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‘Las OSC deben rendir cuentas’

1cuentasLas Organizaciones de la Sociedad Civil han hecho aportaciones importantes a la democracia; sin embargo, hoy enfrentan un desafío: mantenerse autónomas frente al gobierno que en gran medida las subsidia y ser tan transparentes como le exigen serlo a las autoridades, asegura la investigadora Fernanda Somuano.

Autora del libro Sociedad civil organizada y democracia en México (El Colegio de México, 2011), Somuano parte de una hipótesis crítica en su análisis del también llamado «tercer sector», al afirmar que la mera existencia de organizaciones no se traduce necesariamente en beneficios para la sociedad en general y para el sistema democrático en particular.

Somuano identifica tres focos rojos en el desarrollo de las OSC en México: la absoluta opacidad con la que se manejan los donativos gubernamentales, la existencia de muchas organizaciones que operan bajo esquemas clientelares y el auge de grupos ligados a iglesias, especialmente la católica.

Explica que la falta de transparencia con la que se manejan millones de pesos provenientes del erario en donativos a OSC las hace sujetas de manipulación política. Cita como ejemplos a Antorcha Campesina, ligada al PRI; el Frente Popular Francisco Villa, ligado al PRD, y la Asociación Nacional Cívica Femenina (Ancifem), ligada al PAN.

«Transparentar los donativos a las organizaciones es un tema pendiente. El número de organizaciones que no hacen sus reportes financieros o que lo hacen incompleto es alto. Hay organizaciones de una persona, o que existen sólo en el papel.

«Hay muchas organizaciones que funcionan con esquemas clientelares, en donde los partidos y el gobierno pueden llegar a ofrecerles dinero a cambio de apoyo político, y eso es lo que tenemos que ir desapareciendo. Siempre va a haber organizaciones de este tipo, el problema es cuando son mayoría», señala.

La investigadora del Colmex considera peligroso que la mayoría de las nuevas OSC tengan un perfil religioso, pues considera que éstas reproducen un modelo tendiente al conservadurismo y el autoritarismo.

«Curiosamente, las organizaciones de este tipo, no sólo en México, sino en toda América Latina, tienden a ser jerárquicas, cuestionan muy poco la autoridad, los miembros se subordinan totalmente y crean un capital social que no es muy positivo. Una encuesta hecha en Colombia, pero que también aplicaría para México, indica que sus miembros son los que menos apoyan la democracia, los que apoyan más los autoritarismos, los menos tolerantes y los que menos cultura cívica tienen. Eso es un foco rojo», señala.

Para Somuano, uno de los papeles más significativos de las OSC en la transición mexicana ha sido aportar gobernabilidad, al canalizar demandas ciudadanas y liberar presión social.

Sin embargo, también considera riesgoso cuando las OSC intentan ocupar espacios en el poder político o en la representación política.

«Se han vuelto canales de demandas ciudadanas. Por ejemplo, la gente que no se siente representada por un partido o que ve muy lenta la vía electoral las perciben como canales mucho más inmediatos; eso libera presión en el sistema, porque finalmente tanta gente que acumula demandas, que no se siente escuchada, encuentra una vía para canalizar su disgusto, su indignación», explica.

‘Crisis de representatividad’
Según la doctora en ciencias políticas, la crisis de representatividad de los partidos va a seguir generando OSC, pero también movimientos ciudadanos sin organización formal.

Somuano asegura que la crisis del sistema de representación democrática da pie a movimientos como el de los indignados en España, y en México a expresiones como el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que encabeza Javier Sicilia y que se ha constituido en un movimiento de movimientos.

«El desprestigio, la erosión de los partidos, el problema que tienen para que la gente vea a los partidos como medios de representación generan un fenómeno que se está dando en muchos lugares.

Se forman movimientos que tienen a su favor las nuevas formas de comunicación, las redes, la tecnología que les facilita la convocatoria y la movilización.

«Es algo que se va a seguir dando mientras los partidos no reaccionen y admitan que están pasando por una crisis de representatividad muy grave», asegura.

La especialista agrega que estos movimientos no caben tampoco en el esquema de OSC, que se ha burocratizado y que los obligaría a acordar objetivos limitados.

«Sus causas son muy grandes y heterogéneas. Además, un movimiento lo que necesita es juntar mucha gente para tener impacto; para tener mucha gente la clave es la inclusión y una OSC por default excluye y tiene objetivos muy específicos y acotados», agrega.

Fuente: Reforma, Suplemento Enfoque, p. 7.
Por: Ernesto Núñez.
Publicada: 14 de agosto de 2011.

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