadas entre la presión de los consumidores y las políticas gubernamentales. Ceder completamente a la ola anti-DEI podría alejar a clientes que valoran la diversidad, mientras que mantener una postura firme podría generar conflictos con ciertos sectores políticos.
Más allá del discurso, las marcas deben enfocarse en acciones genuinas. Evitar un enfoque meramente performativo y demostrar compromiso real con la inclusión puede ser la clave para navegar esta crisis sin perder la confianza de sus clientes. En un entorno donde la reputación lo es todo, las empresas que logren equilibrar estos desafíos podrán consolidar su posicionamiento a largo plazo. Al final, el éxito de una empresa no solo depende de sus productos o servicios, sino también de su capacidad para adaptarse a los cambios sociales y responder con autenticidad a las demandas de sus consumidores y empleados.