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La RSE ha muerto, ¿qué viene ahora?

Final vía Shutterstock
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Aún cuando cada vez más empresas se suman a la tendencia de implementar más y más prácticas responsables en respuesta a las necesidades de sus stakeholders, hay quienes afirman que se trata de una solución parcial que con frecuencia es empleada para crear una ilusión, una mascarada ¿Será que la RSE esta muerta?

Durante el reciente Congreso de Ciencia y Sostenibilidad en Copenhague, el presidente del Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible, Peter Bakker, declaró que las empresas líderes hoy van mucho más allá de la RSE, buscando incorporar la sustentabilidad como parte integral de sus actividades a través del reconocimiento de un hecho tácito: ninguna organización puede tener éxito si éste no se alinea con el desarrollo de la comunidad.

A través de estas declaraciones, Bakker invita a las organizaciones a innovar para alinearse con los hechos y rediseñar el concepto de un buen rendimiento inspirándose en nuevas definiciones de éxito que contemplen el desarrollo social. En términos concretos exige una revolución del capitalismo actual, liderado por los precios del carbono, para atender los costes reales de las personas, la sociedad y el planeta, impulsando un verdadero progreso empresarial.

Al recordar que Bakker representa a 200 de las corporaciones más grandes del mundo, su mensaje se vuelve mucho más provocador y su influencia realmente impresionante, pero el verdadero punto medular es que estas organizaciones se encuentran entre los principales beneficiarios de esta economía que pretende evolucionar. Claramente Bakker no se conformará con sentarse detrás de un escritorio repleto de brillantes informes, él habla en serio.

¿Y por qué está muerta entonces la RSE?

¿Y cómo es que la muerte de la RSE puede encajar en todo esto? De acuerdo con información de Greenbiz, los informes de su temprana muerte pueden llegar a ser un poco exagerados, ya que esta práctica aún continúa en crecimiento y cada vez más compañías informan sobre su rendimiento a través de distintos medios; sin embargo, si bien el tema está haciendo más ruido que nunca, todavía existe un enorme signo de interrogación sobre cuál es su impacto real a profundidad y cuánto de esto se traduce en acciones significativas.

La investigación más reciente revela poco progreso significativo en una serie de indicadores en los negocios; además de que las emisiones de gases de efecto invernadero global han crecido casi el doble que en la última década, en comparación con los 30 años anteriores, a pesar de la desaceleración económica mundial.

Además, estamos extrayendo recursos naturales 50 por ciento más que hace sólo 30 años, es decir alrededor de 60 mil millones de toneladas de materias primas cada año. Tenemos claro que no estamos viviendo dentro de nuestros límites planetarios, ya que necesitamos 1,5 planetas para satisfacer nuestras demandas insaciables.

Esto no es sólo un lamento del medio ambiente; nuestros ecosistemas en quiebra y la disminución de los suministros de recursos naturales en última instancia, significará la decadencia económica con consecuencias económicas graves para todos.

La RSC apenas rasca la superficie

Por supuesto, el hecho de no generar un impacto real no se puede fijar solo a la RSE. Es un mundo muy complejo, y después de todo, una buena idea puede estancarse, especialmente si está mal implementada.

Tenemos que preguntarnos: ¿Estamos verdaderamente dispuestos a hacer la transformación necesaria en nuestras empresas y economías, o estamos simplemente motivados por tratar de mejorar nuestra imagen corporativa?

La evidencia emergente no se ve bien. De acuerdo con un nuevo análisis de 40.000 informes de RSE de todo el mundo desarrollado por la Universidad Técnica de Dinamarca, menos del 5 por ciento de las organizaciones hizo referencias a límites planetarios o ecológicos. Sólo 31 organizaciones en realidad se han involucrado con estos límites de la definición de objetivos de rendimiento basados ​​en la ciencia y estrategias diseñadas para inspirar cambios en las carteras de productos o modelos de negocio.

¿Podría ser que al menos el 95 por ciento de los esfuerzos en materia de RSE no sean más que ejercicios de escaparatismo?

Tal vez no debería ser demasiado sorprendente la falta de impacto transformador, ya que hay un problema fundamental en la filosofía que sustenta la RSE como metodología de negocio. En casi todos los casos, los negocios buscan maximizar los beneficios como objetivo fundamental.

Detrás de este encuadre se encuentran dos grandes desafíos, en primer lugar es muy poco probable que los cambios radicales necesarios lleguen a realizarse sin una transformación previa de este paradigma, incluyendo la implementación de la sustentabilidad desde la raíz y el objetivo del negocio.

En segundo lugar, si el objetivo es maximizar los beneficios con responsabilidad corporativa, entonces todo lo demás esta relegado a este mismo objetivo. Así tal vez se busque optimizar los rendimientos al tiempo que se ofrece una gama equilibrada de impactos ambientales y sociales, pero es muy poco probable que se maximicen las ganancias al mismo tiempo. La RSE no puede ser un complemento, necesita formar parte integral del proceso de negocio a fin de que los líderes corporativos no tengan que luchar con ella.

Si aceptamos que tenemos que ir más allá de las mejoras incrementales simples y que necesitamos realmente transformar lo que hacemos en apoyo de un futuro verdaderamente sostenible, entonces tenemos que ir mucho más lejos. La integración de la sostenibilidad en el corazón de los negocios, en un contexto de alta volatilidad requiere estrategias mucho más dinámicas.

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