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Las marcas fallan al impulsar el consumo responsable, ¿la razón?

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Cada vez más consumidores aseguran que quieren tomar decisiones alineadas con sus valores. Sin embargo, una cosa es decirlo y otra muy distinta es actuar en consecuencia. Un nuevo informe revela una desconexión persistente entre lo que las personas declaran querer y lo que realmente hacen al momento de comprar.

Esta brecha entre intención y acción representa uno de los mayores retos para las marcas que buscan impulsar el consumo responsable. Aunque el 76 % de los consumidores se definen como conscientes, solo el 38 % de sus compras se alinea con prácticas sostenibles. ¿Qué está fallando? Las respuestas exigen un cambio profundo en la forma de comunicar y conectar con las audiencias, comparte Sustainable Brands.

La paradoja del consumidor consciente

El informe elaborado por Public Inc. en alianza con Ipsos pone el dedo en la llaga: la mayoría de los consumidores dicen querer productos sostenibles, pero sus decisiones de compra no lo reflejan. Este fenómeno, conocido como la “brecha entre decir y hacer”, limita los avances hacia una economía más responsable.

Impulsar el consumo responsable requiere entender que el deseo no siempre se traduce en acción. Las razones van desde la falta de información clara hasta el precio o la conveniencia. Las marcas deben superar la ilusión de que los valores por sí solos son suficientes para detonar cambios.

La solución no está solo en inspirar, sino en facilitar. Hacer que el consumo responsable sea la opción más obvia, accesible y personal es el camino para acortar esta distancia entre intención y comportamiento real.

impulsar el consumo responsable

Impulsar el consumo responsable con mensajes claros

Uno de los principales hallazgos del informe es que los consumidores abandonan productos por mensajes de sostenibilidad confusos. Casi el 49 % lo ha hecho alguna vez, y la cifra asciende al 87 % entre quienes más se preocupan por el impacto social y ambiental.

Este dato es una llamada de atención: comunicar no es informar, es conectar. Si queremos impulsar el consumo responsable, el lenguaje debe ser claro, directo y enfocado en beneficios concretos. Frases abstractas como “impacto positivo” o “producción responsable” no bastan para motivar decisiones.

En su lugar, se deben usar ejemplos tangibles: “ahorra agua”, “cuida tu piel con ingredientes naturales” o “dura el doble”. El reto es traducir los valores en beneficios inmediatos, comprensibles y relevantes para el consumidor de hoy.

El valor personal como motor de cambio

Otro hallazgo clave: los consumidores reaccionan más ante beneficios personales inmediatos que frente a promesas de impacto futuro. Es decir, la sostenibilidad mueve más cuando mejora el presente que cuando proyecta ideales colectivos.

Esto no significa abandonar la causa, sino cambiar la forma de presentarla. Impulsar el consumo responsable implica vincular la sostenibilidad con salud, ahorro, durabilidad o practicidad. ¿El producto ayuda a vivir mejor hoy? Ese es el mensaje que conecta.

El propósito sigue siendo esencial, pero debe venir acompañado de soluciones concretas. Solo así se despierta la motivación suficiente para transformar intenciones en acciones reales y sostenibles.

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Estrategias para un marketing más consciente

Para cerrar la brecha entre intención y acción, Public Inc. ofrece cinco recomendaciones que pueden marcar la diferencia.

  1. Simplificar las afirmaciones de impacto, usando un lenguaje comprensible y orientado a resultados personales.
  2. Enfocarse en beneficios inmediatos. A las personas les importa cómo algo mejora su vida ahora, no en una década.
  3. Apelar a necesidades personales concretas, no a metas abstractas. Impulsar el consumo responsable pasa por entender al consumidor, no por educarlo desde la distancia.
  4. Resaltar la durabilidad y el rendimiento del producto.
  5. No olvidar a los consumidores apáticos, quienes también pueden responder a mensajes como “origen local” o “ingredientes limpios”. Cada grupo tiene una motivación distinta, y el marketing consciente debe hablar en esos términos.

El futuro de las marcas está en la autenticidad

Hoy más que nunca, los consumidores esperan coherencia entre lo que una marca dice y lo que hace. Esto no solo aplica a temas ambientales, sino también sociales, como la diversidad, la equidad y la inclusión. La autenticidad se ha vuelto un valor competitivo.

Impulsar el consumo responsable no es una tarea únicamente ética; es también estratégica. Las marcas que entienden esta lógica y actúan con coherencia ganan confianza, lealtad y diferenciación. El consumidor ya no premia solo el precio, sino la congruencia.

El reto es grande, pero también lo es la oportunidad. Las marcas que abracen esta transformación no solo construirán una mejor reputación, sino un mejor futuro.

La brecha entre lo que las personas dicen y lo que hacen al consumir es real, pero no inamovible. Las marcas tienen en sus manos el poder (y la responsabilidad) de cerrarla con mensajes claros, beneficios tangibles y propuestas auténticas. Impulsar el consumo responsable no debe ser una meta aspiracional, sino una estrategia tangible, cotidiana y urgente. Solo así lograremos que los valores sostenibles pasen del discurso a la acción, donde verdaderamente marcan la diferencia.

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