En 1980, Billy Joel lanzó su icónica canción «It’s Still Rock and Roll to Me», una crítica mordaz a cómo la industria musical cambiaba las etiquetas y los estilos, pero al final, todo seguía siendo rock and roll. Hoy, esa misma idea parece aplicarse al mundo de las finanzas sostenibles. Podrán cambiarle el nombre, pero para muchos, ESG (Environmental, Social, and Governance) sigue siendo, en esencia, lo mismo que antes conocíamos como Responsabilidad Social Empresarial (RSE). Y ahora, con la reciente decisión del CFA Institute de eliminar la etiqueta ESG de su certificado de inversión ESG, la conversación sobre cómo llamamos a estas prácticas vuelve a estar sobre la mesa.
El CFA Institute y la eliminación de la etiqueta ESG
El CFA Institute, una de las instituciones más respetadas en el mundo de las finanzas, anunció recientemente que retirará la etiqueta ESG de su certificado de inversión ESG. A partir de ahora, el programa se llamará simplemente «Certificado en Inversión Sostenible». Según el instituto, este cambio busca reflejar una visión más amplia y menos polarizada de lo que significa invertir de manera responsable.
La decisión llega en un momento en que el término ESG ha sido objeto de intenso escrutinio y controversia. Algunos críticos argumentan que las inversiones ESG se han convertido en una herramienta de marketing más que en un verdadero compromiso con la sostenibilidad. Otros señalan que la falta de estándares claros y la diversidad de interpretaciones han diluido su impacto. Al eliminar la etiqueta ESG, el CFA Institute parece estar respondiendo a estas críticas, buscando un enfoque más neutral y menos politizado.

¿Por qué cambiar el nombre?
La eliminación de la etiqueta ESG no significa que el CFA Institute esté abandonando los principios detrás de las inversiones sostenibles. Al contrario, el instituto ha dejado claro que el contenido del certificado seguirá enfocado en temas ambientales, sociales y de gobernanza. Sin embargo, el cambio de nombre refleja una tendencia más amplia en la industria: la necesidad de desvincularse de un término que, para algunos, se ha vuelto sinónimo de controversia y greenwashing.
Este no es el primer caso en el que un cambio de nombre busca redefinir una práctica bien establecida. Recordemos cómo la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) evolucionó hacia el término ESG, con la promesa de un enfoque más cuantificable y orientado a resultados. Ahora, parece que estamos presenciando otro cambio de etiqueta, pero el núcleo de la idea sigue siendo el mismo: invertir de manera responsable y sostenible.
ESG vs. sostenibilidad: ¿Qué hay en un nombre?
La pregunta que muchos se hacen es: ¿realmente importa cómo lo llamemos? Para algunos, el cambio de nombre es simplemente una forma de evitar el estigma asociado con el término ESG. Para otros, es una oportunidad para redefinir y fortalecer los principios detrás de las inversiones sostenibles.
Lo cierto es que, independientemente del nombre, los desafíos siguen siendo los mismos. La falta de estándares claros, la dificultad para medir el impacto real y el riesgo de greenwashing son problemas que no desaparecerán con un cambio de etiqueta. Sin embargo, lo que sí puede cambiar es la percepción del público y la confianza en estas prácticas. Al adoptar un término más neutral como «inversión sostenible», el CFA Institute podría estar allanando el camino para un enfoque más inclusivo y menos polarizado.

El futuro de las inversiones responsables
Aunque el cambio de nombre puede parecer un detalle menor, en realidad refleja una tendencia más amplia en la industria financiera. Las inversiones responsables están en constante evolución, y lo que hoy llamamos ESG o sostenibilidad podría tener otro nombre en el futuro. Pero, como bien dice Billy Joel, «It’s still rock and roll to me». Al final, lo que importa no es cómo lo llamemos, sino el impacto real que estas prácticas tienen en el mundo.
El CFA Institute ha dado un paso audaz al eliminar la etiqueta ESG de su certificado, pero el verdadero desafío será asegurar que, más allá del nombre, las inversiones sostenibles sigan siendo una fuerza positiva para el medio ambiente, la sociedad y la gobernanza corporativa. Porque, al final del día, no se trata de etiquetas, sino de acciones concretas que marquen la diferencia.