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Publicidad, propaganda, fraude

Hace algunos años, se suscitó un grave escándalo político en Brasil al descubrirse que una gran agencia de publicidad había regalado la campaña electoral al candidato oficialista, abonándole cuantiosos gastos.

Se trataba de financiación ilícita, prohibida por la ley de partidos políticos, y de un delito electoral, puesto que con esa aportación la inversión del candidato superaba con mucho lo permitido.

El director de la agencia de publicidad, después de ser inculpado, reconoció ante el juez que había violado la ley en favor de aquel candidato, pero en su descargo reveló que había hecho otro tanto con el candidato de la oposición: también le había regalado la campaña. Cuando el juez le preguntó qué sentido tenía financiar a los candidatos de los dos partidos, el inculpado respondió: a mí la política me da igual, lo mío es la publicidad. El negocio está en que, gane quien gane, me devolverán con creces lo que invertí en ambos asignándome luego contratos de publicidad institucional.

Éste es el gran problema de México, en lo que se refiere a la corrupción política. En las últimas campañas electorales, presidenciales o legislativas, se ha avanzado grandemente en el respeto de las formalidades y la verificación del sufragio. El censo de electores, la proclamación de las candidaturas, la equitativa asignación de oportunidades entre los candidatos, la votación, el recuento de los votos y la publicación y sanción de los resultados están razonablemente asegurados. Sin embargo, dudo que el IFE tenga la capacidad de verificar los gastos de publicidad de los candidatos y sus partidos, y menos aun las inversiones de terceros, en el periodo electoral y después. Ahí radica la verdadera corrupción política, la que subvierte el sufragio.

No creo que las anteriores elecciones mexicanas las ganaran o perdieran los candidatos en el recuento de los votos y las casillas. Ganó quien ganó. Perder, perdieron los ciudadanos, porque el sufragio se pervirtió antes y después de la votación; y porque, aun siendo las víctimas, pagaron el fraude de su bolsillo.

Algunos contendientes abusaron sistemáticamente de la propaganda pagada por terceros, que el IFE no acertó a impedir. Y de todas las hipótesis sobre quiénes pueden ser esos financiadores desde atrás, la de un agente de publicidad —tal como está el país, lamentablemente— se representa como una de las menos peligrosas. Hay otras mucho peores. Muchos de los que resultaron electos hubieron de devolver después esos favores retornando la inversión a los financiadores en forma de contratos públicos, concesiones administrativas, publicidad institucional u otras ventajas. Quienes pagan finalmente por estos abusos son siempre los ciudadanos.

No conozco ningún país del mundo, y menos un país con niveles tan altos de pobreza, en el que se dilapiden las fortunas en propaganda política que se derrochan en México durante las campañas electorales, y tampoco en publicidad institucional en periodos no electorales. Tampoco conozco otro lugar del mundo en el que se publiciten el Poder Judicial o el Legislativo.

“Legislamos pensando en ti…” ¿está de broma?, ¿en quién más deberían pensar al aprobar las leyes sino en mí, el ciudadano, aunque sólo fuera porque yo le elegí y le pago el sueldo?, ¿y por qué será que el hecho de que me lo diga así —gastándose mi dinero para contarme lo que debería ser obvio, en vez de invertirlo en algo realmente necesario— me lleva precisamente a sospechar que no es cierto?

En cuanto a la publicidad supuestamente institucional del Poder Ejecutivo, federal, estatal y local en México, alcanza a veces cotas solamente equiparables a las de esos regímenes autoritarios que cultivan el culto a la personalidad. Hay lugares donde uno no puede voltear a ningún lado sin ver al gobernador de turno, como en las pesadillas.

Así pues, humildemente, un consejo a quienes están encargados de velar por la pureza del sufragio: vigilen por favor los votos y las casillas, pero más aun, vigilen que los candidatos, sus partidos, y los de detrás, sean quienes fueren, no se roben la elección, los fondos, y el futuro del país antes y después del día de la elección

Fuente: vanguardia.com.mx
Por: Carlos Castresana
Publicada: 20 de mayo de 2012

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